sábado, 14 de marzo de 2009

LA GUERRA DEL AGUA


Ahí estábamos: agitados, sudando algunos, empapaditos de lluvia y granizo todos. Nos mirábamos sorprendidos…, ¡qué chicha estaba pasando!… El día, hasta hace unos minutitos, resplandecía. El astro sol brillaba con alegría en el centro mismo del cielo más azul que nunca. Estábamos a orillas de la inmensa laguna. De pronto, sin que nadie lo pudiera advertir,…¡un trueno y el cielo se nos vino encima!. Desde el escenario al descampado no se veía ni asomo de refugio o roquedal donde pudiéramos correr. Allá lejos, más arriba, el último farallón. Alguien atinó a correr hacia el sur, un poco en bajada y casi desfallecientes, pudimos alcanzar una chocita desocupada, semidestruída, estancia de algún pastor que estaría en otras fronteras.

Los comentarios festivos y las observaciones casi chocarreras sobre la particular reacción de cada uno de los presentes es el telón de fondo, para escuchar algunas impresiones:
- Don Teofa, este asunto ya se fue al carajo. No hay nada que hacer, me parece que nunca hubo voluntad de arreglo.
- Sí, pues, Carlos. Ese dirigente es muy terco y cerrado, no entiende nada, hasta se muestra agresivo.

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Muy tempranito, habíamos acudido a la cita en Wayllawarmi. El Juez de Aguas de Andamarca, había pedido nuestro apoyo para el encuentro de conciliación convocado por el administrador de Riego provincial. Sucede que el agua de la quebrada de Uña Watana baja desde la laguna de Jaltinya, situada geográficamente en territorio mayobambino. El conflicto se presentaba cuando los andamarquinos subían hasta la laguna y encauzaban el rebose natural. También habían construido una compuerta, con la idea de aprovechar el recurso y evitar su desperdicio. El asunto, sin embargo, no gustaba nadita a los mayobambas.

A Dios gracias, los responsables habían provisto algunas acémilas, de modo que pudimos cumplir sin mayores sobresaltos la tremenda cuesta que iniciamos en la quebrada de Uña Watana. Una hora de difícil ascensión y la madre naturaleza nos premia con una experiencia alucinante: se abre una altipampa, verde, limpiecita, de perfectas formas, dando cobijo a una inmensa laguna de agua cristalina que respondía pesadamente al beso del viento. Es inenarrable el ambiente, hasta me pareció que estábamos hollando espacios sagrados. Algunas aves retozan despreocupadas en sus dominios y el silencio del ambiente sobrecoge. Sólo en Andamarca pudimos haber respirado aire tan puro e inmaculado. El corazón bailaba jubiloso gritando su plenitud en rítmico y acelerado compás.

Nuestra comitiva estaba conformada por las Autoridades comunales de aguas, encabezadas por el Administrador don Amancio Flores, los Alcaldes de Agua, sus “comisiones” y algunos interesados del sector. Nos habíamos integrado al grupo: don Teófanes Gallegos, quien esto relata y el Administrador Provincial de Riego, venido expresamente desde Puquio.
No había razón para el conflicto porque, desde siempre, las aguas de esta inmensa laguna rebosaban y abrían su cauce natural hacia la quebrada de Uña Watana. Con las lluvias salía tanto caudal que era imposible cruzar el riachuelo formado. Los vehículos debían interrumpir su viaje en el badén carretero, porque no se había construido todavía el pequeño puente que ahora se viene utilizando.
Era natural que los andamarquinos diéramos buen uso al agua que discurría por nuestros dominios. Claro que, vencida la estación lluviosa, los regantes controlaban tan valioso recurso, utilizando la compuerta improvisada de piedras. Los mayobambinos pregonaban ser los propietarios y dueños absolutos de la laguna y estaban decididos a no ceder su preciado contenido, aún por la fuerza. Se producían sucesivos enfrentamientos entre los regantes wayllawarminos y los supuestos agraviados. Las autoridades de aguas de Andamarca habían visitado repetidas veces a sus similares mayobambinos buscando un entendimiento. La realidad a veces es dolorosa, pero es la realidad: la gigantesca laguna no tiene una salida ni ofrece posibilidades de encauzamiento hacia el sector de Mayobamba. Un gigantesco farallón se constituye como una muralla infranqueable, mirando a los poblados mayobambinos como Tacalla, San José, San Antonio y varios más. Abajo, en el valle está Mayobamba, la capital, a orillas del río del mismo nombre.

Cuando viajamos de Lima a Andamarca, quienes van a Mayobamba o Chipao, se quedan en Cheqosno, al final de Canllapampa. A pie, vencen la cuesta de Quillimsa y descienden con facilidad a sus pagos. Hemos conocido que últimamente, ha sido construido un ramal carretero que cruza Uña Watana. Parece que nuestros vecinos del este, ya no quieren pasar por Andamarca.

Cuando los integrantes de la delegación andamarquina llegamos al punto de reunión, a orillas de la laguna de Jaltinya, nos observaba desafiante un gentío multicolor que se había situado en los contrafuertes culminantes de la cordillera, todos los mayobambas estaban ahí.
- Oiga, don Teofita, dicen que antes se han dado memorables batallas entre andamarquinos y mayobambinos por cuestiones de límites.
- Sí, pues, yo chiquito todavía he venido con mi papá. Eso era en Lintaway que es otra laguna, al otro lado, - interviene Amancio, el “Aguas de Juez”, como acostumbraban nombrarlo en el pueblo.
- Oiga don “Aguas de José”, ¿qué nos hacemos si los mayobambinos se nos vienen con todo?... Nos hacen chapchu, cómo nos defenderíamos si somos poquitos. Debiste haber solicitado garantías en el Puesto, debió acompañarnos siquiera un guardia. ¡Qué van a hacer las pobres viudas que vas a dejar si te agarran!.
- Chaimiki llaki don Carlitos. (Esa es, pues, la pena, don Carlitos). En el Puesto me ofrecieron acompañarnos, pero ahora me han dicho que tienen otras urgencias. Manachá, corresunchiki… (Confiemos en que no pase nada, correremos, pues…)
Y la risa general no despejaba por completo el ambiente de nerviosismo…
En la ribera de la laguna, centro del conflicto, nos ubicamos las comisiones parlamentarias. Se identificaron las autoridades de aguas de ambos pueblos. Los andamarcas, como autores de la iniciativa de buscar una posición neutral, presentaron a la autoridad venida desde Puquio. Por mi parte, busqué la mejor manera de improvisarme un escritorio en mis rodillas, porque, como siempre, me encomendaron el Libro de Actas. Y empezamos: “En las riberas de la Laguna de Jaltinya, comprensión de la Comunidad de Mayobamba, siendo horas 12 meridiano del día tantos y tantos,……, reunidos los representantes y autoridades… , se dio inicio a la sesión de armisticio programada por el Administrador de Riego de Puquio”, etc. etc.

Inició la ronda de exposiciones, la autoridad provincial. Explicó que él, como los concurrentes, era hombre de campo, que entendía de chacras y cultivos, pero como encargado de los sistemas de riego de la jurisdicción provincial, había acudido para mediar y dar solución al problema. Invitó a que cada parte expusiera su punto de vista, con serenidad y que entre todos busquemos el mejor arreglo. Terminó recordando la tradicional fraternidad de nuestros pueblos, ya que el agua era un recurso puesto por Dios en cantidad suficiente, para beneficio de todos.

A su turno, el representante andamarquino, explicó que se había construido esta especie de bocatoma, con recursos de la zona, porque ni cemento ni compuertas de fierro se había traído, pues no queríamos alterar nada. Que, siempre hemos respetado el territorio de Mayobamba, pero que tal vez por mala suerte el agua no salía para su lado, y que por ello no les afectamos en nada con el uso racional y graduado que venimos practicando.

El delegado mayobambino se expresó con altanería y suficiencia. Dijo que la laguna era de su pueblo y que solamente ellos utilizarían o no sus aguas que tanta falta hacía a las poblaciones altas de la quebrada. Que ha sido acuerdo unánime del pueblo no ceder ni una gota y por eso habían deshecho la compuerta y que así obrarían cuantas veces fuera necesario. Dijo, además, que si los andamarquinos continuaban abusando, ellos estaban listos a utilizar cualquier medio para defenderse.

En mi turno, invité a la reflexión a nuestros vecinos. Les dije que se desprendieran de su fanatismo, que no habíamos venido a discutirles sus derechos, pero que la realidad estaba a la vista, porque la madre naturaleza lo había dispuesto así. Que no había forma de llevar el agua hacia el sector mayobambino y que, hicieran lo que hicieran, el recurso seguiría saliendo hacia Andamarca, pues aún cuando se tapiara la bocatoma natural como ahora, cincuenta metros más abajo ya está corriendo el agua que nunca falta en Wayllawarmi. Terminé recordándoles que nuestros abuelos habían sabido compartir racionalmente estos recursos, pues estamos ante tal cantidad de agua que en nada les afectamos con los veinte baldecitos que merecemos al año.

Palabras van, palabras vienen. Ante la iracunda cerrazón del representante mayobambino, la autoridad puquiana explicó que según la ley, el agua es del Estado y que si no se llegaba a un buen entendimiento, daría cuenta a la autoridad superior para que disponga las garantías a favor de los andamaquinos. El delegado mayobambino repetía sus argumentos, y ante la reiterada pregunta de cómo pensaba utilizar el recurso en disputa, dijo que los pueblos altos de la quebrada, sólo contaban con un manantial que como paqcha salía en el sector de San José, y que este manantial podría secarse si se aceptara la petición de los andamarquinos.

La discusión se venía caldeando, tanta tozudez derribaba cualquier muro de paciencia. De pronto ¡Brunnnnnnnnnnn….!, el estrépito violento de un solo trueno encima de nosotros y, antes de que pudiéramos darnos cuenta de nada, el violento chubasco de agua y granizo que nos azota sin miramientos. Con pasmosa tranquilidad, - algunos hasta con satisfacción-, los mayobambas se cubrieron con plásticos de colores que todos habían traído y se retiraron tranquilamente, mientras nosotros buscábamos refugio en nuestra desesperada huída.

¿Cuánto duró la repentina tempestad?... Creo haber perdido hasta la noción del tiempo, pero mis recuerdos me dicen que no habrá excedido de unos cuarenta minutos. Los encargados aprovecharon la coyuntura para compartir un estimulante refrigerio: papa yanuy, mote y pazi con charki kanka y presas de quyi kanka. Unas copitas de “secante”, traguito con suavizantes e iniciamos el retorno, cuando todavía caían algunas gotas berrinchudas, empeñadas en seguirnos maleando la existencia. Lógicamente, de la reunión de armisticio sólo quedó el recuerdo, ni pensar en retomarla, pues los delegados mayobambas se habían sumado a su muralla humana, contemplándonos victoriosos. Veinte minutos más de camino y allá abajo nos esperaba Wayllawarme, resplandeciente como siempre, brillando con los rayos del rutilante sol. Por aquí nada había sucedido y los pocos personajes con quienes nos topamos en el camino, nos miraban sorprendidos cuando les preguntamos por la colosal granizada.

Esta experiencia me dejó una rara sensación. ¿Cómo en sólo un segundo podía cambiar tanto la madre naturaleza y transformar un límpido cielo de sol fulgurante?... ¿Cómo y de dónde habían salido esos nubarrones que desataron semejante tempestad, si ni siquiera viento corría?...

Seguí preguntando, no me iba a quedar con la duda. Algún tiempo después, me encontré en la chacra con uno de mis “patas” que había vivido la experiencia.
- ¿Paramunqachu, Felipito Felipón?. (¿Lloverá o no lloverá, Felipito?).
- Imaynaya, don Calito, puñucharusjanimá, manaya tapuchaycusjanichu. (Cómo será, pues, don Carlitos, me había quedado dormido, no había recordado preguntarle).
- Chay vez jinachu joderuwasun. (O tal vez nos joderá como esa vez).
- Sabes imam, don Carlito. Chaypiqa, chay pendejo mayubambacunam jochata warakaykusqa. Piña jochamiki, Amaru jatarirun, carajo. (¿Sabes qué don Carlos?. En esa ocasión, esos pendejos mayobambinos habían warakeado a la laguna. Como es pues una laguna brava, el Amaru se levantó).
- Yau, carajo, millpuruwachcan carqa, au?... (Oye, carajo, podía habernos tragado también o no?.
- Jaucamiki. (Claro, era muy posible).

NECESARIO COLOFON

A capazos, el Congreso peruano ha aprobado una nueva Ley de Aguas, “Ley de Recursos Hídricos” la llaman ahora. Se vienen tiempos complicados, sin duda. Así como lo hice cuando el Gobierno promulgó el D.S. 1015 sobre venta de moyas comunales, cumplo con recordar a los señores comuneros de Andamarca, que la defensa comunal está claramente especificada en sus Estatutos vigentes, que tuve el honor de redactar hace algunos años. Ya estos asuntos están claramente previstos.
Los representantes comunales y todos los comuneros, debemos tener nuestro Estatuto a la mano y releer la Tercera, Cuarta y Quinta Declaración, de la sección inicial “DECLARACION DE PRINCIPIOS”.
Esto sobre el tema del derogado D.S. 1015.
Respecto de las nuevas normas sobre el uso del recurso agua, debemos leer el Art. 106, Capítulo 5, Título IV, Estatutos de la Comunidad Campesina de Andamarca.
La Comisión de Riego, en 2003 me solicitó prepararles un “Proyecto de Reglamento”. Desconozco si la Comunidad llegó a aprobar el documento que propuse y que obra en poder de las autoridades responsables. Les recomiendo revisar la Primera, Tercera, Cuarta y Quinta Declaración de Principios, y el Título III, Cap. I, Art. 31, inc. 31.01, 31.02.
Chayna chancallaraqyá… Minchacunacama.

Andamarca, 2009.

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