viernes, 28 de noviembre de 2008

LA FIESTA DEL MAIZ

Con emocionada ternura contemplábamos el descanso de la madre tierra. Había entregado brillantes, jugosos y riquísimos granos en la cosecha de mayo. Todos hemos cantado con alegría mientras despancamos las mazorcas ahítas y luego de orearlas con el sol, las hemos depositado en los trojes o taqes. Poco a poco, los enormes sembríos de maíz, de habas, de alverjas o de papas han ido entregando su apetecida producción y, claro, los rastrojos han sido saboreados por los animales. Finalmente, el terreno ha quedado en silencio. Hemos guardado la bulliciosa chala o panca para cuando el verde de los alfalfares esté seco y mustio. Las meditabundas vaquitas y sus críos nos agradecerán el haberles guardado alimento. El mes de agosto se ha consumido rápido. Los bulliciosos ulluscha se han ido sucediendo día a día, mientras íbamos limpiando las acequias y los estanques. El día 24, poseídos de indescriptible emoción y júbilo, con danzantes de tijera y coloridas estampas costumbristas hemos recibido y bendecido el agua nueva, que es la sangre fecundante de los Wamanis. El agua vida, desde entonces, sin tregua ni pausa, ha llevado su milagroso germen a los campos ya preparados. Porque antes, en nuestros andenes, hemos reconstruído los sectores que hubieran sido vencidos. Ahora, ostentan su juvenil y rejuvenecida estampa. Desde las estancias alpaqueras de las punas hemos trasladado el guano que le ha renovado energías. Ahora la madre tierra está lista y, rozagante, nos asegura ópima cosecha.
Con la debida anticipación al sembrío o pitucuy, hemos preparado la chicha de jora que está hirviendo su exquisitez en los cántaros y maqmas. Las señoras han molido en el batán el maíz, la cebada, el trigo, la achita tostados y hemos obtenido la apetitosa harinilla, conocida como “pito”. Muy temprano, hemos saboreado nuestro “almuzo”, sopa de maíz con papas, sabroso charqui y verduras nativas.
Vamos a sembrar el maíz, vamos al pitucuy. En el lugar escogido, bajo el manto protector de un árbol de molle, kiswar o eucalipto, hemos situado el centro de operaciones. Inmediatamente, por ser dueños y carguyuq de este pitucuy, hemos preparado nuestras ofrendas a la madre tierra, hermanando en orden doce pares de claveles con doce pares de coca quinto. De la caja o altar secreto, hemos extraído los frasquitos ofrecidos el año pasado, que, por cierto, están vacíos. Después de lavarlos convenientemente renovamos la chicha, el vino y el aguardiente, para el brindis de este nuevo pitucuy. Completan la mesa del pagapuy pequeñas figuras de animales, preparadas de grasa de llama untu y bañadas en harina de misa sara o maíz, y tampoco faltan los cigarros. Todos los trabajadores, también las mujeres y los muchachos, están participando con unción de la ceremonia. La coca ha sido ya distribuída, la copita de trago, el cigarro y con ellos brindamos con la mama pacha. Para recibir la coca, hemos juntado ambas manos y en la posición de la hoja sagrada hemos leído que la cosecha será abundante.
Mama Carmena está entonando con lágrimas en los ojos sentidos harawis a la mama pacha, madre tierra.
“Pachallay qente mincacusqaiqa
Wawallay,
Huerta huerta wayta mascaylla”…. UAYYYYYYYY
Cayllay lucripi, cayllay patapi,
Wawaycuna,
Qollqellawanchu duraycuykiman…. UAYYYYYYY
Qaqatunallay qollqe keraullaman,
Wawallay,
Aroti runap mamallanchikta
Qellpuycullasun. UAYYYYYYY
Qellpuycusqaqa, almadaycusqaqa,
Wawallay,
Dejaycusun, saqeycusun. UAYYYYYY
Qaytuy cuscaqa wataycusqaqa,
Mamallay,
Utqaycamunki, apuraycamunki. UAYYYYYY

El picaflor de la tierra que yo había suplicado,
Hijo mío, solamente se ocupa en
Buscar flores, huerta tras huerta.
En esta chacra, en este andén,
Hijos míos,
¿Acaso sólo por plata les duraría?.
En esta cuna de plata de Qaqatuna,
Hijo mío,
A nuestra madre que es la joya del hombre,
vamos a dejar, vamos a encomendar.
Así asegurada con lazo de seda,
Madrecita,
Vas a apresurarte, rápido vas a venir a nuestro encuentro”…..

La yunta de aradores inicia su tarea, el yugo está uncido a sus cabezas, con correaje de cuero de vaca y en la parte central ondean banderitas de colores. La dueña y sus familiares han colocado vistosas flores de campo en las cintas de los sombreros de todos los participantes y ¡manos a la obra!. Un niño, que generalmente es hijo del dueño, valiéndose de una varita, va guiando a la yunta, siguiendo las órdenes del gañán, cuya mano derecha hunde con energía el arado en la tierra y la izquierda blande el látigo amenazante.
- Ucu, ucu, qawa, qawa, dale macho, papa curacha, saya, saya, - son las órdenes del arador. (Hacia adentro, afuera, dale, padre curita, párate, descansa).
Una mujer va depositando en orden sucesivo los granos de maíz, en el surco caliente que van abriendo los aradores.
Unos trabajadores están arreglando los muros y otros hunden el pico en las esquinas y dejan la semillas en los recovecos donde no alcanzan las rejas del arado. Todo el panorama muestra una febril actividad, nadie se excluye, todos participan. A media mañana se ha suspendido un momento la tarea y los varones han renovado energías en la “miskipa” saboreando la coca extraída de su “pisca”, sazonándola con toqra. Una copita de aguardiente, y a seguir trabajando.
Cuando el sol no refleja sombra, sabemos que es el mediodía, la hora del almuerzo. Los gañanes, han desatado sus yuntas y el pusaq ha conducido a los bueyes al sector donde les aguarda un suculento refrigerio de chala y agua. Todos los participantes del pitucuy estamos ahora congregados alrededor de la mesa central, preparada con ponchos y mantas sobre el andén. Las señoras, han colocado manteles y han servido en montículos el mote y el habas puspu con la cancha. No se han olvidado las alcuzas con ají molido, combinado con verduras, así como trozos de queso seco y charqui molido. Los comentarios son continuos y las risas cubren todo el espacio, mientras vamos dando cuenta de nuestra alimentación.
Mama Carmena entona nuevos harawis, los masas o yernos tocan el pururo y todos responden con un sonoro “uayyyyy”. Ha llegado la nuera y luego de afectuosos saludos ha empezado a servir a los dueños y a todos los concurrentes el chucu: doce platillos servidos unos sobre otros con diversas especialidades de la culinaria andamarquina. Los brindis son sucesivos y la fiesta del maíz está en todo su esplendor. Las ayudantes de la dueña, están ahora sirviendo la chicha en vasos o jarros y sobre cada uno de ellos han colocado un regular montículo del almidón azucarado o pito. En el instante preciso, han llegado también los compadres. La comadre ha traído flores elaboradas en papel crepé de diversos y llamativos colores y las ha colocado en los sombreros de los concurrentes. Los dueños o pitucuq, primero y por pares. Los brindis menudean, hasta con cierto nivel de exigencia. (Continuaremos).

jueves, 27 de noviembre de 2008

MI LINDA ANDAMARCA

El cielo siempre azul, el fraterno abrazo del sol, el susurro del viento embelesado en la cabellera de los maizales, el agua cristalina meneándose coqueta al caprichoso vaivén de las acequias, millones de aves multicolores entonando melodías de ensueño, la inmensidad y protección de los cerros tutelares, el sereno e infatigable peregrinaje del río …, esta maravilla existe y tiene un nombre: ANDAMARCA.

Andamarca es comarca de extraordinaria belleza, en el Departamento de Ayacucho. La sabia geografía ha dibujado con inspirado pincel un encantador valle, arrullado por el enamorado canto del río Negromayo, rodeado y protegido por majestuosos y celosos guardianes: el AQAIMARCA, inmensa mole pétrea, el ANYANAYSO, EL KONTAYA, LINTAWAY, MISA QAQA. En sus campiñas de eterno verdor, pacen vacas lecheras con sus becerros, en feliz convivencia con ovejitas juguetonas y avecillas parlanchinas, multicolores y muy inquietas.

ANDAMARCA, (3350) m.sn.m, se ubica en el segmento nororiental de la Provincia de Lucanas. Por el norte, limita con Cabana Sur, por el este, con Mayobamba y Chipao, por el sur con Puquio y por el oeste con Lucanas. La extensión de su territorio se calcula en unas 89 mil hectáreas. Para llegar a este privilegiado lugar desde Lima, utilizamos la vía asfaltada -vía Puquio- hacia el Cusco. De Nasca iniciamos la ascensión a la cordillera y el punto más alto nos mostrará una meseta sorprendente. Aquí, miles de gráciles y coquetas vicuñas, habitantes de la Reserva Nacional “Barbara D’Achile” de Pampa Galeras, nos saludarán entusiasmadas. Dos horas más de camino e ingresamos a Puquio, capital de la provincia de Lucanas. Para llegar a nuestro destino sólo nos restan 70 kilómetros que recorreremos en poco menos de tres horas, mientras vamos descubriendo lugares inolvidables como los baños termomedicinales de Qeronta, el coloso Incapallanca, la enorme laguna de Toryana y los centros poblados de Wayllawarme y Huaqraqa.

Desde 1943 es Distrito, cuenta con energía eléctrica hace 50 años, así como con agua potable y desagüe. Los servicios de telefonía rural y celular, además de INTERNET, también están presentes. Diversas empresas de transporte con agencias en Lima y ciudades intermedias cumplen viajes diarios. Desde Puquio, es fácil abordar minibuses que cumplen el recorrido en diversos turnos. Su clima es benigno y las lluvias son abundantes entre noviembre y abril y alimentan el caudal de los ríos, los estanques, lagos y lagunas, asegurando los frutos de la agricultura y ganadería, que son medio de vida de sus pobladores.

La madre naturaleza ha sabido guiar amorosamente la mano del andamarquino a través de su rica historia, haciéndole construir monumentos que desafían a la eternidad. Vistosos balcones florecen desde hace mil años y entregan frutos de vida en sus inacabables andenes que se pierden en el horizonte.

Andamarca es cuna predestinada del arte: aquí es natural, nace en cada risco, en las caídas de agua, en los sonrientes follajes. Por eso el andamarquino canta y baila desde que nace hasta cuando viaja a otras dimensiones. Canta y baila cuando asume responsabilidades y forma su propia familia, se nutre de energía con canciones mientras elabora el adobe que después trenzará en la casa soñada, canta y baila cuando la concluye; y, claro que baila y canta cuando recibe en sus campos y collados el agua nueva, la sangre fecundante de los Wamanis y, cantando también con esperanzado afán, arropa el grano bendito del maíz en los delicados pañales de los surcos de oro, abiertos con amorosa delicadeza en el seno de la madre tierra …