sábado, 14 de marzo de 2009

LA GUERRA DEL AGUA


Ahí estábamos: agitados, sudando algunos, empapaditos de lluvia y granizo todos. Nos mirábamos sorprendidos…, ¡qué chicha estaba pasando!… El día, hasta hace unos minutitos, resplandecía. El astro sol brillaba con alegría en el centro mismo del cielo más azul que nunca. Estábamos a orillas de la inmensa laguna. De pronto, sin que nadie lo pudiera advertir,…¡un trueno y el cielo se nos vino encima!. Desde el escenario al descampado no se veía ni asomo de refugio o roquedal donde pudiéramos correr. Allá lejos, más arriba, el último farallón. Alguien atinó a correr hacia el sur, un poco en bajada y casi desfallecientes, pudimos alcanzar una chocita desocupada, semidestruída, estancia de algún pastor que estaría en otras fronteras.

Los comentarios festivos y las observaciones casi chocarreras sobre la particular reacción de cada uno de los presentes es el telón de fondo, para escuchar algunas impresiones:
- Don Teofa, este asunto ya se fue al carajo. No hay nada que hacer, me parece que nunca hubo voluntad de arreglo.
- Sí, pues, Carlos. Ese dirigente es muy terco y cerrado, no entiende nada, hasta se muestra agresivo.

****************

Muy tempranito, habíamos acudido a la cita en Wayllawarmi. El Juez de Aguas de Andamarca, había pedido nuestro apoyo para el encuentro de conciliación convocado por el administrador de Riego provincial. Sucede que el agua de la quebrada de Uña Watana baja desde la laguna de Jaltinya, situada geográficamente en territorio mayobambino. El conflicto se presentaba cuando los andamarquinos subían hasta la laguna y encauzaban el rebose natural. También habían construido una compuerta, con la idea de aprovechar el recurso y evitar su desperdicio. El asunto, sin embargo, no gustaba nadita a los mayobambas.

A Dios gracias, los responsables habían provisto algunas acémilas, de modo que pudimos cumplir sin mayores sobresaltos la tremenda cuesta que iniciamos en la quebrada de Uña Watana. Una hora de difícil ascensión y la madre naturaleza nos premia con una experiencia alucinante: se abre una altipampa, verde, limpiecita, de perfectas formas, dando cobijo a una inmensa laguna de agua cristalina que respondía pesadamente al beso del viento. Es inenarrable el ambiente, hasta me pareció que estábamos hollando espacios sagrados. Algunas aves retozan despreocupadas en sus dominios y el silencio del ambiente sobrecoge. Sólo en Andamarca pudimos haber respirado aire tan puro e inmaculado. El corazón bailaba jubiloso gritando su plenitud en rítmico y acelerado compás.

Nuestra comitiva estaba conformada por las Autoridades comunales de aguas, encabezadas por el Administrador don Amancio Flores, los Alcaldes de Agua, sus “comisiones” y algunos interesados del sector. Nos habíamos integrado al grupo: don Teófanes Gallegos, quien esto relata y el Administrador Provincial de Riego, venido expresamente desde Puquio.
No había razón para el conflicto porque, desde siempre, las aguas de esta inmensa laguna rebosaban y abrían su cauce natural hacia la quebrada de Uña Watana. Con las lluvias salía tanto caudal que era imposible cruzar el riachuelo formado. Los vehículos debían interrumpir su viaje en el badén carretero, porque no se había construido todavía el pequeño puente que ahora se viene utilizando.
Era natural que los andamarquinos diéramos buen uso al agua que discurría por nuestros dominios. Claro que, vencida la estación lluviosa, los regantes controlaban tan valioso recurso, utilizando la compuerta improvisada de piedras. Los mayobambinos pregonaban ser los propietarios y dueños absolutos de la laguna y estaban decididos a no ceder su preciado contenido, aún por la fuerza. Se producían sucesivos enfrentamientos entre los regantes wayllawarminos y los supuestos agraviados. Las autoridades de aguas de Andamarca habían visitado repetidas veces a sus similares mayobambinos buscando un entendimiento. La realidad a veces es dolorosa, pero es la realidad: la gigantesca laguna no tiene una salida ni ofrece posibilidades de encauzamiento hacia el sector de Mayobamba. Un gigantesco farallón se constituye como una muralla infranqueable, mirando a los poblados mayobambinos como Tacalla, San José, San Antonio y varios más. Abajo, en el valle está Mayobamba, la capital, a orillas del río del mismo nombre.

Cuando viajamos de Lima a Andamarca, quienes van a Mayobamba o Chipao, se quedan en Cheqosno, al final de Canllapampa. A pie, vencen la cuesta de Quillimsa y descienden con facilidad a sus pagos. Hemos conocido que últimamente, ha sido construido un ramal carretero que cruza Uña Watana. Parece que nuestros vecinos del este, ya no quieren pasar por Andamarca.

Cuando los integrantes de la delegación andamarquina llegamos al punto de reunión, a orillas de la laguna de Jaltinya, nos observaba desafiante un gentío multicolor que se había situado en los contrafuertes culminantes de la cordillera, todos los mayobambas estaban ahí.
- Oiga, don Teofita, dicen que antes se han dado memorables batallas entre andamarquinos y mayobambinos por cuestiones de límites.
- Sí, pues, yo chiquito todavía he venido con mi papá. Eso era en Lintaway que es otra laguna, al otro lado, - interviene Amancio, el “Aguas de Juez”, como acostumbraban nombrarlo en el pueblo.
- Oiga don “Aguas de José”, ¿qué nos hacemos si los mayobambinos se nos vienen con todo?... Nos hacen chapchu, cómo nos defenderíamos si somos poquitos. Debiste haber solicitado garantías en el Puesto, debió acompañarnos siquiera un guardia. ¡Qué van a hacer las pobres viudas que vas a dejar si te agarran!.
- Chaimiki llaki don Carlitos. (Esa es, pues, la pena, don Carlitos). En el Puesto me ofrecieron acompañarnos, pero ahora me han dicho que tienen otras urgencias. Manachá, corresunchiki… (Confiemos en que no pase nada, correremos, pues…)
Y la risa general no despejaba por completo el ambiente de nerviosismo…
En la ribera de la laguna, centro del conflicto, nos ubicamos las comisiones parlamentarias. Se identificaron las autoridades de aguas de ambos pueblos. Los andamarcas, como autores de la iniciativa de buscar una posición neutral, presentaron a la autoridad venida desde Puquio. Por mi parte, busqué la mejor manera de improvisarme un escritorio en mis rodillas, porque, como siempre, me encomendaron el Libro de Actas. Y empezamos: “En las riberas de la Laguna de Jaltinya, comprensión de la Comunidad de Mayobamba, siendo horas 12 meridiano del día tantos y tantos,……, reunidos los representantes y autoridades… , se dio inicio a la sesión de armisticio programada por el Administrador de Riego de Puquio”, etc. etc.

Inició la ronda de exposiciones, la autoridad provincial. Explicó que él, como los concurrentes, era hombre de campo, que entendía de chacras y cultivos, pero como encargado de los sistemas de riego de la jurisdicción provincial, había acudido para mediar y dar solución al problema. Invitó a que cada parte expusiera su punto de vista, con serenidad y que entre todos busquemos el mejor arreglo. Terminó recordando la tradicional fraternidad de nuestros pueblos, ya que el agua era un recurso puesto por Dios en cantidad suficiente, para beneficio de todos.

A su turno, el representante andamarquino, explicó que se había construido esta especie de bocatoma, con recursos de la zona, porque ni cemento ni compuertas de fierro se había traído, pues no queríamos alterar nada. Que, siempre hemos respetado el territorio de Mayobamba, pero que tal vez por mala suerte el agua no salía para su lado, y que por ello no les afectamos en nada con el uso racional y graduado que venimos practicando.

El delegado mayobambino se expresó con altanería y suficiencia. Dijo que la laguna era de su pueblo y que solamente ellos utilizarían o no sus aguas que tanta falta hacía a las poblaciones altas de la quebrada. Que ha sido acuerdo unánime del pueblo no ceder ni una gota y por eso habían deshecho la compuerta y que así obrarían cuantas veces fuera necesario. Dijo, además, que si los andamarquinos continuaban abusando, ellos estaban listos a utilizar cualquier medio para defenderse.

En mi turno, invité a la reflexión a nuestros vecinos. Les dije que se desprendieran de su fanatismo, que no habíamos venido a discutirles sus derechos, pero que la realidad estaba a la vista, porque la madre naturaleza lo había dispuesto así. Que no había forma de llevar el agua hacia el sector mayobambino y que, hicieran lo que hicieran, el recurso seguiría saliendo hacia Andamarca, pues aún cuando se tapiara la bocatoma natural como ahora, cincuenta metros más abajo ya está corriendo el agua que nunca falta en Wayllawarmi. Terminé recordándoles que nuestros abuelos habían sabido compartir racionalmente estos recursos, pues estamos ante tal cantidad de agua que en nada les afectamos con los veinte baldecitos que merecemos al año.

Palabras van, palabras vienen. Ante la iracunda cerrazón del representante mayobambino, la autoridad puquiana explicó que según la ley, el agua es del Estado y que si no se llegaba a un buen entendimiento, daría cuenta a la autoridad superior para que disponga las garantías a favor de los andamaquinos. El delegado mayobambino repetía sus argumentos, y ante la reiterada pregunta de cómo pensaba utilizar el recurso en disputa, dijo que los pueblos altos de la quebrada, sólo contaban con un manantial que como paqcha salía en el sector de San José, y que este manantial podría secarse si se aceptara la petición de los andamarquinos.

La discusión se venía caldeando, tanta tozudez derribaba cualquier muro de paciencia. De pronto ¡Brunnnnnnnnnnn….!, el estrépito violento de un solo trueno encima de nosotros y, antes de que pudiéramos darnos cuenta de nada, el violento chubasco de agua y granizo que nos azota sin miramientos. Con pasmosa tranquilidad, - algunos hasta con satisfacción-, los mayobambas se cubrieron con plásticos de colores que todos habían traído y se retiraron tranquilamente, mientras nosotros buscábamos refugio en nuestra desesperada huída.

¿Cuánto duró la repentina tempestad?... Creo haber perdido hasta la noción del tiempo, pero mis recuerdos me dicen que no habrá excedido de unos cuarenta minutos. Los encargados aprovecharon la coyuntura para compartir un estimulante refrigerio: papa yanuy, mote y pazi con charki kanka y presas de quyi kanka. Unas copitas de “secante”, traguito con suavizantes e iniciamos el retorno, cuando todavía caían algunas gotas berrinchudas, empeñadas en seguirnos maleando la existencia. Lógicamente, de la reunión de armisticio sólo quedó el recuerdo, ni pensar en retomarla, pues los delegados mayobambas se habían sumado a su muralla humana, contemplándonos victoriosos. Veinte minutos más de camino y allá abajo nos esperaba Wayllawarme, resplandeciente como siempre, brillando con los rayos del rutilante sol. Por aquí nada había sucedido y los pocos personajes con quienes nos topamos en el camino, nos miraban sorprendidos cuando les preguntamos por la colosal granizada.

Esta experiencia me dejó una rara sensación. ¿Cómo en sólo un segundo podía cambiar tanto la madre naturaleza y transformar un límpido cielo de sol fulgurante?... ¿Cómo y de dónde habían salido esos nubarrones que desataron semejante tempestad, si ni siquiera viento corría?...

Seguí preguntando, no me iba a quedar con la duda. Algún tiempo después, me encontré en la chacra con uno de mis “patas” que había vivido la experiencia.
- ¿Paramunqachu, Felipito Felipón?. (¿Lloverá o no lloverá, Felipito?).
- Imaynaya, don Calito, puñucharusjanimá, manaya tapuchaycusjanichu. (Cómo será, pues, don Carlitos, me había quedado dormido, no había recordado preguntarle).
- Chay vez jinachu joderuwasun. (O tal vez nos joderá como esa vez).
- Sabes imam, don Carlito. Chaypiqa, chay pendejo mayubambacunam jochata warakaykusqa. Piña jochamiki, Amaru jatarirun, carajo. (¿Sabes qué don Carlos?. En esa ocasión, esos pendejos mayobambinos habían warakeado a la laguna. Como es pues una laguna brava, el Amaru se levantó).
- Yau, carajo, millpuruwachcan carqa, au?... (Oye, carajo, podía habernos tragado también o no?.
- Jaucamiki. (Claro, era muy posible).

NECESARIO COLOFON

A capazos, el Congreso peruano ha aprobado una nueva Ley de Aguas, “Ley de Recursos Hídricos” la llaman ahora. Se vienen tiempos complicados, sin duda. Así como lo hice cuando el Gobierno promulgó el D.S. 1015 sobre venta de moyas comunales, cumplo con recordar a los señores comuneros de Andamarca, que la defensa comunal está claramente especificada en sus Estatutos vigentes, que tuve el honor de redactar hace algunos años. Ya estos asuntos están claramente previstos.
Los representantes comunales y todos los comuneros, debemos tener nuestro Estatuto a la mano y releer la Tercera, Cuarta y Quinta Declaración, de la sección inicial “DECLARACION DE PRINCIPIOS”.
Esto sobre el tema del derogado D.S. 1015.
Respecto de las nuevas normas sobre el uso del recurso agua, debemos leer el Art. 106, Capítulo 5, Título IV, Estatutos de la Comunidad Campesina de Andamarca.
La Comisión de Riego, en 2003 me solicitó prepararles un “Proyecto de Reglamento”. Desconozco si la Comunidad llegó a aprobar el documento que propuse y que obra en poder de las autoridades responsables. Les recomiendo revisar la Primera, Tercera, Cuarta y Quinta Declaración de Principios, y el Título III, Cap. I, Art. 31, inc. 31.01, 31.02.
Chayna chancallaraqyá… Minchacunacama.

Andamarca, 2009.

martes, 3 de marzo de 2009

LA ETERNA 647


- ¡Patea, pues, carajo!...
Todos lo escuchamos clarito. La enérgica orden había partido del mismísimo don Teofa. Los representativos de la gloriosa 647 de Andamarca y el de la visitante Escuela de Chipao sostenían un ardoroso partido de fútbol en el campo recién estrenado. Muy tempranito habíamos cargado en costalillos la arena blanca desde Pacupata para pintar las líneas divisorias, bajo la dirección del profesor encargado. Hubo necesidad de invitar a uno de los futbolistas más destacados del pueblo para el arbitraje. Nuestros bravos equipistas lucían camisetas que rebasaban sus cuerpos, porque habían sido prestadas por uno de los clubes locales. Como cada uno de ellos se había conseguido medias y pantalones cortos, había un entrevero de colores y estilos de la gran flauta. Los pequeños alumnos, comidos por el nerviosismo, improvisábamos desordenados gritos de aliento, dizque barras de hinchas.
Y es que ¡quién no sacaba pecho cuando se hablaba de nuestra Escuela y su campo deportivo!. El fútbol ganaba más adeptos en el pueblo, pero para practicarlo había necesidad de madrugar hasta Millupampa, distante dos kilómetros, donde se estaba habilitando un terreno arenoso, accidentado. En un principio, los arcos se marcaban con piedras, después se plantaron parantes de paqpa o maguey. Una soga gruesa, también de paqpa, servía como travesaño. La habilitación de un campo de futbol en el mismo radio urbano, claro que era asunto que interesaba a todos.
El local nuevo de nuestra Escuela se había inaugurado el 61. La colosal estructura incluía cuatro pabellones articulados en cuadrilátero, con aulas de buen tamaño, cerrando un patio interior de regulares dimensiones, donde poco a poco estamos dando forma a una gruta para nuestro Santo Patrono, dejando libres las zonas de formaciones y recreación. Después de una paciente búsqueda, habíamos conseguido un eucalipto largo y recto, le habíamos incrustado el asta y lo habíamos fijado con piedras y barro, porque es el mástil en el que izamos el pabellón nacional los días de celebración y homenaje. Paulatinamente, han ido apareciendo los jardincitos, cuidados con celo por los alumnos de cada sección. Un enorme portón daba acceso al área posterior, tremendo montonal de espinos y piedras de toda forma y dimensión. El reto estaba ahí, llamándonos a cada instante. Los alumnos, ñutis y poqtes, bajo la guía de nuestros profes, apenas sonaba la campanita del recreo salíamos en tropel y peleábamos para limpiar nuestro campo. Las piedras eran amontonadas en las esquinas y los mayorcitos, con pico y lampa, iban avanzando en el dominio de los montículos. Todos los días era la chamba, todas las semanas y todos los meses. No sé si en un año, o en dos, el caso es que logramos ganar una enorme área donde, lógicamente, se ubicó nuestro “Estadio” de fútbol.
El altísimo muro perimetral ya había sido construido por las autoridades y la comunidad, de manera que cuando en ocasiones como ésta nos visitaban alumnos de otros pueblos, podíamos ofrecerles, además de nuestra hospitalidad, los ambientes adecuados para la exposición de sus artes y posibilidades deportivas. Porque las excursiones de antes eran, pues, cosa seria. Una velada literaria-musical, con una obra teatral en tres actos, era el número central de estas visitas que, por ello, debían prepararse con mucha anticipación. En fin, esa es harina de otro costal.
Volvamos al partido ardorosamente disputado… El delantero tiene inmejorables posibilidades para el gol, pero se engolosina. Por eso, don Teófanes Gallegos Lara, nuestro profesor conocido también como Qera o Qerancho por sus ojos pardos, lanzó el grito. Y apenas advirtió la admirada sonrisa de los concurrentes, ensayó una explicación: “¡Es que hay que hablar así, de otra manera no te entienden…!”.


La actividad teatral fue cultivada e incentivada desde siempre en nuestra Escuela, por eso el Salón de Actos fue diseñado desde los proyectos iniciales. Cuántos entrañables recuerdos guardaba este lugar. A altura conveniente se fijó el escenario, en la zona de platea colocábamos sillas o carpetas y contra el muro del fondo, se construyeron con adobes, las galerías de asientos en escalera. Un aula contigua al Salón de Actos era utilizado como camarín de artistas. Todo el pueblo solicitaba nuestro Salón de Actos: allí se presentaron memorables veladas teatrales, visitas de delegaciones de otros pueblos. Las autoridades, los clubes, en fin, todos, inclusive el Colegio, solicitaban nuestro escenario.
Las funciones se presentaban a sala llena. Hasta la iluminación tenía un encanto especial, pese a desprenderse de una sola bombilla improvisadamente suspendida en algún soporte. Desgraciadamente, todavía no conocíamos la cantidad de filmadores que ahora concurren a la fiesta de agosto. Hubiéramos podido guardar tantas actuaciones presentadas ante un bullente público. Se vivía una interacción deseable en estas oportunidades. ¡Cuántas estrellas del firmamento artístico habrán quedado en el camino…! No es hablar por las puras. Si la huantinita Solier está ganando reconocimientos a nivel mundial, ¡qué no hubieran podido haber hecho nuestras actrices…!
Los ex alumnos se esforzaron para dar especiales cuidados a este entrañable ambiente. El simpático “loco” Rimbe Garayar, por ejemplo, obsequió el primer telón de boca para el escenario. Posteriormente, don Tomás Ninaco afincado en Arequipa, renovó dicho aditamento, porque el primero estaba ya muy deteriorado.
El local escolar, incluía un ambiente para la Dirección, las seis espaciosas aulas para los seis niveles de estudio: Transición, Primer, Segundo, Tercer, Cuarto y Quintos año de Primaria, que era ya el nivel de la Promoción. En el ángulo norte había dos ambientes, destinados para Biblioteca y Depósito. A un costado de la manga de salida al campo, también se tenía reservado un ambiente de usos múltiples.
A tono con su misión de prepararnos para la vida, nuestra querida Escuelita siempre fue un agitado centro de operaciones, pues nunca concluyeron las tareas de habilitación física. La primera construcción incluyó el tarrajeo de las paredes, con arena blanca, y piedras planas escogidas sirvieron de locetas en los pisos.
La vida nos dio la oportunidad de retornar a estas aulas, ya como docente. Algunos alumnos no habrán olvidado cómo nos organizamos, también con sus padres, para fijar pisos de cemento en varias aulas. Organizamos actividades para la compra de materiales, palabreamos con oficios a nuestra Cooperativa de Transportes y cargamos en su camión la arena blanca desde Pacupata y todos acarreamos las piedras necesarias. Otro diplomático palabreo a alguno de los contaditos albañiles y por un pago simbólico nos hacían la chambita. Un denominador común: todos querían el mejoramiento de su querida Escuela.
El crecimiento demográfico y la consiguiente mayor demanda de matrículas obligaron a construír más aulas. Hasta el Salón de Actos se tuvo que improvisar como aula de clases. Además de la falta de presupuestos gubernamentales, enfrentábamos un problema mayor con las viviendas que todavía quedaban dentro del perímetro general. Poco a poco se había ganado espacio, entregando terrenos de reemplazo a los moradores afectados por el traslado. La brava Comunidad, una vez más emprendió la tarea de construir un nuevo pabellón de aulas, en la esquina que da frente al grifo de Pedroperú, apenas la última familia se hubo retirado. También aquí, como en el local de Yayanchik Qata, - (la Escuela de Mujeres había sido fusionada con la de Varones en el Centro Educativo Nº 24073) -, los trabajos de habilitación de pisos, ventanas, etc., nunca cesaron, por iniciativa de los profesores, los padres de familia y por supuesto, el vigor incansable y siempre alegre de los pequeños alumnos.
El ingenio ideaba abanicos de actividades para conseguir fondos: solicitudes a entidades públicas o privadas, organización de bingos o rifas, venta de adminículos, golosinas o platillos de ocasión, etc.
Por ejemplo, en una ocasión, el grupo musical LOS MANANTIALES nos visitó y ofreció Conciertos en Andamarca, Cabana y Aucará, a nuestro beneficio. Con el dinero obtenido se compró el enorme portón de fierro colocado en el jirón Lima como acceso al nuevo pabellón. Creo que también alcanzó para algunas ventanas metálicas más.
Siempre el interés, la necesidad de ir mejorando la infraestructura, de hacer que el ambiente quede de lo mejor. El profe Alma, ahora ya está en las dimensiones de la eternidad, pero todos recordamos su celo y severidad en el cuidado de “sus” eucaliptos, los que había sembrado alrededor del campo. Les construyó altos cercos protectores y acudía a regar las plantitas con su balde todas las madrugadas a. Hasta hace poco nomás eran visibles desde el pueblo las copas de dichos árboles ya adultos, meciéndose con el viento.
En fin… Cómo no pergeñar algunas líneas de recuerdo y de entrañable afecto cuando, como en un mal sueño, recibes la noticia de que ese local ya no existe, que todo ese trabajo “ya fue”, que el local del Centro Escolar de Varones, nuestra eterna 647, ya no existe más.


Esta página la vengo publicando hace poco tiempo. Es mi propósito hablar de Andamarca, de sus costumbres, de sus habilidades y potencialidades. Trato de presentar estampas cargadas seguramente de añoranza, pero también de una renovada esperanza.
Algunos paisanos, por supuesto, preferirían leer planteamientos, posiciones, material de discusión, frente a la problemática actual de nuestro pueblo. Siempre he estado en primera línea en este menester y no necesito mayores fundamentaciones. Los hechos están ahí. Últimamente, a tono con las posibilidades modernas, mediante correo electrónico presenté un nuevo número del Boletín HATUN RIMANACUY y estamos recopilando datos para presentar el siguiente número.
Hace algunos días me han confirmado lo de la Escuela. Hace más de diez años retorné a Andamarca y comprobé cómo ya no existían ambientes y locales que fueron escenario de nuestros pasos infantiles y alentaron tantas vivencias. Sentí un tremendo vacío, una incontrolable sensación de ausencia, como cuando te arrancan, te extirpan con violencia algo tan tuyo.
Pero, qué le vamos a hacer, es el costo del progreso, dicen. Eso del recuerdo, de la tradición, son vainas, cosas de viejas, dicen. ¡Qué es eso de estar guardando piedras y paredes vetustas…!, dicen. El caso es que hay plata, hay apoyo del gobierno, hay que hacer nomás, construir y construir. Ahora tendremos nuevos localotes, modernotes, de puro cemento, ladrillo, pisos brillantes de locetas y oficinas alfombradas, todo computarizado. Los chicos que ingresen a primer grado este año, ni en sueños podrán imaginar que donde están ahora sus aulas nuevecitas, hasta hace poquito nomás se erguía gigantesco y desafiante un local construido por una vigorosa Comunidad, adobe por adobe, piedra por piedra, madera por madera, sin cobrar un centavo, aportando sudor y mucho desprendimiento. Las generaciones futuras nunca sabrán que allí vive un espacio de historia y de cojones de andamarquinos que hicieron patria y se sacrificaron por su pueblo.
En mi entrega anterior abordé el relato de la construcción del local escolar. Lo hice como parte de una publicación mayor, incluída en mi obra RELATOS PARA LA RAMADA. No estaba soñando nada de esto, pero en fin. La vida tiene que seguir.




Otro asuntito: Alguien me puede responder ¿porqué será que le cambian tantas veces el nombre a nuestra pobrecita Escuela peruana?. Cuando estudiábamos, era la Escuela Primaria de Varones Nº 647, después fue el Centro Escolar de Varones Nº 647, pasado algún tiempo fue el Centro de Educación Básica Regular EBR en sus primeros grados, después creo que ha sido el CEP Centro de Educación Primaria, a diferencia del Colegio, que entonces también se llamaba Centro de Educación Secundaria. Por eso sacaban pecho los andamarquinos cuando decían: “soy estudiante del glorioso CESGA”… y no sé cuántos nombres más: PEBAL, etc. Un tiempo más y apareció el Centro Educativo. Ahora ya tenemos que decir: “Institución Educativa”. Igual proceso han sufrido las oficinas administrativas: Inspección, Coordinación, Supervisión, Núcleo Educativo Comunal NEC, Unidad de Servicios Educativos, USE, ahora creo que es UGEL, con sus respectivas Unidades de Costeo y no sé qué más.

Felizmente ya no me obligan a dar examen como a mis queridos colegas jóvenes, porque de seguro me recontrajalan, con tal sancochado de nombres, ”está saliendo humo de la cabeza”, como decía el profe Matta. Imachiki chay.

- Tu eres serranito, ¿no?.
- A mucha honra, naturalmi cani.
- ¿No te das cuenta que con esos cambios de nombrecitos se producen unos negocitos que ahora llaman “faenones”?...
- ¡Peor…! Ahora ya se me quemó el disco duro, estoy más perdido que Machoq en cheqollo de carnavales…!