jueves, 24 de junio de 2010

AHORA QUE TODO ES FÚTBOL... CAMPEONATOS...¡LOS NUESTROS!...


 Señor Presidente de la Mesa. Yo protesto. Cómo señor, año año Alianza campeón nomás. Watan watan señor, campeón nomás. ¡Yo protesto señor Presidente...!

Las palabras se atropellaban. Sonaba colérica, angustiada, la voz de Valentín Antezana. Casi golpeaba la mesa, exigiendo la inmediata atención a su reclamo. Los delegados allí reunidos y todos los curiosos, lo miraron con sorpresa y aguardaron expectantes.

 ¡Vale el saber!.

La respuesta cachosa, segura, del “profe” Arias, más conocido como el “Pato Arias” se escuchó tan clara que estalló la general y reprimida carcajada. Nuestro reclamante, en el limbo, sintiendo el abandono de las varias copitas brindadas, dio algunos pasos atrás antes de perderse. Aclaremos. Arias no era el presidente interpelado. Metió su cuchara nomás, seguramente porque aludieron a su club. Y también porque siempre andaba chanceando, fregando la pita a cualquiera, poniéndose muy serio, con una cara de quien no mata una mosca. Ya había ocasionado serios problemas con este hábito, como cuando alguna vez le solicitaron inscribir una Partida en el Municipio:

 Señor profesor, hágame el favor de inscribir el nacimiento de mi hijito.
 Muy bien. ¿Cómo se llama la mamá?..
 Casimira Tucsa de Flores.
 ¿Hijo de quién es?...
 De mí, profesor.
 Ummmm… Ya… Y, ¿ quién es el papá?.

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¡Millupampa!.. Dicen que la voz proviene de Millwa “lana”. “Millwapampa”, “la pampa de lana”… ¿Es que en algún tiempo habría tanta oveja o llama o alpaca en esta pampa, que le ganó el nombre?... El regular espacio ubicado a un costado del cementerio, es apenas un arenal coronado por gramillas, pero también es el fabuloso Estadio de Andamarca, el privilegiado escenario de los avatares deportivos de sus pobladores.

Precisamente, está por iniciarse una de las fechas del afamado y tradicional Campeonato de Selección y Competencia de Fútbol, organizado por la Liga Independiente de Futbol de Andamarca. En aras de una óptima organización, se cumplen formalismos imprescindibles, previos a los encuentros. La Mesa de Control exhibe voluminosos expedientes, las necesarias pelotas, silbatos, tarjetas, banderines para los jueces de linea, etc. En el centro, el reluciente y disputado trofeo, de buen tamaño y atractiva figura.
El presidente de mesa verifica el rol de partidos y, luego de haber controlado las fichas personales de los deportistas que calientan en el campo, insta a que los capitanes seleccionen a los jueces del cotejo, repitiendo a viva voz que deben apurarse, porque el tiempo vuela, señor capitán. Finalmente, entrega el silbato, las tarjetas y el balón al réferi elegido, recomendándole ejercer su autoridad con la máxima corrección y estricta aplicación de los reglamentos. Marca el tiempo. ¡Corre la hora, señores delegados!...

Más de tres mil metros de altura no es el más cómodo escenario para disputar un balón durante la hora que dura cada partido. Y peor todavía, si no somos profesionales en esto. Ahora mismo, hemos tenido que levantarnos bien a las cuatro para asegurar los animales en la chacra y regresar temprano porque nos toca disputar el primer partido. Apenas concluyamos el cotejo, volaremos hasta Chiricri porque nos ha tocado agua para la alfalfita y hemos encargado al maqtillo menor que vaya guiando el riego. No vaya a derrumbarnos los andenes. No es todo. Deberemos regresar al Estadio, porque debemos librar un segundo partido, como a las tres de la tarde...
Una rápida mirada al escenario retrata hartísima gente. Todo el pueblo se ha venido aquí. Como que es raro ver de pantalones cortos, qalaumas (36) y luciendo vistosísimas camisetas a paisanos que normalmente están de sombrero y poncho. Cada una de las hinchadas ocupa un espacio conocido y respetado, alrededor del cuadrilátero. Este año, algunos clubes llegados desde Lima, están exhibiendo banderolas que juegan con el viento.
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¡Todos lo han visto!. ¡La pelota ha desaparecido en un instante, se ha desinflado violentamente, apenas recibió el furibundo cabezazo aplicado por el aguerrido Herminio, seguro de convertir el ansiado gol!... Mientras Próspero Cabrera o Andrés Riveros la buscan, el golero Teófanes, muy serio y circunspecto se acerca a Herminio y, con sumo cuidado, cual si fuera un preocupado galeno, empieza a buscar en la cabeza la protuberancia que pudo haber causado tamaña destrucción.

Herminio ha tardado un poco en captar la broma:
 ¡Carajo, crees que soy como tú...!

Pablo Quispe, Lucho Alfaro, Fermín Miranda, Sabino Escajadillo y todos los testigos han estallado en incontenibles aplausos y las carcajadas se escuchan hasta Chiricre. ¡Esto va a merecer una “chapeada” de marca mayor, cómo no...!. Pero, lo que importa ahora es habilitar el balón para definir el cotejo y cobrar la apuesta. En Millupampa, poco a poco va tomando forma un campo de fútbol y, esta mañana, luego de los trabajos obligatorios, todos han ingresado a disputar tan reñido encuentro.

Nuestros personajes, habían ido llegando de a pocos a Andamarca. Con sus padres, con sus familiares y cada día estaban más encantados de vivir aquí. Participaban con ardor en los afanes, en los trabajos, en la organización ciudadana. Protagonizaban ardorosas sesiones. Discutían hasta avanzadas horas de la noche cuando debía tomarse acuerdos para las grandes realizaciones y obras. Así revitalizaron la antigua Escuelita Primaria de Varones, con sus preceptores Lucho Alfaro y Teófanes Gallegos. Hace muchos años ya, improvisaron un pequeño campo en la plaza de armas, frente al primer local escolar y se organizaban reñidos encuentros de “pukuchu qaytay” con los alumnos, en las horas de recreo.
Al principio, el interés de los muchachos fue muy escaso. Sabían practicar otros juegos. Fabricaban, por ejemplo, unos trompos de molle, con sus afiladas púas de la misma madera. También jugaban con frejolillos de colores que procuraban calzar en unos hoyitos en el piso. Alguien apareció después con unas espiguas y el asunto del “daño fondo” se popularizó intensamente.

Las primeras pelotas, para la introducción del fútbol entre la niñez y la juventud andamarquina, se fabricaron con el “pukuchu” o vejiga del toro. Hubo necesidad de especializar a los sopladores. Los “tromes” calculaban la exacta cantidad de aire y aseguraban perfectamente la boquilla. Para cada encuentro se disponía de varios pukuchus, porque nunca faltaban la inoportuna piedrecita afilada o alguna espinilla. Había que acostumbrarse, además, a los cambios de giro del balón debido a su forma ovoide y a su poco peso. El aire, entrometido y chapetón, se presentaba a veces y complicaba aún más el asunto.
Pero, eso ya pasó. Ahora, estamos jugando con una pelota Nº 5, de cuero, comprada en Lima. La estamos utilizando desde 1953, según el documentado relato de don Lucho Alfaro. Para habilitarla, se necesita un inflador. Es un poco complicado también doblar y ocultar la boquilla del blader o camiseta y amarrar la abertura con pasadores. Parece que siempre queda medio ahuevada la bola; pero ya nos hemos habituado... Y ¡qué partidazos que nos damos, eh!..

Pero este Herminio ya jodió el asunto, porque ahora quién va a pagar el medio saco de cerveza de la apuesta. Primero, hay que parchar el blader y después reparar las costuras descosidas del balón. Es domingo y estamos en Fiestas Patrias.
Viendo corretear a los chicos en la plaza tras los pukuchus, un buen día, - uffff hace cuántos años ya -, alguien de nosotros los mayores, había propuesto:

 Oye, y nosotros ¿porqué no jugamos nuestros partiditos?.

Desde entonces, empezó la organización. Para los primeros cotejos, algunos hasta nos atrevimos a jugar “qala chaki”, como los “escueleros”. Después, quienes saben ir a Arequipa con negocio de lanas, han traído chimpunes con puente, especiales. Para juntar once jugadores, completamos los cuadros con los muchachos mayores de la Escuela. No necesitamos árbitro, sabemos cuándo hemos cometido una falta. No se juega por tiempo sino por goles. Cinco goles por partido, el primero que llega a esa cantidad, gana.
No hemos perdido tiempo, tampoco, pues ya tenemos organizado nuestro club, con nombre medio extranjero, por sí acaso: “Sport Andamarca”. Los del barrio de enfrente no se iban a quedar atrás y también han organizado el “Centro Cultural Deportivo Andamarca”. Ambos tienen presidente, tesorero, delegado, secretario, entrenador y fiscal. Las señoras han preparado camisetas, y la mayoría acostumbra jugar con pantalones “tecmillados” remangados hasta la canilla, y unas mallitas al estilo Lolo Fernández en la cabeza.
El terreno de juego es muy irregular. Abundan los montículos y sobran las piedras. Antes de jugar, siempre cumplimos tareas de limpieza y marcamos las lineas con arena blanca de Pakupata. Plantamos dos palos para el arco y la soga que enlaza sus partes superiores sirve de travesaño. A veces se fomentan colosales discusiones para validar un gol, porque es difícil precisar si el balón pasó por encima o debajo de la soga.

Bien bravo jugar aquí, y ¡todavía qalachakicha! (37). Cuántas veces, en el fragor de los partidos las patadas no dan en la bola sino en el piso, y los pobres dedos revientan con ganas. “Papaqllo qina patarparin”(38). En estos casos, el jugador baja rápido, saltando en un solo pie, hasta la acequia de Soqapuquio, lava los espacios ensangrentados, cubre y amarra la herida con el pañuelo y sigue en la brega, porque ¡cómo se va a quedar con menos gente mi cuadro!.
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La ceremonia se realiza en la Escuela Primaria de Varones que luce su flamante y definitivo local del jirón Lima, en Caniche, obra de la comunidad.
Cuatro pabellones de aulas, con gruesas paredes de adobes afirmadas sobre profundos cimientos de piedra, cuyos techos brillan en las calaminas fijadas a impresionantes maderos de eucalipto, cruzados en mayu, vigas y listones, circundan su ya histórico Patio de Honor. Desde las alturas del Anyanaysu, o desde Aqaimarka, es harto visible la colosal estructura. Se está empezando a armar una pequeña gruta para el Patrón San Martincito de Porres, en la cabecera principal y al centro se yergue el madero más alto y recto de eucalipto, venido desde Poqa, para izar nuestro sagrado pabellón en las formaciones y actuaciones como ésta. Cada aula tiene puertas altas de madera, trabajadas por los afamados carpinteros don Alejo Quispe y don José Capcha. Antes de aserrar, suelen marcar los maderos con una pita humedecida en ayrampo y kerosene, que tensan bastante y sueltan con fuerza. Algunas gotitas de color, inclusive saltan afuera, jaspeando la linea que se esfumará después ante la voracidad de los dientes del serrucho.

Al otro lado del pabellón de aulas, se prepara el campo deportivo y están marcados, además, los espacios donde funcionarán los excusados. El avance del trabajo es lento. Todos los recreos son utilizados por alumnos y profesores para botar piedras e ir aplanando el futuro Estadio. Con frecuencia, aparecen tiestos y ceramios que, según dicen, son “de los gentiles”. Todos los pisos lucen piedras planas extraídas de esta inmensa cantera de Caniche o Antara, misteriosa ciudadela preinca, floreciente aquí hace muchos años.
El Señor Director, don Lucho Alfaro, en conceptuosas frases, ha dado la bienvenida a la delegación de la SUHA “Sociedad Unificación de Hijos de Andamarca” que ha llegado desde Lima y ha traído obsequios. A su vez, el jefe de los visitantes ha manifestado la gran emoción de encontrarse “dentro de las paredes de su extrañado centro”. Informa que los andamarquinos en Lima han organizado esta institución desde hace muchos años, con la idea de ayudar al pueblo. En medio de entusiastas aplausos y agradecidos gestos de alegría, entregan un Pabellón Nacional, con el nombre y número del plantel bordados con hilos de oro, así como lotes de libros, cuadernos, lápices, un Globo Terráqueo y láminas de nuestra historia nacional. Los alumnos han cantado, han recitado y han bailado con gran emoción, por la llegada de los paisanos y por los obsequios.
Los padres de familia sirven exquisitos vasos de chicha de jora, imprescindibles ahora que el calorcito está apretando. Concluido el protocolo, intercambian saludos con los paisanos, relatan experiencias y aumentan las libaciones, porque el señor Alcalde se ha caído con una cajita de cerveza. Los “limacos”, refieren que han venido con una delegación deportiva para participar en el Campeonato Anual de Fútbol que se inicia mañana lunes 20 de julio de 1968 en Millupampa.

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1. Qalauma: Cabeza descubierta, sin sombrero.
2. Qala chakicha: Pies descalcitos.
3. Papaqllo qina patarparin: Se abrió en rosón como una papa muy grande.

AHORA QUE TODO ES FÚTBOL...