jueves, 12 de enero de 2012

HISTORICAS CURIOSIDADES


“El primer acuerdo que con el más efusivo beneplácito adopta el nuevo Concejo Distrital en su sesión de instalación, es expresar su más cálido testimonio de reconocimiento al Gobierno del eminente estadista Dr. Don Manuel Prado y al Diputado de la Provincia Sr. Calle Escajadillo, por la creación del Distrito Carmen Salcedo”.

El texto procede del Acta de la “Sesión Solemne de instalación del nuevo Concejo Distrital de Carmen Salcedo realizada el día 5 de Junio del año de 1944”, documento forjado por el intelectual puquiano don Serafín Montoya, representante de la Municipalidad provincial de Lucanas Puquio, en el histórico acto de inauguración del nuevo Distrito de Carmen Salcedo, Andamarca. Culminaba por fin el tediosísimo proceso de distritalización de Andamarca. Pocos pueblos habrán vivido experiencia tan singular: esperar más de 16 años para que una norma legal aprobada en el Congreso alcance su nivel de ejecución.

Recordemos. El sistema republicano inaugurado el 28 de Julio de 1821 con la proclamación de la independencia del Perú empezó a ordenar políticamente al país. Durante la égida española, nuestros pueblos habían sido repartidos en Corregimientos y Encomiendas. El Virrey gobernaba la enorme colonia en nombre del Rey de España. Sus indiscutibles disposiciones abarcaban todos los aspectos de la organización humana. En tal virtud, por ejemplo, alrededor del año 1570 el Virrey Toledo ordenó las Reducciones de pueblos indígenas, medida administrativa que obligaba a la población nativa a concentrarse en pueblos organizados sobre poblaciones originarias. Estos nuevos pueblos bajo la advocación de un santo, trazaron su calles en cuadriláteros, con un espacio central nombrado como plaza de armas, en cuya área necesariamente estaban ubicados los locales de la Iglesia y el Ayuntamiento, antecesor directo de la actual Municipalidad.

No resultó fácil la tarea de organizar a todos los pueblos bajo el nuevo régimen, naturalmente. Por eso, recién en 1857, bajo el Gobierno de Castilla, por ejemplo, se reconoce a Puquio como la capital de la Provincia de Lucanas, procedente del Corregimiento de los Hatun Rucanas. Hasta entonces, el pueblo con mayor preeminencia era San Juan de Lucanas reconocido por ello como la capital de la mencionada provincia. En ese mismo año, se da también rango de Distritos a muchísimos pueblos, entre los cuales se encuentra el distrito de Cabana con la adscripción de Andamarca, Sondondo y Huaycahuacho en calidad de Anexos. Si bien la división en Departamentos y Provincias procedía de los Corregimientos y las Encomiendas españolas con sus Audiencias y Ayuntamientos, la categoría de Distrito fue una invención republicana con la idea de hacer más operativa la administración provincial.

Los andamarquinos siempre nos hemos hecho esta pregunta: Si Cabana fue reconocida como Distrito ¿porqué Andamarca no alcanzó similar rango?. Sin ningún asomo de barato chauvinismo todos los testimonios señalan a Andamarca como la población de mayor nombradía en toda la región. La Visita General ordenada por el Virrey Toledo en 1569 arroja resultados interesantes. Hay 33 Encomiendas en todo el Virreynato y nuestra región LUCANAS ANDAMARCA tiene 2081 tributarios que aportan 8260 ps. en tributos. Los pueblos de Aucará, Cabana, Sondondo, Qeqa, Chipao, Andamarca conformaban la nación de los Rukanas Antamarcas. ¿Cuál de estos pueblos tendría mayor población?. Es fácil sacar conclusiones aún en nuestros días. Hay indicadores que tomar en cuenta: áreas habitadas, áreas de trabajo y de expansión social. Andamarca se había realizado en las enormes ciudadelas de Caniche y Parqacha, además de centros menores como Maqapacha, Yarpu, Ninakiro y otros. Pero sobre todo, la inconmensurable cantidad de regiones saturadas de andenes necesitó sin duda alguna de enormes masas humanas para trabajarlas y mantenerlas en perfecta producción año tras año. ¿Cuál fue, pues, la razón por la que las nuevas instancias republicanas no acreditaron a Andamarca como Distrito?. Evidentemente, ninguna que resistiera el menor análisis. Los andamarquinos simplemente habían vivido muy alejados de estas telarañas arrimadas al nuevo poder y ni conocían y menos les interesaban estos temas.

Recién con la llegada de los inmigrantes procedentes de San Juan de Lucanas se empezó a hablar del asunto y, como no podía ser de otra forma, apenas el representante regional don Manuel Calle Escajadillo, solicitó la inclusión de Andamarca en el grupo de los Distritos, el Congreso aprobó la norma de creación sin mayores dilaciones, todavía el día 18 de febrero de 1927. Desde esta fecha hasta el 21 de Diciembre de 1943 han debido transcurrir 16 años, 10 meses y tres días para que don Armando Montes de Peralta, entonces Presidente del Congreso, decidiera promulgarla ya que ningún Presidente había cumplido con su deber. Recordemos que según nuestro ordenamiento jurídico, una vez que el Congreso aprueba una ley, la envía al Presidente de la República para su promulgación. Si éste considera que la ley no debe alcanzar su plenitud, simplemente la devuelve al Congreso, fundamentando sus objeciones. En tal caso, el Congreso estudia nuevamente su texto para insistir o para darle la razón y mandarlo al archivo. Si decide el primer paso, el Presidente está obligado a firmar la norma y si no lo hace dentro del plazo estipulado, entonces el Presidente del Congreso rubrica la ley y ordena su cumplimiento después de su publicación en el diario oficial El Peruano. En el caso de Andamarca, ninguno de los Presidentes en ejercicio formuló observación alguna a la nueva ley de creación distrital. Simplemente la ignoraron. El asunto es patético con Leguía porque ninguneó olímpicamente a su madre. El caso es que atendiendo algunas “asesorías”, los andamarquinos, aceptaron que su nuevo distrito llevara el nombre de doña Carmen Salcedo, madre del aludido gobernante. Se trataba de un homenaje perpetuo a una dama que nunca conoció ni menos escuchó noticias de pueblo tan especial. Tampoco los andamarquinos supieron algo de esta señora. Pese a tan sonoro desplante, el Distrito sigue llevando el apelativo. Cambiar el nombre en circunstancias tan complicadas, hubiera significado la necesidad de aprobar una nueva ley y después de tanta espera ¿quién estaba con ganas de más ajetreos y trámites?.

La segunda pregunta surge espontánea: ¿Qué intereses obligaron a Leguía, Billingurst y Manuel Prado a incumplir sus deberes durante tan prolongado lapso?. ¿Quién ganaba y quién perdía con el cambio de rango de Andamarca, a quién le afectaba que pasara a ser Distrito de la nación?. Con toda sinceridad, no creo que tal bloqueo haya procedido de lares cabaninos. Es cierto que en su condición de Anexo de Cabana, Andamarca cumplía algunos deberes allí, como faenas ordenadas por sus autoridades. La calle principal de este pueblo, fue trabajada y empedrada por los andamarquinos en virtud de dichas posibilidades, calle que, por cierto, ahora luce cubierta de cemento. Atribuirle a los amigos cabaninos poder para influir sobre tres presidentes es un exceso, porque simplemente carecían de los argumentos logísticos para ello. ¿SE movieron entonces, otros intereses?... Es evidente.

En Puquio funcionaba una Junta Provincial dedicada a defender a los Indígenas, recibiendo las quejas de quienes hubieran sido víctimas de abusos sociales o económicos. Recordaremos que el Dr. Víctor Manuel Arguedas, padre de José María nuestro hermano mayor, fue miembro conspicuo de esta Junta, juntamente con el Dr. Andrés Huguett, el cura Salas y otros. Conservamos, por ejemplo un Acta dando cuenta de las quejas de numerosos indígenas de Andamarca sobre abusos, precisamente, de don Manuel Calle Escajadillo que el año 20 ya era Diputado Regional. En sus sesiones, la Junta conocía las quejas y las elevaba a la Junta Departamental. Sus facultades sólo alcanzaban hasta enviar oficios a la Subprefectura solicitando garantías para los quejosos. Habría que presumir, tal vez, que el mismo diputado Calle, como mantenía estos líos con los andamarquinos, a pesar de haber presentado y hecho aprobar el pedido de la distritalización, sin embargo utilizaba el tema y no movía realmente el asunto de la promulgación. Y, claro, otros intereses asentados en predios puquianos, pudieron también haber conspirado, temiendo que se debilitara el poder provincial. En fin, el caso es realmente inédito, porque aún cuando la ley de creación había sido publicada el día 28 de diciembre de 1943, sin embargo tuvieron que pasar 5 largos meses para que - por fin - el nuevo Distrito asumiera su nuevo rol, con el acto de su inauguración.

¿Quién pudo haber sugerido esa curiosa moción de “reconocimiento” al Presidente Prado que el flamante Concejo Municipal aprobó por unanimidad como su primer acuerdo a pedido de don Leoncio Galindo, flamante Alcalde de Andamarca?... Porque, seamos realistas, yo no creo que mi recordado padrino Leoncio la hubiera carburado por su cuenta. No creo equivocarme al sostener que tal iniciativa partió de alguno de los distinguidos visitantes venidos de la capital provincial. Ahora bien, supongo que el documento habrá sido entregado inmediatamente al Subprefecto, quien en su calidad de representante del gobierno, presidía la inauguración. Sigamos especulando: ¿habrá llegado la dichosa moción a conocimiento del mandatario y éste, en un pequeñito acto de cortesía, siquiera habrá ensayado algún gesto de retribución a tan inmerecido homenaje?... Imaginamos la escena. Se reúne Prado con su Secretario. Le pregunta por los despachos del día, y éste le informa que se ha recibido una moción de reconocimiento especial que le hace llegar el flamante Concejo Distrital de Carmen Salcedo, Andamarca. Apuesto doble contra sencillo que Prado habrá preguntado con desgano: ¿y dónde chicha queda este dichoso pueblo y qué pito he tenido yo que tocar en este asunto?...

Mucha agua ha corrido bajo los puentes. Ahora que estamos en otros escenarios, todos concordamos: la moción debió manifestar protesta y repudio por el inmerecido relegamiento.
Pero, no aprendemos y la historia se repite una y otra vez. Cualquier funcionarillo de soqta categoría (como dicen en Arquipa) que llega a nuestros pueblos motiva toda una rimbombante parafernalia: los vestimos como nuestros paisanos, obsequiándoles sombreros, chalecos, ponchos y todo cuanto hay. No contentos con ello, les colgamos medallas al cuello y los colmamos de resoluciones, reconocimientos como Huéspedes distinguidos, les entregamos las llaves de la ciudad y no sé qué pirindangas más, no escatimamos en gastos aunque estemos hasta las cangallas. En la mayoría de casos, los agasajados receptores son tan ordinarios que ni se acuerdan después del oro y del moro que nos prometieron. ¿Chaynachu icha manachu, icha Nicacha llullacullayquichu?....

1 comentario:

David dijo...

Me gusta conocer acerca de la historia de diferentes ciudades de nuestro continente. Suelo viajar mucho para conocer a su gente y sus costumbres. En este momento estoy buscando vuelos a Mendoza desde buenos aires para pasar allí con mi familia, recorriendo las bodegas y todo lo que hay en dicho lugar