jueves, 25 de octubre de 2012

FARRA DE LA BUENA

El arpa y el violín desgranan su mejor inspiración musitando arpegios de ensueño: la melodía brota en mágicos efluvios que bañan el ambiente de un raro encanto. La pálida luna detiene embelesada su paso de medianoche para deleitarse, coqueta y enternecida, con tan sentidos versos. El grupo de jóvenes, en especial y único trance, va desenvolviendo sus emociones, seguro de que la bella durmiente de turno, acoge estremecida tan escogida ofrenda. Han llegado silenciosos y, con el mayor sigilo, han situado sus instrumentos en una de las esquinas de la calle central, al pie de la ventana que, en el segundo piso, señala el dormitorio de la homenajeada. El coro, sorprende gratamente el descanso del adormilado pueblo.

- Oqeñawicha de mi vida, tierna avecilla de mis sueños, como una rosa eres hermosa, todo un tesoro de mi existencia...

Las gentes empiezan a despertar con lentitud y es imposible que no sean ganadas por tanta emoción.

De pronto, ¡zasss!, nadie sabe cómo ni de dónde, ha caído un latigazo líquido que ha bañado a los cantores, sobre todo a Gabrielito, quien empapado, olvidando el romántico y galano entorno, grita descontrolado:

- Cojo’e mierda, te voy a sacar la mierda, sal si eres hombre!!!!.

Guillermo, el compañero de aventuras, que por suerte se había situado un poquito lejos y casi ni había sido tocado por el líquido elemento, con su cuota de perversidad y sonriendo para sus adentros, le sugiere que vaya a cambiarse o secarse bien porque ha empezado a oler “de otro modo”.

- Yo he visto que el agua era medio amarillenta, - le remata multiplicando por cien mil las revoluciones de su incontenible ira.

******************************

La madre naturaleza ha estado poseída de su mejor inspiración cuando ha dibujado paisajes de ensueño en este vallecito apacible, rodeándolo de montañas afectuosas y amigas, adornándolo con verdes quebradas, manantiales y acequias inquietas, protegidas por un cielo eternamente azul. Andamarca, sin lugar a dudas, es un pueblecito encantado que deshilacha con pasión sus vivencias desde las primerísimas horas de la madrugada. Muy tempranito, empiezan a escucharse los pasos cadenciosos de hombres y mujeres dirigiéndose a sus quehaceres, mucho antes de que el sol siquiera hubiera despertado de su profundo sueño. Enseguida, empezará la embriagante sinfonía de miles de aves cantando alabanzas al Creador por un nuevo día y una renovada esperanza. El andamarquino concentra sus labores en el campo, es permanente su contacto y amoroso enfrentamiento con la madre tierra para obtenerle frutos de vida. Durante el día, como que las rectas y empedradas callecitas van aguardando en respetuoso silencio el retorno de las gentes. Cuando el sol ya se ha despedido, hombres y mujeres, jóvenes o ancianos van confluyendo a sus casas, en busca del reparador sosiego. En poquito tiempo, todas las puertas, aún de los negocios, estarán cerradas, las luces han ido rindiéndose paulatinamente, nada turba ahora la paz de un pueblo que descansa.

Pero, este grupo de jóvenes, ha decidido romper esta aletargada rutina. En las últimas horas, se han dado a la tarea de ubicar los domicilios de las chicas que han visto derramar gracia y belleza por las calles y, naturalmente, han concertado con los maestros del arpa y el violín. ¡Esta noche estamos de farra, mi querido Saulín!. Y, ¡tiene que ser una farraza de las buenas!...

********************************

Hace días que la población está convulsionada. Han llegado numerosos compoblanos, residentes ahora en ciudades de la costa. Son días de Fiestas Patrias y se aprovecha el receso para hacer una visita a la santa tierra. Antes, como que hasta los colores de la calle nos eran conocidos. Mas, cuando empiezan a llegar hombres y mujeres de la costa, las cosas cambian totalmente: grupos coloridos inundan de vivacidad y alegría todos los espacios. Las chicas, graciosas y coquetas, están empeñadas en romper nuestros límites, luciendo sus mejores argumentos. Por supuesto que está en pleno desarrollo el Campeonato Interclubes de Fútbol, singular torneo, único en el mundo. Son ocho o diez días de futbol ininterrumpido, desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde. Todo el pueblo, también los ancianitos, está ahora volcado en Millupampa, el centenario estadio de futbol andamarquino. Son más de veinte las instituciones que disputan con gallardía el título. Claro que las instituciones de residentes andamarquinos en ciudades de la costa, también están participando. El día 28, se realizará la tradicional Corrida de toros en la plaza de armas. Días de parafernalia, de alborozo y de reafirmación andamaquina.

En estas circunstancias, es imposible sustraerse al encanto de ofrecer una serenata a la chica que roba nuestros sueños. La enamorada canción es poema y es voz del alma cuando se dice en el silencio de una noche iluminada por los farolitos titilantes de millones de estrellas enternecidas. Después de este primer tanteo, mañana o pasado, la invitaremos a dar un paseo por Pusa Wayqo o Parqacha, - cuanto más lejos mejor-, para contarle nuestras ilusiones y convencerla de acompañarnos a ese mundo de ensueño que construiremos para nosotros. El rumoroso canto del río, el suavísimo abrazo del viento, el sonriente guiño del sol amigo, estarán acompañándonos, temblando de emoción ellos también, cuando tomaditos de la mano empecemos a caminar

hacia el horizonte azul.

*******************************

Pero, ¡malhaya la suerte, carajo!.¡Este Caprilín ya jodió todo, tenía que ponerse a gritar de esa manera, y todavía en la esquina que me tocaba a mí …!. Los maestros han empezado a correr tratando de poner a buen recaudo sus instrumentos y apenas hemos atinado a tomar diferentes direcciones buscando protegernos, porque las luces han empezado a encenderse en las casas vecinas y tranquilamente aquí nos pueden hacer chapchu para seguirnos bañando a su regalado gusto!!!!...

lunes, 1 de octubre de 2012

EL PRIMER CONTRATAZO

Sudorosos, fatigados, bajamos del escenario mientras iba apagándose lentamente el bullicio de las graderías, colmadas de asistentes. No entendíamos mucho lo que nos acababa de suceder. Nadie atinaba a decir una palabra mientras caminábamos agachados hacia el galpón de camarines donde guardaríamos los instrumentos en sus estuches para retirarnos a nuestras casas.

- Pacaycasa, carajo, nos sacó la quinta alto intichallapi … Chaicha qariqaaaa!.

Fue el “gordo” Adón Heredia, el vocalista, el primero en romper el hielo que se había pircado entre las tres “estrellas de la canción ayacuchana” que acabábamos de recibir nuestro bautizo de sangre, en el histórico Coliseo Nacional de Lima.

Bueno, pues. El tiempo había corrido. Calculo que estaríamos ya en el año siguiente de agosto del 69, fecha de nuestra histórica primera grabación. Porque el disco se ha demorado un par de meses como mínimo para salir al mercado y ha requerido otro mes siquiera para ganarse un sitiecito en el consenso público.

Cuando Adón Heredia se presentó por primera vez en la empresa IEMPSA, utilizó su mejor palabreo para solicitarles una oportunidad, a efecto de que su nuevecito grupo musical realizara una grabación comercial. En la estructura funcional de la empresa, el Director Artístico se responsabilizaba de conocer las propuestas nuevas, de sugerir las correcciones en los ensayos y, recién entonces, de autorizar la grabación. Tenía una vastísima experiencia y conocía la producción musical de costa, sierra y selva y de norte, centro y sur. Un proyecto musical nuevo, inexperto, realmente debía ofrecer facetas, por lo menos interesantes, para convencerlo.

Cuatro eran las principales empresas que se distribuían el mercado nacional del disco: IEMPSA, SONO RADIO, VIRREY y FTA. Lógicamente, existía una fuerte competencia entre ellas. Buscaban que todos sus artistas y conjuntos gozaran de masiva aceptación, lo que les garantizaría altísimas cifras de ventas, con el consiguiente beneficio. Un equipo de vendedores ofrecía su producto, el disco, viajando a nivel nacional, encargándose además de difundir las novedades a través de los programas especializados de las emisoras.

Cada disquera tenía su staff. Recuerdo que cuando ingresamos a este mundo, bajo las banderas de IEMPSA se contaban artistas de la talla de Jilguero del Huascarán, Pastorita Huaracina, Lira Paucina, Los Errantes, Florencio Coronado, Trío Ayacucho, Los Heraldos, entre otros. Estos dos últimos eran nuevecitos, y se disputaban el mercado disco a disco. En EL VIRREY, estaban, creo, Los Campesinos, Flor Pucarina, Picaflor de los Andes, y así. Los artistas estaban ligados a las empresas mediante un Contrato de exclusividad por un determinado plazo. La disquera, por su parte, ofrecía un número mínimo de oportunidades de grabaciones y las retribuía económicamente. Además, se establecía un régimen de regalías: la disquera debía pagar un porcentaje por la venta de cada disco. Claro que los montos los negociaba cada artista según su cotización.

Don Gilberto Cueva era el poderoso Gerente de Ventas en IEMPSA. Un personaje muy especial. Habíamos tenido ya la oportunidad de conocerlo y compartir su don de gentes, su enorme capacidad de hacer amistad y su permanente buen humor. Habrá necesidad de escribir un libro con las experiencias vividas con él. Cuando nada lo hacía presagiar, fue llamado a ese mundo de eternidad y sólo nos queda recordarlo con enorme simpatía. Estaba inmerso también en el mundillo artístico porque era Director de Los Errantes de Chuquibamba. De modo que un día que habíamos ido a su oficina, nos sugirió hacer una presentación en alguno de los coliseos. Tomó su teléfono y se comunicó inmediatamente con don César Gallegos, el dueño del Coliseo Nacional.

- Oye, César, -le dijo-, te estoy encargando a un número nuevo que es nuestro, Los Puquiales. Prográmalos para esta semana…, y págales bien, ah!.

Nos fijaron una cita y allí estuvimos, puntualitos. Nos sorprendimos con una enorme cola de gente que esperaba se abriera la enorme puerta de fierro, de malla metálica. Al rato apareció un joven que nos condujo a la oficinita del “patrón”, como empezó a nombrarlo Adón, con su característica chispa. Era un caballerito de pequeña estatura, ya entrado en años y de gran cordialidad, también. Al presentarnos, le referimos nuestro lugar de origen y las generalidades que en estos casos suelen preguntarse. Nos refirió que había llegado de su natal Cusco hacía ya una buena ruma de años al frente de su conjunto, en el que ejecutaba la flauta. Que había trabajado superando penalidades durante tantos años y que, por ello, había construido este centro en el que todos los domingos presentaba espectáculos desde las doce del día hasta las 12 de la noche. El enorme galpón ubicado en la cuadra 9 de la avenida Bolívar comprendía casi toda la manzana, porque aparte de la inmensa carpa con sus graderías de madera, se había habilitado baños en una de las franjas laterales y hacia atrás quedaban los camarines de los artistas, unos cuartitos improvisados con esteritas en el techo. Allí debíamos esperar nuestro turno, repasando el libreto y las damas se ponían los vestuarios y los infaltables coloretes.

Iba muy amena la charla con don César, pero debíamos discutir ya las condiciones de nuestro primer contratazo.

- ¿Cuántos son ustedes y cuánto creen que debo pagarles?...
- Bueno, pues, patroncito, considerando que venimos gastando pasajes desde Puquio, danos pues siquiera unos cien solcitos.
- ¿Quéeeee, cien has dicho?.... Esos amigos que están en la puerta haciendo su cola son artistas y están esperando que los llame. Con esa cantidad yo puedo contratar siquiera a cinco de ellos, y ya son conocidos, a ustedes nadie los conoce…


Razones van, razones, vienen, una broma por aquí, alguna chanza por allá. El caso es que, me parecer recordar que aceptó darnos la mitad y, como lo que realmente nos interesaba era actuar, pues, a ensayar se ha dicho para nuestro fabuloso debut.
Los miércoles hacían las contrataciones y elaboraban su programa. El jueves ya estaba el enorme cartelón en la puerta con los nombres de los artistas programados para el domingo. Este día, además, salía la referida programación en toda la página central del diario La Crónica. Desde el mediodía estaba el público ingresando al Coliseo y el movimiento no cesaba hasta la medianoche. Los maestros de ceremonias, que recién conocíamos, anunciaban al número de turno después de florearlos de lo mejor. Nerviosazos hasta nomás, estábamos los tres futuros “estrellas de la canción ayacuchana”, tragándonos unos sorbos de ron para templar los nervios y ensayando sin descanso hasta que apareció el jovencito que hacía de coordinador:

- Los Puquiales, al escenario….

"Patadita” era la chapa del animador que nos puso en los cielos al presentarnos. Nos sorprendió que llamara inmediatamente a otro conjunto. Mucho recuerdo su nombre: Los Hijos de Pacaycasa. Eran tres sus integrantes, dos con guitarras y uno con mandolina. El presentador ahora está explicando al público que sostendremos un enfrentamiento en el escenario, un “mano a mano” sensacional. El público será el único e insobornable juez y escogerá, con sus aplausos, al mejor. Esto no estaba en el libreto, pensé yo, pero confiaba en que saldríamos bien librados del trance. Tres canciones cada uno, sorteo democrático para ver quién empieza. Arrancamos nosotros. Cantamos un tema. Al toque la canción de Pacaycasa. Ahora, los aplausos para los Puquiales, juaaaaaaaaj, plap, plap, plap… Los aplausos para Los Hijos de Pacaycasa…. Hasta con gritos y silbidos llegó la respuesta… ¿Qué….? Esto no está pintando bien. El segundo tema. Igual. Aunque creo que reaccionamos alguito, parece que ahora no nos han ganado en aplausos… ¡La última canción!... Tratamos de pulirnos mejor pero, evidentemente, ya el miedo nos está ganando la partida. Los pendejuelos de Pacayucasa se mandaron con un carnavalito huamanguino y ¡chayllapaq!… Creo que “Patadita” todavía estaba alzando las manos de los Pacaycasa mientras nosotros desaparecimos lo más rápidamente que pudimos.

Desde entonces, ¿cuántas veces habremos subido a un escenario?... Pero, cada vez que lo hacíamos, durante los diez años que caminamos con el “gordo” Heredia y Los Puquiales, recordábamos a nuestros buenos amiguitos huamanguinos, con quienes –después- forjamos una muy buena amistad, por cierto.


- Muy atentos, ah, cuidadito que Pacaycasa nos despierte otra vez…!

miércoles, 26 de septiembre de 2012

LLEGO EL GRAN DIA:¡HOY GRABAMOS POR FIN!.

“MEMORANDUM” SIGNIFICA: “PARA RECORDAR, YUYANAPAQ”. _____________________________________________________________________________________ El próximo martes 9 de octubre va a cumplirse una Velada Artística en el Salón Auditorio de la Derrama Magisterial, calle Gregorio Escobedo N° 598, Jesús María, Lima. El caso es que algunos buenos amigos han tomado la iniciativa de hacer conocer los modestos trabajos que en el campo de la música he venido cumpliendo en mi vida. Quieren hacer un Reconocimiento a la intensa labor de haber lanzado al público números artísticos que alcanzaron nombradía, como LOS PUQUIALES, LOS MANANTIALES, LOS MATUTINOS, TRIO SERENATA, ANITA DEL CAMPO, NANCY MORALES, AZUCENA, ODALIZ TINCOPA, LOURDES RAZO, GRUPO RECORDAR ES VIVIR, y varios más. Quiero invitar con la mayor cordialidad a todos los generosos amigos que me dispensan su lectoría, a acompañarnos el referido día, desde las 7 de la noche. Será muy lindo y gratificante para mi modesta persona estrecharles las manos a todos y cada uno de ustedes. Este acontecimiento me ha despertado tantos recuerdos que necesito irlos compartiendo con los buenos amigos que tienen la paciencia de leerme. _____________________________________________________________________________________ ¡Al tema!, como dicen en los Cabildos de mi tierra: _____________________________________________________________________________________ La pequeña unidad, cargada hasta no más, empieza a devorar los kilómetros que nos separan de Andamarca, mi destino. Después de mi arribo de Lima he esperado poco tiempo en verdad, mientras me he ido ambientando al frío de esta madrugada puquiana y he podido familiarizarme con los naturales bochornos del cambio de altura. El chofer, bastante joven por cierto, con todas las ínfulas de ser el rey de la película, ha cumplido los preparativos. Ayudado por otros personajes, ha asegurado los bultos en el techo y, por fin, está listo a enfrentar el primer control que un patrullero de carreteras impone, apenas a dos curvas del Hospital de Puquio. _____________________________________________________________________________________ Con la serenidad de haber superado el rutinario trámite, ahora hurga con tranquilidad en sus compartimientos y coloca el disco de su preferencia. El estrecho salón es inundado por una música que no se interrumpirá en todo el trayecto. Casi no me ha agradado la selección, pero sólo me queda enfundarme bien en mi casaca, relajarme al máximo y tratar de encontrar la más cómoda posición. Ni cómo atreverse a soltar alguna sugerencia, pues la mayoría de pasajeros ha aprobado la escogencia y algunas mujeres hasta corean las canciones. Escucho la conversación de dos personajes del asiento posterior: _____________________________________________________________________________________ - ¿Esa es la Amapolita, no?. - Creo que sí, aunque también parece la Perla de Aqenana. - ¿Y cómo va tu estrella, creo que también tienes tu cantante?. - Sí, pues, ya hemos grabado esta semana. Todo está listo, en unos días más debe salir el disco. _____________________________________________________________________________________ Supongo que muy lentamente he ido cayendo en una leve somnolencia. Me veo ingresando a una sala grande, de techo muy alto, más parece una Iglesia. Todas las paredes están protegidas con forros especiales y las ventanas no se conocen aquí. El área está ocupada por biombos de madera que separan espacios como pequeños cuartitos y, en cada uno de ellos, asoman pedestales con micrófonos atados a cables negros que están regados como serpientes por todo el piso. Un tremendo ventanal con su vidrio separa este ambiente de una sala más pequeña donde se aprecia grandes máquinas: es la cabina de mando. Al centro aparece un gigante tablero con miles y miles de botoncitos de colores diversos y por todo el ambiente hay aparatos con tremendos carretes, cargados de brillantes cintas marrones, que los técnicos hacen girar a increíbles velocidades. _____________________________________________________________________________________ Estoy en shock. Realmente, creo que estoy flotando en el espacio. Después que el portero nos hiciera ingresar al estudio, han aparecido varios funcionarios y han impartido sus indicaciones, con sobrecogedora solemnidad. El mismo joven de la portería y otro de su edad, están ubicando ahora los micrófonos, atendiendo a las indicaciones que usando un micrófono les van impartiendo desde el otro lado de la pared de vidrio. La presencia del Director Artístico nos libera un poco de la asfixiante tensión y nerviosismo, porque ya lo conocemos, pues ha asistido a nuestros ensayos en sucesivas oportunidades. El es el hombre. Nos está haciendo el favorcito de avalar y autorizar nuestra primera grabación. Sin su aprobación, nadie alcanzaría este momento tan histórico. Después de largos meses de penosas gestiones, por fin ¡vamos a grabar nuestro primer disco!. _____________________________________________________________________________________ Cómo ha corrido el tiempo, desde aquel día en que me atreví a chapalear el acordeón en la salita de la casa de mis padres en Lima. Resulta que desde los primeros días de enero, Adón Heredia se había convertido en una presencia cuotidiana. Concurría a diario a ensayar dos canciones con Jorge, mi hermano. Yo atendía mis estudios en la universidad y, al llegar por las nochecitas, encontraba a los postulantes a “estrellas de la canción puquiana”, muy concentrados en su tarea. De tanto escucharlas, ya me sabía de memoria las dos canciones escogidas y, un buen día, se me ocurrió tomar el acordeón. Debo decir que, hasta entonces, era casi nula mi experiencia ejecutando huaynos. _____________________________________________________________________________________ Dos años antes, los estudiantes andamarquinos en Lima, a nombre de nuestro glorioso Club “Juventud Alianza Andamarca”, habíamos cumplido el propósito de presentar una Velada Literaria Musical en nuestra tierra. Fue una experiencia alucinante. No sé cómo me había conseguido el libreto de un drama bastante popular. Estoy casi seguro que la obrita se llamaba “El Médico a Palos”. Chicas y chicos, nos tomamos muy en serio el asunto. Primero, tuvimos que memorizar los papeles, conseguirnos los disfraces, ensayar durante más de un mes trasladándonos de Comas a Villa María o viceversa. Otros venían de más lejos, en fin. ¿De dónde nacía ese entusiasmo, esa compulsión por hacer cosas, sin que nadie nos obligue?... Claro que la tremenda función artística cumplida en el Saloncito de Actos de las Escuela, llevó otros números: canciones, recitaciones, escenas jocosas, en fin… Causó sensación un cuadro dancístico presentado por "los más chibolitos del Club", residentes en el pueblo. Mucho tiempo vivió en la retina de los asistentes el tremendo Maqta Tusuy que se mandaron mi padrino Fermín, mi abuelo Elías, don Antenor, mi tío Rober y alguien más, como en los mejores tiempos de Piruchapampa, en Puquio … Las parejas que fueron sus señoras, lucían ataviadas con wali y monillo como para despertar el más atrevido apetito. No tardó en escucharse el grito: - ¡Qué ricas cholas!... _____________________________________________________________________________________ Para esto, un primo mío, aficionado a la música, tenía un acordeoncito. No sé qué hice, a qué santos acudí, el caso es que me lo prestó para nuestra “gira artística”. Cuando llegamos a Puquio, mientras buscábamos carro para Andamarca, nos alojamos en la casa de mis padres en Chaupi, donde vivía mi abuelita con don Jorge, mi hermano menor. Al toque, éste empezó a tocar huaynitos en el acordeón que me emocionaron tanto. Empecé a preguntarme si también yo sería capaz de arrancarle tanta dulzura al instrumento. Una hermana menor que también estudiaba en Puquio, me sacó de mis alucinaciones: - A ver tú, toca Chuquibambinita”. _____________________________________________________________________________________ Confieso mi impotencia. Yo había egresado del Colegio como un ejecutante de piano de nivel básico, de principiante. Y los valsecitos o pequeñas piezas musicales populares las ejecutaba leyendo una partitura. Desde ese momento, supe que también había mil posibilidades y empecé a prestarle más atención a las radios que desde Ayacucho, Cusco o Arequipa difundían huaynos casi permanentemente. _____________________________________________________________________________________ El Ingeniero encargado de grabar para la posteridad nuestras primeras canciones empezó a dictar sus órdenes con una voz imperativa que siguió arrinconándome en mi incontrolado nerviosismo. Sospecho que se había tomado muy a pecho el letrero que en parte principal del estudio rezaba bien clarito: “EL DISCO ES ETERNO: DEBE SER PERFECTO”. _____________________________________________________________________________________ - A ver, esas guitarras ¿están afinadas?... ¿Van a grabar, van a ensayar o van a cochinear?... Al rato: - Título de la canción… Correeeeeeee!…. _____________________________________________________________________________________ Felizmente, Antonio Gutiérrez el Director Artístico, nos iba traduciendo las indicaciones. Además de nosotros los tres ilusos futuros “estrellotes de la canción nacional”: Carlos, Jorge y Adón, se habían sumado al grupo dos guitarristas más y el mismo Gutiérrez ejecutaba un enorme violoncello que encontramos en el estudio de grabaciones. Confesaré que habíamos preparado un dúo para la expresión vocal: Adón, por supuesto, en la primera voz, y Jorge le haría la segunda, mientras ejecutaba el melodio o pampa piano, sentado porque necesitaba pedalear. Con los movimientos, era natural que se desprendiera del micrófono de voz. Los ingenieros ensayaron algunas soluciones, pero siempre ocurría algún desfase. Entonces, decidieron postergar el tema de la segunda voz y le ordenaron concentrase sólo en el teclado. Concluída la grabación, ya nadie se acordó de la bendita segunda voz, porque la primera de Heredia se mostraba con personalidad propia y como que podía prescindir del acompañamiento preparado. Y desde entonces, LOS PUQUIALES, quedamos con esa característica de presentar la expresión vocal en una sola voz. ____________________________________________________________________________________ Por mi lado, yo también la estaba pasando negras. El Director contaba: “uno, dos, tres”… A veces, se producían pequeños retrasos, o los benditos dedos se empecinaban en irse a otros lugares, los implacables jerarcas se daban cuenta y paraban la grabación de inmediato. Mi mayor padecimiento, era el sudor. Ni el mejor baño turco me podría haber ocasionado tal desgaste de electrolitos. Por más que me esforzaba en tranquilizarme, la cosa iba para peor. El caso es que el copioso sudor hacía resbalar mis lentes y a media canción estaban ya colgándose de mis labios. Esta situación me desesperaba y me obligaba a maniobras perjudiciales. En mis más ilusos sueños, rogaba: “Ojalá que no se den cuenta de las fallitas”, pero, la esperanza era vana. Al toque estaba ya escuchándose el temido: ”¡correeeeee!”… A tanto llegó la tortura que no sé si de Gutiérrez o de la cabina de mando partió la orden: - ¡A botar o quemar los lentes!… Y ahí me tenía usted enfrentando otra situación más penosa todavía. Algunos dirán: - Mejor, ¿acaso tocas las teclas con los lentes?... El buen músico no necesita estar mirando el teclado o las cuerdas… _____________________________________________________________________________________ Sí, pues, pero como que los benditos lentes fueran tu carne y su ausencia como que te inutiliza. _____________________________________________________________________________________ No sé cuánto tiempo duró esta tortura… El caso es que cuando desde la temida cabina de mando dieron la aprobación final, los guitarristas que nos acompañaban gritaron con satisfacción: “¡Quedó!”, y se levantaron aliviados… Todo el grupo musical, cantantes e instrumentistas, debíamos ejecutar el tema en simultáneo, juntos, con absoluta perfección. Si yo había logrado mi digitación más pura, sin embargo pudo haberse ido una palabrita en la expresión del cantante, o alguna cuerda pudo haberse desafinado, o alguien se había salido del compás, en fin… El caso es que escuchaban la grabación y no sé cómo, pero le encontraban “el chinito”, y otra vez ¡correeeeeee!. No había posibilidades de arreglar sólo la parte equivocada. O todos, o nadie, no había términos medios. Por eso, las grabaciones se convertían a veces en procedimientos muy tediosos y no autorizaban el ingreso al estudio si la versión a grabar no estaba suficientemente montada y ensayada. En estas circunstancias, hasta llegabas a odiar a quien cometía los errores. Supongo que por esta causa, el técnico operador de la grabadora se andaba echando la culpa. Porque ante tanta fatigosa repetición, se buscaba al responsable: - ¿Quién fue?... Y desde la cabina contestaban: - Yo fui… Correeeeeee!. _____________________________________________________________________________________ Reconocían los entendidos que IEMPSA, la empresa que nos había acogido, poseía el mejor estudio de grabaciones con las más modernas máquinas. Cumplida la responsabilidad de los artistas en el estudio, los técnicos asumían otras fases fundamentales. Por eso, nuestra ansiedad por tener el disco en la mano iba creciendo sin control en los largos días de espera. “Sihuarcito” y “Arpaschay” fueron las canciones que inauguraron nuestra incursión en este difícil camino, aquel dos de agosto del 69. Algún tiempo después, yo estaba por Andamarca cuando escuché que por Radio La Voz de Huamanga ofrecían un saludo de cumpleaños con los temas que habíamos grabado con tanta ilusión. No me atrevo a describir las tremendas emociones que sentí en ese momento. ¡Yaqam imanarucunipas! … _____________________________________________________________________________________
_____________________________________________________________________________________ Bueno… Poco a poco estoy volviendo a la realidad. Descubro que ya estamos ingresando al pueblo, pues acabamos de cruzar el puente de Tincuwa. Y, mientras veo los andenes repletitos de maizales, recuerdo cómo han cambiado las cosas. Ahora las grabaciones de discos se hacen en computadoras y la tecnología ofrece tantas ventajas que hacer un disco se ha convertido casi en un ejercicio de rutina. No son necesarios los grandes estudios ni los aparatos tan complicados: un solo músico puede producir un disco muy completo, con el servicio de un micrófono, porque las líneas musicales de los instrumentos se van fijando en forma sucesiva. Y no existe el temor de equivocarse, porque la máquina se hace cargo del error, hasta te pone voz de cantante y te corrige las desafinaciones y los gallos.
¡Icha chaynachu icha manachu, icha chinachay llullacullaykichu!…

lunes, 24 de septiembre de 2012

LAS COSAS QUE A MI ME PASAN

Dicen que no es de machos andarse quejando, pero tiene que haber alguna forma para salir de esto, debo llamar la atención sobre situaciones, experiencias que no deberían tocarme, y sin embargo llegan para amargarme la vida...................................................................................................................................................................... Es claro que este asunto de la computación, sus tecnologías y ventajas, llegaron tarde para los de mi generación. Si yo escribo a máquina con los diez dedos y a una muy respetable velocidad, qué no hubiera podido hacer con la bendita computadora. Ese “monstruo” de la propaganda hubiera sido un niño de teta para mí. Pero, no por eso “me chupo”. Trato de aprender, pregunto, consulto, hasta a Academias he ido. Claro que los roches vividos son de anécdota. Algún día las compartiremos............................................................................................................................................................. El caso es que suelen presentarse casos que me dejan turulato, más perdido que huevo frito en un plato de cebiche y, por consecuencia lógica, renegando contra el mundo. Por ejemplo, esta paginita la vengo publicando hace ya buen tiempo, y no he tenido problemas las veces que me he podido comunicar con mis contaditos lectores. (Tengo una sobrina loquilla que se vacila preguntándome cada vez que nos vemos: “Tío, cuántas visitas?”)… No me he aventurado a hacer grandes cambios en su diagramación o diseño, precisamente por temor a que alguna descuadrada imprevista me deje sin bitácora, como ya casi sucedió hace algún tiempo.................................................................................................................................................................... El caso es que ahora la máquina ésta me ha inventado un nuevo problema: los textos que escribo, sin motivo aparente alguno, desconocen el formato que les doy. Los párrafos, por supuesto, los separo debidamente con los signos de puntuación necesarios y los espacios también están correctamente delimitados. Todos mis textos los preparo en el conocido Word y nunca hasta ahora se me había presentado este rompecabezas: cuando traslado el texto al esquema que me proporciona el blog, todo ingresa correctamente, como siempre. El problema se manifiesta solamente cuando se pide la publicación de la página, cuando se la manda al aire. Entonces todo el texto sale amontonado, es un solo amasijo que no respeta espacios, porque desaparecen los párrafos. En estas condiciones, por supuesto, la lectura del texto resulta siendo tediosa, sofocante, y se pierde mucho en su entendimiento............................................................................................................................................................. He apelado a todos mis conocimientos, vuelvo a copiar todo con el máximo cuidado, pero al abrirse la página publicada encuentro nuevamente el montón de palabras. Es el motivo por el cual, como un recurso desesperado, he apelado a este remedio de aprendiz, de llenar con signos de puntuación los espacios separadores. Pero, ni usted amigo lector, ni yo, estamos conformes con esta salida de emergencia. Necesito encontrar la causa de esta molestia. Soy harto paciente, pero si las cosas siguen agravándose, voy a tener que golpear la mesa gritando colérico “¡Sólo a mí me pasan estas cosas!”. Yo estoy seguro que algún lector buena gente me va a soplar el remedio. Yo sé que en estas máquinas nada es por azar o porque se le haya ocurrido “joder la pita”, como decía mi abuelita la dignísima dama sanjuanina doña Felícita Calle de Alfaro. Debo suponer que sin darme cuenta he apretado alguna función que me está causando este bolondrón y, como no la descubro, debo seguir soportando estos sinsabores, per secula secularum.................................................................................................................................................................
Otro tema no resuelto hasta ahora, es mi postergado proyecto de subir algunos videítos que voy preparando. Ni en esta página, ni en el Facebook ni en el you tube, creo que así se escribe. Mi máquina empieza a trabajar, aplico al pie de la letra las técnicas que me enseña el bendito INTERNET, pero más o menos en 60% se planta y no hay tu tía que valga. No carga más. Me dicen que es por el formato, pero lo he adelgazado, ya no hay más reducción posible, está en FLV que es el formato más livianito, pero nanay. Y, sin embargo, veo que otros amigos y paisanos suben videos a cual mejor, inclusive más largos, más pesados en consecuencia. Mi videíto no llega ni a los cuatro minutos. No creo que tampoco sea por la máquina, porque aunque chatarrona, tiene un procesador regularón y 4 GB de memoria ram. En fin. No puedo seguirme resignando con el clásico “gajes del oficio”. Alguien tiene que escuchar mi queja… ¡PROTESTO ENERGÉTICAMENTE…..!!!

martes, 14 de agosto de 2012

MI AMIGO, EL "VIEJO" LEANDRO

Después de nuestro nacimiento, poquito a poco vamos haciéndonos a las cosas de este mundo, aprendemos a conocer a los nuestros, nos acostumbramos a la luz, a escuchar voces ajenas, a reclamar con nuestro llanto, etc. Pero, ¿desde cuándo es que recordamos algo, cuáles son esas primeras escenas que se graban en nuestra memoria?... Como que hay un sitiecito especial en nuestros recuerdos, una vivencia que nos ha marcado y que nos acompaña siempre. .......................................................................................................................................................................... Cuando hago este ejercicio, veo algunas estampas borrosas, con mi padre montado en su caballo, saliendo muy temprano a los afanes de la carretera, junto con otros personajes y, en esos cuadros identifico siempre a uno infaltable, muy joven, a pie. De tanto verlo, me fui haciendo su amigo. Con cierta nitidez recuerdo la fastuosa inauguración de la carretera hacia Puquio. Todas las invenciones artísticas del pueblo salieron ese día con sus mejores galas: estaban los danzantes de tijera, los machoqs de Navidad y sus waylías, los negritos de cinta, los vasallos de carnavales, el villano, los pururus de los pitucuy o sembrío del maíz, en fin… Tremendo alborozo. Y, por supuesto, incansable, moviéndose en las comisiones, acudiendo donde lo llamaran, allí estaba él, don Leandro Tito Berrocal. .......................................................................................................................................................................... Fueron pasando los años. Mis períodos escolares, empezaron a ligarse a menesteres locales, en razón de que mi padre siempre estaba metido o como autoridad o como miembro de Comisiones que trabajaban por el desarrollo del pueblo. Terminada la chambaza de la carretera, acometieron las urgencias de los locales escolares, de la casa municipal, del ensanchamiento de calles, del agua potable, de la luz eléctrica y muchas más. Y siempre recuerdo a Leandro moviéndose en los grupos responsables. Cuando empecé a cumplir labor profesional en mi tierra, entendí por qué Leandro, junto a sus responsabilidades familiares, procuraba sumarse y ayudar en la búsqueda del progreso y el bien común. Resulta, pues, que era hijo de don Francisco Tito, sin lugar a dudas, uno de los pioneros en la dura tarea de construir nuestro pueblo. Cuando Andamarca ingresa al período republicano en un total desconcierto pues, hasta entonces, sólo había visto pasar de lejos los acontecimientos, empezó a entender que debía ponerse al nivel de la nueva administración. Paralelamente, habían empezado a llegar los inmigrantes de San Juan, rápidamente convertidos en andamarquinos enraizados. Ellos tenían más experiencia en estos asuntos y fueron descorriendo velos que secularmente habían cubierto la integridad y pureza de la Comunidad. Francisco Tito, entendió la urgencia de transformar una realidad pegada al pasado y, como dirigente, organizó y dirigió las tareas. Desde muy joven empezó a caminar por espacios que superaban los límites locales, fue conociendo otras realidades y adoptando lo mejor. Leandro me comentó alguna vez que, por ejemplo, fue su padre Francisco quien llevó las primeras semillas de eucalipto al pueblo. Antes de esta inclusión, los únicos maderos en uso, eran la paqpa y el molle. Con Francisco se logró la ubicación de los Títulos del pueblo en Huancavelica, inscritos todavía el año 1700. Los primeros intentos para tener una Escuela, también se hicieron con él, ya que había aprendido los rudimentos de la lectura y la escritura gracias al contratito que los dirigentes comunales hicieron con el párroco que a veces venía desde Cabana a atender a la feligresía. Le pagaban diez centavos por alumno, los días que después de la misa se quedaba enseñando. .......................................................................................................................................................................... Viviendo a diario estas experiencias con su padre, era natural que Leandro se contagiara sin remedio con la enfermedad del andamarquino que tan fuerte suele pegarnos a algunos. Por eso, estuvo siempre en todos los acontecimientos que hicieron historia local y regional. Recuerdo que mi padre, en las pocas ocasiones en que hablaba de sus actuaciones, me refirió que las discusiones con los miembros del Comité Pro Carretera fueron muy serias y que hubo oportunidades en que mandaron todo al diablo. Y que para decidir la ruta desde Huayllahuarme se vivieron reales enfrentamientos. Mi padre sostuvo, desde el principio, que el único ingreso posible de la carretera, debía trabajarse por Huaqraqa y Tincúwa. Andamarca, estaba y está situado geopolíticamente en la puerta de acceso a toda la región norte de la provincia de Lucanas. Los andamarquinos se estaban sacando la mugre en la cordillera a pico, barreta y comba, tragando frío y hambre, y los pueblos vecinos esperaban tranquilos. Si la carretera, desde el extremo de Toryana seguía la pampa y salía hacia Sankupata y Bellido, podía seguir por Paiqochapampa y bajar por los extremos de Lariputo para los cabaninos, con facilidad. De otro lado, si la carretera desde Huayllahuarmi seguía por Trampa hacía Panqapata, era muy favorable para los chipaínos que se jalarían la vía por Tantuñi. Mi padre sostenía que los pueblos del norte como Cabana, Aucará, Ishua, Huaycahuacho, Qeqa hasta Huacaña y Querobamba, tendrían que salir por Andamarca y, por eso, la carretera no podía desviarse hacia ninguna de las alternativas sugeridas por los vecinos que, evidentemente, eran opciones más fáciles. Era natural que por esta última razón, algunos andamarquinos, miembros del Comité, apoyaran tales propuestas. Construir un puente en Tinkúa era una decisión extrema. Primero, estaba la difícil bajada desde Huayllahuarmi a Huaqraqa y desde aquí hasta el río el reto era más gigantesco aún, por lo escarpado de la geografía. En Canllapampa, en Cheqosno, las discusiones eran airadas y los que no estaban de acuerdo se quedaban. Entonces, refería mi padre, que el único que lo seguía a cierta distancia, era Leandro. Al final, se veían solos, pero seguros de que el tiempo y las circunstancias les darían la razón. .......................................................................................................................................................................... No hace mucho, viendo el incesante ir y venir de vehículos por nuestras calles, Leandro me recordaba tales circunstancias:  Qué diría don Herminio viendo esto, tanto carro, oiga. Si no le hacíamos caso, nada de esto estaría pasando .......................................................................................................................................................................... Ya en mi período de docente, solía conversar con Leandro sobre la vida, pasión y eventos de Andamarca. Pude conocer su marcada vocación por la Historia, hacía gala de una prodigiosa memoria, porque recordaba nombres, fechas, acontecimientos que, en muchos casos y por desgracia, se han perdido en la noche de los tiempos. .......................................................................................................................................................................... Un buen día me sorprendió pidiéndome que ingresara a la función pública acompañándole como Teniente Alcalde, pues le había llegado su nombramiento como burgomaestre. Después de las primeras elecciones municipales establecidas por Belaúnde, habíamos vuelto a los nombramientos desde el Ministerio de Gobierno y Policía. No sé cómo le habría llegado la referida designación. Me resistí, por supuesto, por mis convicciones democráticas y mi posición confrontacional con el gobierno de turno. Pero, me convenció. En ese tiempo, el Municipio era una institución solamente retórica, casi. Carente de recursos, era muy poco lo que podía hacer en el tema de obras públicas, por ejemplo. Nadie cobraba un centavo, por supuesto. Casi todo el día el local permanecía cerrado, porque no había empleados. Sólo en las nochecitas podíamos reunirnos los ediles para tomar algunos acuerdos de coyuntura. Ya estábamos sobre el caballo y tratamos de organizarnos de la mejor forma. .......................................................................................................................................................................... Tuvimos una muy grata experiencia cuando, luego de muchas tratativas encabezadas por Leandro, logramos que don Ciriaco Solar regalara al pueblo un terreno bastante extenso en el Barrio de Qarmenqa, a extremidades del ahora Colegio Nacional, para ser destinado a la construcción de un Minihospital. Don Ciriaco había vivido en el pueblo y poseía algunas propiedades. Como quiera que Leandro había cultivado su amistad desde muy niño, encabezó la tarea del convencimiento. El aucarino don Raúl Bendezú se desempeñaba como Auxiliar Sanitario en el pueblo, y con él maduramos la idea de construir un local para el Centro de Salud que, entonces, atendía de manera muy precaria en uno de los saloncitos del local municipal. El asunto formal fue cumplido cuando nuestro Regidor don Florentino Ortiz, entonces alumno del Centro de Educación Básica Regular, recogió en Puquio, la Escritura Notarial de donación voluntaria extendida por don Ciriaco Solar, a favor del pueblo. Unos días después, don Raúl y Florentino, lograron que personal especializado del Hospital de Puquio les preparara un plano para el Minihospital de Andamarca. Esta gestión fue real, nosotros dejamos en el Municipio la Escritura y los Planos. Con la carencia de recursos, repito, era muy poco lo que podíamos hacer, pero ideamos algunas iniciativas en búsqueda de financiamiento para acometer la soñada construcción. Entonces, no había ni Foncomún ni las millonarias transferencias que se están manejando ahora. Una “obrita”, que también dejamos funcionando, fue la Biblioteca Municipal “JOSE MARIA ARGUEDAS”. Solicitamos libros a las Embajadas, a las Universidades y a diversas instituciones que respondieron favorablemente. No sé cómo se habría agenciado Leandro algún dinerito que nos permitió comprar un lote de libros nuevos en Lima. Nuestra Biblioteca básica, clasificada, empezó a convocar lectores. Establecimos, inclusive, el servicio de préstamos a domicilio, queríamos que prendiera la afición por la lectura. Creo que ni siquiera cumplimos un año de funciones. El caso es que un buen día le llegó la designación a otro compoblano y le entregamos el Municipio con las formalidades establecidas. .......................................................................................................................................................................... Conocidos son los aciagos y malditos sucesos que en diciembre del 83 condenaron a Leandro a su literal y cobarde asesinato, junto a 12 compoblanos. Pero, el vigor y la inquebrantable convicción andamarquina se impusieron y sus traicioneros sicarios no lograron su vil objetivo. Leandro pudo curar sus heridas y pasó un largo período de encierro en Lima, porque sus hijos, como era natural, no le permitieron el retorno. Pero, más pudo su obsesión andamarquina y, un buen día, sus calles lo vieron pasar nuevamente. .......................................................................................................................................................................... En los tiempos de su ostracismo en Lima, acostumbraba a visitarme, pues también yo estaba trabajando allí. Leandro desarrollaba una increíble capacidad de caminar, rápido y sin descanso, durante días enteros. Los kilómetros no representaban mayor dificultad para él. Recordaba haber ganado apuestas con los que cubrían la distancia de Andamarca a Puquio, ya sea a caballo o en carro. En Lima, pues, se venía hasta la casa de mis padres en Lince, a pie y regresaba igual, desde y hasta puntos verdaderamente distantes como Comas o Villa El Salvador. En Andamarca, retomó con mucho entusiasmo sus actividades agrícolas. Era común verlo en su chacra, trabajando con su hermano Tomás, recuperado también de la capital. Era un gran aficionado a la jardinería y al cultivo experimental de plantas exóticas no propias del lugar. Por desgracia, fue perdiendo el oído y resultaba ya un problema serio el poder comunicarse con él. Sus hijos le proveyeron de audífonos, pero nunca se acostumbró a ellos. No obstante ello, prosiguió el ritmo de sus actividades, asistido por su hija Fátima. .......................................................................................................................................................................... Hace unos tres años, pudimos concretar una de sus obsesivas iniciativas. Cada vez que nos veíamos, buscaba convencerme a ascender a la cumbre del Incapallanka, el coloso mirador que limita la meseta de Qellqata y se mira con el Osqonta. Recuerda, me decía, que desde el Incapallanka vamos a ver la inmensidad del espacio, incluso hasta el mar de Chala. Yo, francamente tenía mis dudas - porque mis achaques de vejete se despiertan en la altura - e inventaba pretextos que no lo convencían. Hasta que un determinado día, estábamos allí, frente a la inmensa mole, entregando nuestros pagapas al Apu Huamani. La ascensión fue lenta y fatigante por nuestras evidentes condiciones físicas, pero logramos culminar nuestra epopeya y vivimos la indescriptible satisfacción de los triunfadores. Quisimos más, estábamos frente a Llallahua, había que llegar a la cabecera de Quilcata. No era fácil el trayecto por el accidentado terreno y sólo pudimos llegar hasta Qory Wayrachina. Comprobamos cómo la insanía, la irresponsabilidad de ciertas gentes por el lío artificial inventado por las ambiciones de las comunidades de Puquio, habían producido sus maléficos efectos: estaban destruídas las construcciones, los muros incas no existían más. Apenas podían notarse huellas del muro circular, pues habían sacado las piedras para tapiar sectores que reclamaban como propios. Esta excursión fue para mí una de esas experiencias inolvidables, gratas. Admiré, una vez más, la fortaleza de Leandro, que hacía buen tiempo ya, había superado la barrera de los ochenta años. .......................................................................................................................................................................... He recibido la noticia de que el viejo Leandro ha completado su peregrinaje terreno y ahora pertenece a los espacios infinitos de la eternidad y la historia. En esas insondables realidades, se habrá encontrado con mi papá, con don Fermín, con los compañeros de todos los comités de trabajo y, de seguro, estarán planificando nuevas acciones para el progreso y el desarrollo del pueblo. Para esto, cuentan - como en los mejores tiempos -, con los más calificados arquitectos, constructores, maestros de la piedra. Aquí están, por supuesto, los Buque padre e hijo, Sánchez Cerro, Calixto Quispe, Ignacio Inca y mil nombres más. .......................................................................................................................................................................... Su lamentable deceso ha ocurrido en Lima. Sus hijos han entendido que una persona que ha querido tanto a su pueblo, reclamaría siempre el calor de su tierra, cómo podría descansar en lugares ajenos. Por eso, rindiéndole el más afectivo homenaje, lo han llevado a Andamarca. Su tierra madre lo cobija ahora. En su última morada, están creciendo los qantus protectores, cuyas flores moradas le prestarán fraterna sombra, como dice el verso quechua. .......................................................................................................................................................................... Viejo Leandro, descansa en paz. .......................................................................................................................................................................... CHUPACHAN: .......................................................................................................................................................................... … ¿Y el minihospital?, me preguntan… .......................................................................................................................................................................... Es cierto. Se ha vivido tiempos oscuros, el pueblo ha atravesado una nebulosa extremadamente perjudicial. Los años de la presencia subversiva solamente trajeron destrucción. Pero ello no puede borrar la gravísima responsabilidad de quienes, siendo autoridades y obedeciendo no sé cuáles criterios, en la etapa del llamado “repoblamiento”, decidieron construir el local del Centro de Salud en el parque público situado entre las cuadras ocho de los jirones Alfonso Ugarte y Jorge Chávez, EXISTIENDO EL TERRENO DONADO POR DON CIRIACO SOLAR y hasta un Plano para dicha obra necesaria. ¿Qué fue de dicho terreno, a qué fue destinado?... Silencio absoluto. .......................................................................................................................................................................... El problema que vive la Pontificia Universidad Católica de Lima tiene su raíz en cuestiones de herencia. Cuando se otorgan este tipo de donaciones, quienes regalan, ponen condiciones claras, básicas, sine qua non. Don Ciriaco Solar donó su terreno para que en él se construyera un Mini Hospital público, que sirviera al pueblo. Igual que en el caso de la Católica, los sucesores de la familia Solar podrían reclamar judicialmente la devolución de su bien, porque no se ha cumplido la condición fundamental, la voluntad clara y precisa del donante, pues es evidente que no se ha construido ningún centro asistencial de salud en su terreno. .......................................................................................................................................................................... El mejor homenaje al viejo Leandro, el último patriarca del pueblo, sería revertir esta injustificable situación.

viernes, 6 de abril de 2012

NUESTRA SEMANA SANTA


Claro que nos hemos ganado un sobresaltado despertar. Mi hermano y yo hemos recibido la orden de dejar la cama más temprano que nunca. Los otros días, mi papá nos pasa la voz, despertamos despacio y mientras nos vestimos, vamos notando el clarear del nuevo día y escuchando el canto de los pajaritos. Ahora no, parece medianoche nomás. Todo es diferente, algo raro está pasando. La velita está encendida y mis padres como que se aprestan a salir. Abro mejor los ojos y encuentro gente extraña en la habitación. El visitante es el inefable don Fermín Miranda, mi padrino. Apenas lo saludamos, nos dice que ha venido a recordarnos nuestra obligación: ayudar al Señor en su lento y doloroso martirio.

Es la madrugada del Viernes Santo. Anoche, estuvimos hasta tarde en la Iglesia porque mi abuelita, que ha llegado de Puquio su estancia natural, es infaltable para los rezos y ceremonias religiosas. Preocupada porque aprendamos buenas costumbres, nos ha enseñado las principales oraciones y cómo íbamos a faltar a la Iglesia en estos días de Semana Santa.

Previo zalamero palabreo, como es su característica, mi padrino nos invitó a arrodillarnos ahí mismo, al pie de la cama y, sin más preámbulos, nos propinó tres latigazos “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén”. Era nuestra modesta contribución, nuestra pequeña ayuda al Señor que en esos precisos instantes estaba siendo azotado y martirizado por los malditos judíos. Después del tercer vergazo, nos hizo besar la cruz que remataba el asa del látigo trenzado con cuero de vaca compuesto por tres delgados ramales que se encargaban de multiplicar el dolor. Las lágrimas se atropellaban por brotar, pero había que aguantarse y claro que debo tragarme también la completísima requintada contra el verdugo. Al final, me queda la satisfacción de que ayudo al Señor, a quien, por eso mismo, le debían doler un poquito menos los castigos de esos abusivos que lo tienen preso.

Un rato más y ya estamos en el templo, siempre con mi abuelita, rezando por nuestros pecados, en esta madrugada de Viernes Santo. A inmediaciones de la puerta, existe una Cruz de madera de gran tamaño. Dicen que viene todavía desde los primeros episodios de la presencia española en Andamarca. Efectivamente, la añosa Cruz muestra los rigores del tiempo ya que, por ejemplo, el ancho de los brazos no está completo y no mantiene proporción con el poste central. Un atado de flores bastante marchitas pende en la parte superior de la cabecera, sujetada por un hilo ya sin color.

Me alegré al comprobar que no fuimos los únicos azotados ese día porque mi padrino seguía dándose un festín con el látigo, ahora más grande por supuesto, porque todo Andamarca estaba aquí. Hombres y mujeres venían a rezar y ayudaban voluntariamente al Señor postrándose de rodillas ante la Cruz. Claro que mis padres también cumplieron su penitencia. “Dios Yaya, Dios Churi, Dios Espíritu Santo Amén”, repetía la jaculatoria al propinar los latigazos y, mientras retornaba a casa, se me fijó esta curiosidad ¿”y quién le habrá hecho ayudar a don Fermín o es que el muy ladino estaba pasando “piola”?...

Cumplida la penitencia, los notables del pueblo iban haciendo grupo para hacer libaciones con la “hiel del Señor”. Habían preparado un trago especial, de color verde oscuro, a base de caña de Pampatama y el molido de distintas hierbas muy amargas, con propiedades especiales, recogidas para esta ocasión. También estas libaciones eran cumplidas con la intención de “ayudar al Señor”, en recuerdo de la esponja humedecida en bazofia, fija en la punta de una lanza, que el soldado puso en su desfalleciente boca. Claro que, en la mayoría de ocasiones, los caballeros acostumbraban prolongar la sesión que, naturalmente, se convertía en una simple tranca de media semana.

La comunidad andamarquina, ha vivido intensamente, con penitencias y ayunos, la Santa Cuaresma desde el miércoles de ceniza, día en que se remataron con todo fragor las especiales fiestas de carnaval. Los días lunes, martes y miércoles de esta Semana Santa, la feligresía se ha reunido en el templo desde las 7 de la noche a rezar el Via Crucis, bajo la guía de los maestros cantores, que se ayudan con el desvencijado melodio, cuyos enmohecidos pedales acompañan con un ruido característico. Estas reuniones, fácilmente han llegado hasta medianoche. Los días Jueves y Viernes Santo, en cambio, el Templo permanece abierto durante toda la noche y los guías de la devoción popular no descansan hasta la aurora del día siguiente. Estos mismos días, a las tres de la madrugada, salen las diferentes procesiones a recorrer el perímetro de la plaza de Armas escenificando recuerdos transmitidos de generación en generación, como el Encuentro de Jesús con su Santísima Madre, camino al Calvario.

Lo que resulta inédito, realmente extraordinario, es que todas estas acciones de acercamiento al Misterio de la salvación cristiana, se cumplen sin la presencia de un Sacerdote. Como Andamarca nunca tuvo Parroquia, los sacerdotes venían muy de vez en cuando a presidir los oficios religiosos. El llamado a atender a la feligresía andamarquina es el Párroco de Cabana y, cuando le es posible, sabe visitarnos después de haber cumplido con los fieles de Cabana y Aucará. Solamente el sacristán y los cantores encabezan las oraciones y ceremonias aprendidas de los misioneros redentoristas, y la feligresía participa con el mayor recogimiento.

La asistencia a estas reuniones está conformada casi en su totalidad por hombres, mujeres y niños del sector conocido como “la gente indígena”. El castigo físico con el látigo es aceptado sin reticencias y es aplicado sin excepciones, en diversas circunstancias: cuando el padrino llama la atención a los ahijados, en los velorios de difuntos, los miércoles de ceniza, etc. Los mestizos sólo aparecen el Viernes Santo por la madrugada y el Domingo, para la Misa de Pascua de Resurrección.

Sobrecoge el fervor de los fieles en estos días. El Viernes Santo, los Mayordomos, los Prebistes y las Muñidoras visten de riguroso luto. Las oraciones y las canciones son dichas exclusivamente en quechua por los cantores y sus ayudantes. Por supuesto que las melodías son propias, inéditas y son conservadas en la memoria de envejecidos cantores que repiten salmos completos, inclusive en latín. Los Misioneros y Evangelizadores vertieron en versos quechuas las oraciones católicas, adaptando entrañables hayllis y harawis nativos que estremecen hasta las lágrimas.

domingo, 18 de marzo de 2012

MI AMIGO VITACO


Definitivamente, el día de hoy estalla a raudales su mejor inspiración y sus manos alcanzan insospechadas cumbres. Hace ya tantos días, - ni los recuerda ni le interesa contarlos -, que está construyendo una casita a su gusto y a su medida. Unas veces hasta procura venir más temprano, casi ni sorbe la humeante lawita-sopita que la solícita madre le sirve, se pasa enteritas las pocas alverjitas y los pedacitos de papas que vienen en el plato. A la carrera, se carga el atadito con el mote y el puspu (haba tostada sancochada) para el doce y sale volando porque sólo le interesa llegar a su obra.

Y, aquí está la obra. Cómo le gustaría mostrársela a su mamá, cuán orgullosa estaría. Sobresaltado, enormemente turbado por la emoción, no encuentra comodidad ni calma. Ya se sienta en el suelo, ya se para, ya se arrodilla buscando la mejor posición para contemplar el resultado de tantos días de fatiga y de preocupaciones sin descanso. Aquí está su casita, con su corralito para las ovejas, qué bien pircaditos están los muros. Casi al centro ha dispuesto la cocina y en el cuartito contiguo que es más largo, guardará la leñita y a un costado tenderá cada noche su cama: dos cueros de llama sobre el piso. Cubrirá su desnudez con algunas raídas frazadas y ponchos que ya han olvidado su edad pero que así: rotositas, gastaditas, sin color, todavía siguen abrigando cariñosas a Vitacha, don Vitalino Huamaní Ramos, el orgulloso arquitecto constructor que está culminando su mayor realización.

Vitacha, como lo conocemos en el pueblo - Vitaco para su mamá -, es un jovencito que a ojos de buen cubero no pasa de los doce años, vive con su madre en una humilde casita, con techo de ischu, de dos ambientes apenas. La puerta a la calle es un murete de piedras con dos o tres gradas de acceso. Una quincha de espinas secas de tantar kichca sirve como el candado que avisa si los dueños han salido. Cuando la quincha descansa apartada, paradita a un costado, entonces hay gente en casa y los visitantes podrán anunciarse, aún cuando casi siempre está vacía. Desde muy temprano Vitaco se va a sus ovejas y la madre debe ganarse el sustento ayudando a otras señoras en diversos quehaceres como ventear el trigo, la cebada o las habas. Otros días va a almear maíz, o a cosecharlo, en fin. Si ha estado en el ordeño de las vacas de alguna vecina, entonces es posible que se lleve una bolita de quesillo y algún baldecito con suero.

Vitaco, en cambio, se irá derechito a la casa de don Serafín, uno de los mistis del pueblo, que tiene hartas vacas, gallinas que andan por los patios, dos caballos de montar y un hato de ovejas que a diario debe conducir a la zona de los mojadales baldíos en las afueras de la población, para que se alimenten. Cuando el sol esté ya ocultándose, ordenará el retorno. A veces estos traslados son normales, pacíficos y Vitaco se anima hasta a silbarse alguna cancioncita que recuerde. Pero, en otras ocasiones, el asunto se vuelve bravo, peliagudo, y le hace encolerizar. Sucede que al borrego jefe se le ha ocurrido variar de ruta y quiere meterse en chacras ajenas. Entonces, Vitaco esgrimirá su huaraca procurando poner orden con altas voces de mando:

- Chita, carajo, yanqataq, carajoymierda carajo, mapas cay chitata carajoymierda carajo.


Otros días se encuentra con otros pastores y las chitas se entropan. Entonces la jornada se cumplirá con tareas y juegos compartidos, alternándose en el control de los animales. Pero, si los otros devuelven dos o tres veces a las ovejas díscolas, a Vitacha le ordenan muchísimas veces más, así de abusivos son con él, lo hacen correr más.

Esto de ser pastor de ovejas parece asunto sencillo, pero aparte de las alegrías propias del contacto con los animales y las campiñas, se vive también experiencias bastante pesadas. Vitaco llega temprano a la casa de los patrones, - entra por el zaguán por supuesto -, es la hora en que los “niños” están preparándose para ir a la escuela, tomando sus desayunos. A veces, la señora le alcanza un pancito y le sirve una tacita de quaker, otras veces no está y solamente la cocinera le regala un pocillo con lawa. Otros días no hay nada, sólo le queda abrir el zaguán y salir con sus ovejas. Como ya conocen el camino, no hace más que seguirlas pero debe ir ubicando los destinos más favorables porque si ya han estado varios días en un determinado lugar, los animales no van a encontrar comida y van a escaparse buscando alfalfares o sembríos verdes. Basta que uno de ellos nomás salte el muro, las demás le siguen y ocurre la tragedia, se cae el mundo. Los dueños de las chacras dañadas demandan al patrón y éste, además de la sófera carajeada a Vitacha, va a seguirle sumando el costo de los perjuicios con su respectiva yapa, por supuesto. Hace unas semanas, los carneros invadieron un cerco de alfalfa en brote. A duras penas logró sacarlos pero ya había varios con huicsa punki (hinchazón de panza). Sucede que estos alimentos a veces taponan los conductos respiratorios y los gases estomacales no encuentran salida, se embalonan y asfixian al animal. Claro que el patrón simplemente suma el costo del borreguito muerto. El caso es que Vitacha ya ni sabe cuántos años más tendrá que seguir pasteando las ovejas para pagar sus cuantiosas deudas.

Desde hace un buen tiempo ha preferido venir a esta quebrada, en la cabecera de Poqa, porque los bofedales tienen regular producción de gramillas y las ovejas están más tranquilas. El lugar está bastante alejadito del pueblo, hay que caminar un poco más, pero está más seguro porque felizmente no vienen otros colegas pastores. Aquí ha ubicado un corredorcito casi escondido, relativamente amplio y protegido por piedras grandes, donde ha construido esta su monumental obra: la casita cuya imagen le ha venido persiguiendo aún en sus sobresaltados sueños.

**********************

- Manam aypanchu, achcata apamunki qollqeta, manam aypanchu chaynikiqa. (No alcanza, tienes que traer bastante plata, eso que tienes no alcanza).

Don Julián Puno ya le había repetido varias veces la advertencia, pero Vitacha seguía mostrándole tembloroso, las dos moneditas de veinte centavos que había guardado como su mayor tesoro durante tanto tiempo. Con el rostro suplicante, desencajado, le señalaba al comerciante el juguetito que quería llevarse con sus monedas.

Julián Puno conducía el mayor establecimiento comercial del pueblo, el más surtido. Hacía algunos años había llegado de su natal Sicuani y había establecido una pequeña tiendecita en una de las esquinas del céntrico Jirón Lima. El mote de Puno se lo había regalado el pueblo, porque al principio sólo ofrecía pequeñas chucherías procedentes del sector puneño, como polvos de colores, espejitos, bolitas de cristal, agujas, ojotas de jebe, en fin. En poco tiempo supo surtir su negocio de manera que se convirtió en el almacén de la comarca. No sólo vendía abarrotes, alimentos, también ofrecía prendas de vestir. Sus vitrinas reventaban de hilos y cintas de seda, y cómo iban a faltar los juguetes. Hace dos días que ha rellenado sus mostradores con la mercadería recién llegada de Lima a donde acostumbra viajar con frecuencia. Las señoras ya se han pasado la voz sobre las novedades traídas y los chicos están sobresaltados con tanta juguetería que despierta sus apetitos.

Nadie sabe cómo, también Vitaco se ha aparecido por aquí y se ha quedado absorto, mudo, atontado con el caballito de cuerdas que don Julián hace caminar de rato en rato para convencer a su clientela. Y, de tanto venir a ver el caballito, - apuradito, después de entregar sus chitas -, le han entrado unas ganas irrefrenables de llevárselo consigo. Qué bien se vería al caballito en el amplio corral de su casa de Poqa. Claro que cuando la planificó y construyó, sólo pensaba en las chitas, pero no habrá problemas ahora para hacer la ampliación necesaria. Algunos días, tendrá que jalarlo y tenerlo parado en la puerta de su casa, igual que el caballo ensillado de su patrón, allá en el pueblo.
Al principio ni había reparado en el caballito, pero poco a poco le ha ido ganando la curiosidad, después el deseo y ahora la necesidad de llevárselo consigo. Por eso, ha abierto su escondite más sagrado en busca de la añosa cajita de fósforos que guardaba su enorme capital. Una vez, - hacía ya cuánto tiempo -, venía por la calle central detrás de sus chitas y advirtió algo raro y brillante en el piso y, al alzarlo, se encontró con una monedaza de veinte centavos, que fue su primer capital. Lo admiró sin descanso durante días y después lo guardó en el hoyo más inubicable del mundo. Mucho tiempo después, una señora le pidió ayudarla con algunos bultos, y como pago le regaló otra monedita también de veinte centavos. Entonces sí, supo que alcanzaba el cielo con tanto dinero que guardaría con el mayor celo para siempre. Pero, ahora, no queda alternativa, tiene que llevarse el dichoso caballito. Con gran cuidado y mayor emoción se hizo de sus monedas y, temblando, se acercó a don Julián y valiéndose de su escaso lenguaje, sólo con señas casi, le pidió el juguete.

Pero este don Julián no le hace caso a su dinero. Vitaco no lo puede creer, piensa que se está equivocando el señor, que tal vez no se ha dado cuenta de toda su plata. Aún ha tratado de perseguirlo y convencerlo, pero ya el comerciante se le ha escapado.
Ahora siente cómo poco a poco se le va derrumbando el mundo, se van cerrando las cortinas de la ilusión y la esperanza, y se le van terminado las fuerzas. Qué lindo sería morirse ahora, flotando en el aire libremente, sin destino ni final. La saliva amarga y escasa lo envenena, el corazón late con descontrol y el aturdimiento general lo ha vencido. Le han entrado unas inmensas ganas de llorar, calladito, sin que a nadie le importe, llorar y llorar hasta que se acaben todos los días y todos los meses y todos los años. Las personas que iban entrando al negocio ni cuenta se daban de la tragedia de Vitacha. Algunos, ensayaban jugarle alguna broma, pero él no les oía, no los veía, no los sentía, había perdido toda noción de realidad y sólo ansiaba desaparecer, hacerse nube, hacerse aire, no saber, no sentir. Yo recuerdo clarita la escena. Había venido de la escuela donde cursaba el tercero de primaria y, como solía hacerlo con frecuencia, ya estaba en la tienda del Puno, mi vecino. Quise saludar a Vitaco pero viví su enorme drama y supe cómo no le alcanzaba el cuerpo para tanta tristeza. Entonces conocí que el dolor es tan malo, tan cruel, tan maldito. Con mis nueve años, sentí la impotencia de no poder ayudarlo. ¿Cómo lo haría, dónde encontraría el dinero?. Si le pedía a Julián que me fiara el caballito, se lo iba a consultar a mi papá y por supuesto que éste no lo iba autorizar… Recurrir al chanchito de los ahorros…, pero si apenas tenía un solcito que me había regalado el padrino Leoncio la última vez que pasó por aquí. Tal vez pudiera convencer a mi mamá, pero nunca iba a permitir que después le regalara el juguete a Vitacha. Nadie tendría que verme cargándome angustias ajenas, pero sentí perder todo aliento, cayendo en un infinito desánimo. Aturdido, sólo atiné a meterme en mi huerta y no sé ni cuánto tiempo estuve sentado al pie del manzano floreciente, no sé si habré llorado, cuando desperté tenía el pecho mojadito y el corazón repleto de tristeza.

***************************

- Masaykis huañucun cunan tuta. (Dicen que tu yerno ha muerto esta noche).

Mariacha, la hija de la tía Laura, con quien habíamos crecido en nuestros juegos y en nuestras ilusiones de niños, me soltó la noticia casi sonriendo, en la calle. Tardé un buen momento en saber de quién se trataba, porque jodida como es, no sería raro que me estuviera jugando alguna de sus bromas para carcajearse a mis expensas.

- ¿Maiqen masaytaq huañucunman carqa, manachu onqoqtaqa yacharanichu?...(Cuál de mis yernos pudo haber fallecido, no supe que alguno estuviera enfermo).
- Masayki Vitacha yá. Apita micuspas, huicsa nanaywan wañurun cunan tuta. (Tu yerno Vitacha, pues, dicen que esta noche ha muerto con cólico por haber comido mazamorra).
- Un ángel más en el cielo, - pensé en mis adentros.

Un ángel más, que habrá llegado al cielo con su eterna sonrisa y estará enseñando a los otros angelitos la casita que había sabido construir. Y, claro que es un ángel en el cielo, porque jamás hizo mal alguno, siempre vistió su blanca inocencia. La madre le llevaba a la Escuela año tras año con su descolorido bolsoncito para el cuaderno y el lápiz, pero encontraba la misma recomendación de los maestros: le decían que Vitacha no había venido con la capacidad completa, que era ampicha, zoncito, que no aprendería a leer y que mejor ya no lo mandara. Y, por eso, como era crecidito ya, había aceptado que entrara a pastear la ovejería de don Serafín.

Conforme avanzaba en edad, Vitacha ya se había convertido en una figura popular. Todos buscaban jugarle bromas, le provocaban para que hablara algunas incoherencias que les parecían graciosas. Siempre estaba sonriendo. Alguien le había enseñado a defenderse cuando lo molestaran más de la cuenta, soltando a sus ofensores un montón de carajoymierdacarajo en una cadena sin fin. Después, cuando llegó a ser mayorcito, le empezaron a fastidiar con las pasñas (jóvenes) casaderas y buenamozonas . No faltó quien le enseñó a responder jactándose como el yerno:

- Masaykim cani, carajoymierdacarajo, yanqataq carajoymierdacarajo.(Yo soy tu yerno, carajoymierdacarajo, mucho cuidado, carajoymierdacarajo).

Por supuesto que en poco tiempo se había convertido en el yerno del pueblo.

Por esos años, quisieron enseñar a leer y escribir a la gente mayor, que ya no podía ir a la Escuela. Los instructores los reunían en determinadas casas cuando el sol ya se había ocultado. Claro que matricularon a Vitacha quien acudía entusiasta después de guardar su rebaño. Necesitaban hartos nombres de participantes para demostrar que sí estaban trabajando. Y todos los días lo veía usted, empeñado en conocer las letras de su abecedario y en dibujarlas en su cuadernito. No se agotaba la imaginación de los palomillas del pueblo que se hacían sus amigos y le jugaban hasta bromas pesadas, aprovechando su especial condición. Un día, ese Chapaco, el pape Avicho y el taqla wasa lo habían instruído y convencido para que se apareciera donde sus patrones a decirles que ya sabía leer. La señora, picada en su curiosidad, le pidió demostrárselo. Vitacha, orgulloso leyó en su cartón, señalando los caracteres con los dedos, separando bien las sílabas y entonándolas como en la escuela:

- Car-ca si-ra-pin. (Sucio sirapin).

La señora que no entraba en vainas, se arrebató y terminó dándole un lapo al pobre Vitaco. El pueblo conocía a su marido como Sirapin y le endilgaba la virtud de ser roñoso, tacaño y egoísta.

Los días y los meses siguieron amontonándose sin descanso, al pueblo le tocó vivir sucesos increíbles e injustificables. Mucha gente se tuvo que ir para defender sus vidas, pues nadie estaba seguro de amanecer ya que aparecieron unos supay que mataban a los cristianos como si fueran moscas, sin motivo alguno. Vitacha siguió avanzando en edad y, como ya no tenía el rebaño ajeno desaparecido, tuvo que aprender a defenderse haciendo labores del campo, en su condición de hombre adulto.

*********************

Son días de Navidad y, aún cuando ya estamos saturados de esta ruidosa parafernalia comercial que reduce tan bonita fiesta a florecimiento de los grandes negocios en tiendas y mercados, no hemos podido evitar sin embargo que, a veces, nos gane alguna curiosidad y renazcan ilusiones que creíamos enterradas.
Mirando unas aparatosas vitrinas llenas de luces, recordé a Vitacha. Lo ví tan nítidamente, alcanzando tembloroso sus cuarenta centavitos a Julián Puno. La escena era la misma, pero esta vez, quien acariciaba con angustia los tres billetitos envejecidos y de poco valor, era yo mismo, preguntándome cómo haría para que alcancen y sean suficientes para llevarme ese adminículo que tanto necesito. Y, como aquella vez, sólo quedan espacios para la angustia y el desconsuelo.

De una esquina, me está mirando Vitaco con sus lágrimas silentes y, como en la tienda del Puno hace treinta años, algo se ha vuelto a romper muy adentro y, nuevamente, ríos de lágrimas se están atropellando para salir… De alguna radio lejana, se escucha este cantar:
“Se ha muerto la tristeza,
ayer yo la enterré,
entre las verdes malezas,
para siempre la dejé…”
Nadie lloró por ella,
Ni su triste soledad
Ni sus lágrimas amigas:
En su soledad quedó…”

lunes, 27 de febrero de 2012

LAYQADAS MISTERIOSAMENTE CURIOSAS


Un sentimiento de emoción general rebalsa los muros del pueblo. Un año más ha caminado y, de pronto, las delegaciones de los clubes organizados en ciudades de la costa ya están llenando de color las calles y plazas del pueblo. Los andamarquinos tienen la virtud de buscarse y juntarse en los lugares donde les toque vivir. Organizan sus maneras de convivencia, participan en sus fiestas familiares, y – cómo no -, solemnizan con todo las celebraciones tradicionales al puro estilo de la santa tierra. En Navidad, que es la Fiesta del Niño Víctor, las plazas de Lima, o de Ica, o de Cañete, o de Mala o de Chilca han acogido el sabor y el color de las costumbres y las ritualidades, al mismo estilo de Andamarca. Los clubes o asociaciones de significación local, cuentan ahora, con filiales en dichas localidades y acostumbran realizar visitas al pueblo madre en oportunidades significativas. Estas organizaciones, pequeñas al principio, tienen ahora una personalidad que los distingue, crece el número de sus asociados y la calidad organizativa es de primera. Cuentan con Estatutos, eligen su Junta Directiva, y demás. Han llegado las Fiestas Patrias, y es la oportunidad para vivir el más caracterizado campeonato de futbol del mundo.

Desde el 20 de Julio de cada año, Andamarca vivía los diez días futboleros más intensos de la historia, porque un mínimo de 20 equipos disputaban el preciado Título, en una sola cancha, guerreando todos contra todos. Era necesario programar no menos de diez partidos diarios, de una hora de duración cada uno y las intensas jornadas no paraban un minuto, desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde. No resultaba extraño que según el rol de encuentros, algunos elencos jugaran dos y hasta tres partidos en el mismo día. Todo el pueblo se trasladaba a Millopampa, el barrio donde se ubica el Estadio. Todavía no había Televisión ni celulares ni internet, de manera que las andamarquinas cumplían con calidez sus responsabilidades; pero durante este período, iban a ordeñar sus vacas de madrugadita, así como los varones a resolver los quehaceres de la chacra. A la hora convenida, todos estábamos corriendo tras la pelota o alentando a nuestros representativos. Quien llegaba a Andamarca en estos días, encontraba casi un pueblo fantasma, apenas algunas viejitas asomaban en el umbral de sus casas. Había que llegar al extremo norte para advertir la enorme algarabía popular.

Algunos años estuve a cargo de la Liga de Fútbol y organizamos los torneos de mayor nombradía, y ello fue posible porque se contó con un personal decidido a cumplir sus funciones con enorme responsabilidad y contracción.

- Yau, don Carlos. Imaynataq kay. Alcaqa allinchachiki au?. Chay pelota qaytaqkunaqa Alcallapapichus casqa?... (Oiga don Carlos, ¿cómo es esto?... La (sra) Alca debe ser buenaza, no?... Porque me parece que los futbolistas están donde ella nomás...
- ¿Imaynampi?... (¿Cómo así?).
- Manaraq carrumantapas allintaqa uraycamuchcancuchu, Alcapaman defrente pasancu. ¿Llapallantachu Alcaqa ganachinqa?.. (Ni siquiera han terminado de desembarcar del carro, directo se van donde Alca… ¿Será que Alca les va a hacer ganar a todos?)...

Efectivamente, quienes no las tenían todas consigo eran los responsables de los clubes contendientes, sobre todo los venidos de la costa. Había quienes llegaban dos o tres días antes de la inauguración para ver el tema logístico, pero sobre todo para solicitar sesiones especiales con Alca.

Alca, era el apelativo de una mujer un poco mayor, con un ojo malogrado y que tenía la fama de ser entendida en las artes ocultas del chamanismo y los pactos secretos. También hacía curanderismo. Si se perdía el animalito…, directo donde Alca, quien hacía el seguimiento con sus aditamentos especiales, y te orientaba para ubicarlo o pescar a los ladrones. Claro que tampoco faltaban los amarres, los pagos de amores no correspondidos y los arreglos de la suerte. Todo esto era parte del run run popular. Desconozco los grados de aciertos, resultados felices o fatales.

La oficina de Alca, pues, se colmaba de visitantes en estos días deportivos. Todos iban a lo mismo: a que Alca les haga un trabajito secreto para que su equipo de fútbol triunfe sin reparos, lo cual involucraba la necesaria derrota del rival. Alca, igual: les hacía los trabajitos a ambos y todos felices. Inclusive, los representantes intercambiaban opiniones en la antesala, aún cuando les tocara enfrentarse horas más tarde.

- ¿Cuánto te está cobrando la señora, creo que me está agarrando…?

Alca, pues, hacía su agosto en julio, habida cuenta que no se daba abasto para tanta demanda. Para potenciar el vigor y la habilidad de los jugadores anulando los de los rivales hacía sus invocaciones misteriosas con zahumerios especiales, les vendía pócimas secretas, amarraba cabellos o fotografías…, en fin. Después tenía usted a los solicitantes en difíciles afanes: a los unos tratando de enterrar misteriosos ataditos en inmediaciones de los arcos y a los otros, tratando de descubrirlos.

La curiosa pregunta me obligó a proveerme de la mejor información que pude conseguir. Al final, sólo quedaban espacios para la incrédula sonrisa. Me vino a la mente, muy clarita, la sabia frase de “Pepe Melgar el Aborrecido Faraón Huanca”, mi inolvidable amigo, que manejaba estadísticas contundentes:

- En el Perú, nacen 150 personas por día, el 15% muere por enfermedades antes de cumplir los quince años, y de ese 85% que queda, ¡TODITITOS SON COJUDOS!...

Era innegable que dicha mujer: analfabeta, supuestamente ignorante, tenía la admirable capacidad de convencer a sus visitantes, les contaba la misma historia y – lo más importante -, les cobraba a todos. Sobre los resultados, bueno…, es sabido que los del glorioso Club Juventud Alianza Andamarca nunca recurrimos a estos menesteres, nunca pasamos por estos consultorios y salíamos campeones absolutos año tras año, con todas las de la ley.

- ¿Ymaynataq chay, llapallantachu ganachinqa, manachu pipas pirdinqa llapallan ganaruptinqa?.. ¿Qukmanchús…?... (¿Cómo es eso, va a hacer ganar a todos, y entonces nadie va a perder…? ¿Qué raro, no?).

El recuerdo me vino cuando en el mes de noviembre pasado tuve la oportunidad de exponer algunos conceptos sobre el proceso de preparación de los Danzantes de Tijeras en Andamarca. La Asociación de Danzantes de Tijera realizó entonces su II Congreso Nacional en el Museo de la Nación de Lima y concurrí como invitado integrándome a la Delegación de la Asociación de Danzantes APU AQAYMARKA. En el pequeño conversatorio posterior, se planteó el tema de los dansaq que dicen tener la capacidad de “amarrar” al rival con artes ocultas. Los maestros dansaq y sus músicos refieren hasta increíbles experiencias vividas personalmente. Maestros músicos que hacen reventar las cuerdas de los instrumentos de los contrarios o dansaq que llegan a inutilizar al rival produciéndoles accidentes, etc. El mismo Cirilo Inca, el andamarquino dansaq insignia, ha referido que, todavía adolescente, tuvo que bailar en una plaza grande sustituyendo ocasionalmente a su tío y maestro Daniel Inca, porque sin mayor causa, había amanecido con las manos atadas, inutilizadas a punto tal que ni siquiera podía calzarse los guantes. Refiere Cirilo que su tío y mentor aceptó el problema, recurrió igualmente a sus conocimientos y, salvada la emergencia, pudo continuar su trabajo artístico con normalidad. Se suele comentar que estos conocimientos ocultos son de diversos niveles y que algunos maestros se vuelven casi invencibles porque ingresan a estos terrenos vedados por la ética y el valor abierto. Cuando en los atipanacuy asoman ciertas dificultades injustificadas, los contendientes advierten la presencia de estos artificios, y suelen enviarse mensajes:

- Ama cachillawan, negalchata qonaycukusun, danzaqmi canchik, manan layqachu. (Sin artes ocultas, vamos a rivalizar con legalidad, somos dansaq, no somos brujos maleros).

Estos conocimientos secretos pertenecen a su legajo personal y es muy difícil ingresar en sus campos. En consecuencia, no es posible explicar fenómenos que tal vez exploten capacidades paranormales y sicológicas. En el mismo evento de noviembre, se escuchó la denuncia de un viejo maestro de la escuela huancavelicana quien descalificó abiertamente a otro rival:

- Tu no eres dansaq, - le dijo -, tu simplemente eres un layqa, practicas la brujería.

Otro tema, muy diferente y de positivo cariz, es el que concierne a los maestros curanderos. Poseen conocimientos transmitidos de generación en generación y obtienen resultados sorprendentes cuando enfrentan enfermedades, utilizando elementos de la madre naturaleza como las plantas con propiedades, piedras o metales traídos de lugares muy especiales. Pero, bueno, esto es harina de otro costal.

El tiempo ha pasado… Mucha agua, gritando bajo los puentes, se ha ido a destinos sin retorno. En alas de recuerdo y la añoranza, estoy viendo a la vieja Alca, - ahora ya en los reinos de la eternidad -, frotándose las manos porque ya llega julio deportivo y empiezan las visitas especiales.

jueves, 12 de enero de 2012

HISTORICAS CURIOSIDADES


“El primer acuerdo que con el más efusivo beneplácito adopta el nuevo Concejo Distrital en su sesión de instalación, es expresar su más cálido testimonio de reconocimiento al Gobierno del eminente estadista Dr. Don Manuel Prado y al Diputado de la Provincia Sr. Calle Escajadillo, por la creación del Distrito Carmen Salcedo”.

El texto procede del Acta de la “Sesión Solemne de instalación del nuevo Concejo Distrital de Carmen Salcedo realizada el día 5 de Junio del año de 1944”, documento forjado por el intelectual puquiano don Serafín Montoya, representante de la Municipalidad provincial de Lucanas Puquio, en el histórico acto de inauguración del nuevo Distrito de Carmen Salcedo, Andamarca. Culminaba por fin el tediosísimo proceso de distritalización de Andamarca. Pocos pueblos habrán vivido experiencia tan singular: esperar más de 16 años para que una norma legal aprobada en el Congreso alcance su nivel de ejecución.

Recordemos. El sistema republicano inaugurado el 28 de Julio de 1821 con la proclamación de la independencia del Perú empezó a ordenar políticamente al país. Durante la égida española, nuestros pueblos habían sido repartidos en Corregimientos y Encomiendas. El Virrey gobernaba la enorme colonia en nombre del Rey de España. Sus indiscutibles disposiciones abarcaban todos los aspectos de la organización humana. En tal virtud, por ejemplo, alrededor del año 1570 el Virrey Toledo ordenó las Reducciones de pueblos indígenas, medida administrativa que obligaba a la población nativa a concentrarse en pueblos organizados sobre poblaciones originarias. Estos nuevos pueblos bajo la advocación de un santo, trazaron su calles en cuadriláteros, con un espacio central nombrado como plaza de armas, en cuya área necesariamente estaban ubicados los locales de la Iglesia y el Ayuntamiento, antecesor directo de la actual Municipalidad.

No resultó fácil la tarea de organizar a todos los pueblos bajo el nuevo régimen, naturalmente. Por eso, recién en 1857, bajo el Gobierno de Castilla, por ejemplo, se reconoce a Puquio como la capital de la Provincia de Lucanas, procedente del Corregimiento de los Hatun Rucanas. Hasta entonces, el pueblo con mayor preeminencia era San Juan de Lucanas reconocido por ello como la capital de la mencionada provincia. En ese mismo año, se da también rango de Distritos a muchísimos pueblos, entre los cuales se encuentra el distrito de Cabana con la adscripción de Andamarca, Sondondo y Huaycahuacho en calidad de Anexos. Si bien la división en Departamentos y Provincias procedía de los Corregimientos y las Encomiendas españolas con sus Audiencias y Ayuntamientos, la categoría de Distrito fue una invención republicana con la idea de hacer más operativa la administración provincial.

Los andamarquinos siempre nos hemos hecho esta pregunta: Si Cabana fue reconocida como Distrito ¿porqué Andamarca no alcanzó similar rango?. Sin ningún asomo de barato chauvinismo todos los testimonios señalan a Andamarca como la población de mayor nombradía en toda la región. La Visita General ordenada por el Virrey Toledo en 1569 arroja resultados interesantes. Hay 33 Encomiendas en todo el Virreynato y nuestra región LUCANAS ANDAMARCA tiene 2081 tributarios que aportan 8260 ps. en tributos. Los pueblos de Aucará, Cabana, Sondondo, Qeqa, Chipao, Andamarca conformaban la nación de los Rukanas Antamarcas. ¿Cuál de estos pueblos tendría mayor población?. Es fácil sacar conclusiones aún en nuestros días. Hay indicadores que tomar en cuenta: áreas habitadas, áreas de trabajo y de expansión social. Andamarca se había realizado en las enormes ciudadelas de Caniche y Parqacha, además de centros menores como Maqapacha, Yarpu, Ninakiro y otros. Pero sobre todo, la inconmensurable cantidad de regiones saturadas de andenes necesitó sin duda alguna de enormes masas humanas para trabajarlas y mantenerlas en perfecta producción año tras año. ¿Cuál fue, pues, la razón por la que las nuevas instancias republicanas no acreditaron a Andamarca como Distrito?. Evidentemente, ninguna que resistiera el menor análisis. Los andamarquinos simplemente habían vivido muy alejados de estas telarañas arrimadas al nuevo poder y ni conocían y menos les interesaban estos temas.

Recién con la llegada de los inmigrantes procedentes de San Juan de Lucanas se empezó a hablar del asunto y, como no podía ser de otra forma, apenas el representante regional don Manuel Calle Escajadillo, solicitó la inclusión de Andamarca en el grupo de los Distritos, el Congreso aprobó la norma de creación sin mayores dilaciones, todavía el día 18 de febrero de 1927. Desde esta fecha hasta el 21 de Diciembre de 1943 han debido transcurrir 16 años, 10 meses y tres días para que don Armando Montes de Peralta, entonces Presidente del Congreso, decidiera promulgarla ya que ningún Presidente había cumplido con su deber. Recordemos que según nuestro ordenamiento jurídico, una vez que el Congreso aprueba una ley, la envía al Presidente de la República para su promulgación. Si éste considera que la ley no debe alcanzar su plenitud, simplemente la devuelve al Congreso, fundamentando sus objeciones. En tal caso, el Congreso estudia nuevamente su texto para insistir o para darle la razón y mandarlo al archivo. Si decide el primer paso, el Presidente está obligado a firmar la norma y si no lo hace dentro del plazo estipulado, entonces el Presidente del Congreso rubrica la ley y ordena su cumplimiento después de su publicación en el diario oficial El Peruano. En el caso de Andamarca, ninguno de los Presidentes en ejercicio formuló observación alguna a la nueva ley de creación distrital. Simplemente la ignoraron. El asunto es patético con Leguía porque ninguneó olímpicamente a su madre. El caso es que atendiendo algunas “asesorías”, los andamarquinos, aceptaron que su nuevo distrito llevara el nombre de doña Carmen Salcedo, madre del aludido gobernante. Se trataba de un homenaje perpetuo a una dama que nunca conoció ni menos escuchó noticias de pueblo tan especial. Tampoco los andamarquinos supieron algo de esta señora. Pese a tan sonoro desplante, el Distrito sigue llevando el apelativo. Cambiar el nombre en circunstancias tan complicadas, hubiera significado la necesidad de aprobar una nueva ley y después de tanta espera ¿quién estaba con ganas de más ajetreos y trámites?.

La segunda pregunta surge espontánea: ¿Qué intereses obligaron a Leguía, Billingurst y Manuel Prado a incumplir sus deberes durante tan prolongado lapso?. ¿Quién ganaba y quién perdía con el cambio de rango de Andamarca, a quién le afectaba que pasara a ser Distrito de la nación?. Con toda sinceridad, no creo que tal bloqueo haya procedido de lares cabaninos. Es cierto que en su condición de Anexo de Cabana, Andamarca cumplía algunos deberes allí, como faenas ordenadas por sus autoridades. La calle principal de este pueblo, fue trabajada y empedrada por los andamarquinos en virtud de dichas posibilidades, calle que, por cierto, ahora luce cubierta de cemento. Atribuirle a los amigos cabaninos poder para influir sobre tres presidentes es un exceso, porque simplemente carecían de los argumentos logísticos para ello. ¿SE movieron entonces, otros intereses?... Es evidente.

En Puquio funcionaba una Junta Provincial dedicada a defender a los Indígenas, recibiendo las quejas de quienes hubieran sido víctimas de abusos sociales o económicos. Recordaremos que el Dr. Víctor Manuel Arguedas, padre de José María nuestro hermano mayor, fue miembro conspicuo de esta Junta, juntamente con el Dr. Andrés Huguett, el cura Salas y otros. Conservamos, por ejemplo un Acta dando cuenta de las quejas de numerosos indígenas de Andamarca sobre abusos, precisamente, de don Manuel Calle Escajadillo que el año 20 ya era Diputado Regional. En sus sesiones, la Junta conocía las quejas y las elevaba a la Junta Departamental. Sus facultades sólo alcanzaban hasta enviar oficios a la Subprefectura solicitando garantías para los quejosos. Habría que presumir, tal vez, que el mismo diputado Calle, como mantenía estos líos con los andamarquinos, a pesar de haber presentado y hecho aprobar el pedido de la distritalización, sin embargo utilizaba el tema y no movía realmente el asunto de la promulgación. Y, claro, otros intereses asentados en predios puquianos, pudieron también haber conspirado, temiendo que se debilitara el poder provincial. En fin, el caso es realmente inédito, porque aún cuando la ley de creación había sido publicada el día 28 de diciembre de 1943, sin embargo tuvieron que pasar 5 largos meses para que - por fin - el nuevo Distrito asumiera su nuevo rol, con el acto de su inauguración.

¿Quién pudo haber sugerido esa curiosa moción de “reconocimiento” al Presidente Prado que el flamante Concejo Municipal aprobó por unanimidad como su primer acuerdo a pedido de don Leoncio Galindo, flamante Alcalde de Andamarca?... Porque, seamos realistas, yo no creo que mi recordado padrino Leoncio la hubiera carburado por su cuenta. No creo equivocarme al sostener que tal iniciativa partió de alguno de los distinguidos visitantes venidos de la capital provincial. Ahora bien, supongo que el documento habrá sido entregado inmediatamente al Subprefecto, quien en su calidad de representante del gobierno, presidía la inauguración. Sigamos especulando: ¿habrá llegado la dichosa moción a conocimiento del mandatario y éste, en un pequeñito acto de cortesía, siquiera habrá ensayado algún gesto de retribución a tan inmerecido homenaje?... Imaginamos la escena. Se reúne Prado con su Secretario. Le pregunta por los despachos del día, y éste le informa que se ha recibido una moción de reconocimiento especial que le hace llegar el flamante Concejo Distrital de Carmen Salcedo, Andamarca. Apuesto doble contra sencillo que Prado habrá preguntado con desgano: ¿y dónde chicha queda este dichoso pueblo y qué pito he tenido yo que tocar en este asunto?...

Mucha agua ha corrido bajo los puentes. Ahora que estamos en otros escenarios, todos concordamos: la moción debió manifestar protesta y repudio por el inmerecido relegamiento.
Pero, no aprendemos y la historia se repite una y otra vez. Cualquier funcionarillo de soqta categoría (como dicen en Arquipa) que llega a nuestros pueblos motiva toda una rimbombante parafernalia: los vestimos como nuestros paisanos, obsequiándoles sombreros, chalecos, ponchos y todo cuanto hay. No contentos con ello, les colgamos medallas al cuello y los colmamos de resoluciones, reconocimientos como Huéspedes distinguidos, les entregamos las llaves de la ciudad y no sé qué pirindangas más, no escatimamos en gastos aunque estemos hasta las cangallas. En la mayoría de casos, los agasajados receptores son tan ordinarios que ni se acuerdan después del oro y del moro que nos prometieron. ¿Chaynachu icha manachu, icha Nicacha llullacullayquichu?....