martes, 24 de noviembre de 2009

HISTORIAS AL AIRE


Bueno, pues, resulta que ayer se ha librado una espectacular competencia de Voleybol femenino, entre dos seleccionados distritales de visita. El escenario: el complejo deportivo de la Escuela. Muy interesante el evento, en verdad. Alguna respetable señora vecina, viuda, - que se distingue a kilómetros por un atuendo siempre oscuro que, además de largas faldas y blusones, incluye tocas para la cabeza y mantos o pañolones que sólo dejan ver una parte del rostro arrugado-, ha estado comentando con indignación que se venía el juicio final, que era el anuncio de la destrucción del mundo, el término de los tiempos… ¡Cómo va a ser posible que tantas mujeres jóvenes hayan estado exhibiendo sin pudor alguno sus brazos, sus piernas, sus blancas o morenas carnes ante tanto libidinoso espectador!...
Es que por primera vez, en Andamarca, las deportistas habían lucido camisetas y shorts, haciendo inolvidable el evento.

Nos pica la curiosidad y nos preguntamos cuándo las damas andamarquinas han dejado ver siquiera los brazos. Las veces que bajan a lavar ropas en el río o en Puquioqta, lo máximo a que llegan es a levantarse las mangas un poco más allá del codo, y descubren los pies sólo hasta media canilla para lavarse. Es todo.
Hace poco, la Fabianacha que ha trabajado en Lima, estuvo de lavandería en Puquioqta. En el acto final se ha puesto una ropa de baño de dos piezas, al estilo de las playas de la costa y se ha estado soleando tranquilamente, ante un público que ha emergido de la nada como espuma, y está mirando con avidez sus caderas y sus formas femeninas. Este evento también ha merecido la reprobación de las señoras beatas que no dejaron el asunto así nomás, pues se quejaron al padrecito que había llegado casualmente. Hasta con el Alcalde y el Gobernador hablaron. ¡Semejante escándalo, vade retro satanás!, dijeron.
¿Cómo será el asunto cuando estas señoras se bañan en sus casas, bajo siete llaves?... Es un misterio insondable, pues ni siquiera los esposos alcanzan el permiso para ingresar a tan secretísimas sesiones!.

El atuendo normal, corriente de las andamarquinas netas incluye una buena cantidad de polleras, sujetas en la cintura, cada una de las cuales hasta tiene un nombre. Casi no es muy popular la pieza final que otros medios saben denominar como calzón o truza. Por eso es que si necesitan miccionar, por ejemplo, simplemente se ponen en cuclillas a la vera del camino, aún a vista y paciencia del público. Sólo el espacio mojado que dejan al levantarse, las delata.

Por la benignidad del clima, la cantidad de polleras que acostumbran lucir no es muy numerosa, ocho talvez. Pero, don Antonio Quiroz, caballero cajamarquino de noble prosapia y rancio abolengo, ejemplarísimo policía que había desempeñado funciones en la zona del Altiplano, solía relatar que allí, las mujeres acostumbraban usar 47 polleras.
 Y, mi querido suegro, ¿como es el asunto si consigo que me autoricen para una entradita?.
 Ah, pues, la cosa es complicadísima. Empieza usted a escarbar y en la pollera número 24 ya se ha olvidado qué diablos estaba buscando!.
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A partir de diciembre los campos y sus caminos suelen estar permanentemente mojados por la lluvia. Pero también en estos casos, la madre naturaleza es sabia en Andamarca. Amanece despejadísimo el cielo, intensamente azul y el sol brilla juvenil y rozagante. A mediodía, algunas nubes han empezado a llamarse, juntándose luego para conversar. Al rato se separan un poco y saludan a otras recién llegadas. En poco tiempo, las traviesas han formado un tropel incontenible y sus heraldos, los rayos y truenos, están presentando la danza benefactora de la lluvia. Empieza menudita, suavecita, arrecia un poco y, nuevamente, cae parejita y no se cansa de caer por lo menos hasta pasada la medianoche. Así todos los días. Nos permite continuar la vida, cumplimos las obligaciones en la chacra, las señoras van a la vaca, hacen el queso. Cuando las primeras ráfagas nos sorprenden ya estamos en camino de regreso. Si estamos más lejos y no hemos calculado bien la hora del escape, tendremos que conformarnos a llegar empapaditos a la casa, “tuytuy tuytu”.
Como consecuencia, hay sectores que se vuelven intransitables en los caminos. Millupampa es el que tiene fama como el más difícil. El camino se transforma en una masa informe de jabón, resbaladiza en extremo por la arcilla removida. Es necesario calcular y asentar bien la pisada, pues al menor descuido el piso jalará sin compasión nuestros pies y nos daremos unos revolcones espectaculares sobre el barro acuoso. Las mujeres, que siempre halan el baldecito con la leche o el suero, necesitan cuidarse más.

Ya el espectáculo de verlas dándose unos sentanazos inolvidables es casi cuotidiano, pero no dejan de suscitar comentarios risueños y hasta codiciosos de los viandantes:
 Chancachampas yuraqcham casqa, paiqompas ricurirunmi.
 Su pierna había sido blanca, y “su pasto” también se vio.
 ¿Kiruntaqa ricurankitaqchu?.
 Y ¿también lograste ver sus dientes?.
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Andamarca ha participado en las Elecciones Nacionales, ayer, por primera vez. Aquí nombramos a nuestras Autoridades en los Cabildos, proponiendo sus nombres y alzando la mano o haciendo filas detrás de ellos. Desde que somos Distrito llegan desde Lima o Ayacucho los nombramientos para los Alcaldes y Gobernadores. Así ha sido siempre, pero ahora han venido soldaditos del Ejército, con sus uniformes y sus armas, hasta miedo daban. Sus jefes les gritaban sus órdenes, recorrían las calles con porte solemne y no hablaban con nadie. Llegaron por la mañana en una tremenda máquina que, de un momento a otro, se apareció en el aire y fue bajando poco a poco haciendo una bullaza infernal y se paró en la canchita de la Escuela. Muchos hemos ido a verlo desde Caniche, acercándonos lo más posible. ¡Achachallawya (¡qué miedo!), cómo será meterse por allí para irse por el cielo!. Yo no me subo, ni así me paguen, carajo, ¡pa’ los conjuntos!.
Todo está listo para su despedida, ahora. Ayer, por la tarde recogieron todas las cajas con las votaciones y las Actas firmadas por los miembros de Mesa y cuando estaban por arrancar, desde Lima les ordenaron quedarse por dificultades del clima. Habían solido conversar con sus jefes de la capital mediante un aparato que se llama “radio”.
Las Autoridades locales, se preocuparon para servirles un desayuno ligerito muy temprano: bastante papa yanuy con queso qapchi y quaker, que les ha facilitado el Director de la Escuela.

Por la novelería, el pueblo ha postergado sus deberes. Hombres y mujeres, niños o ancianos, todos están aquí, en el mismo campo deportivo al que llegaron. Acaban de cerrar la puerta del helicóptero y el tremendo aparato ha empezado a rugir.
De pronto, ¡el desorden generalizado y el pánico general!. Las hélices han empezado a girar endemoniadamente y están originando una furibunda correntada de aire, peor que el más machazo viento de agosto. ¡Las faldas de las respetadísimas damas están flameando victoriosas y las carnes pudorosas se exhiben sin tapujos ante la vista general!.
En un primer momento, por lo violento del impacto, las señoras ni se dieron cuenta del gratuito espectáculo que estaban ofreciendo, pero cuando volvieron en sí se descubrieron desnudas, con las faldas volteadas ya en su cuello y cabeza. Qué no se habrá visto entonces, calzones de diverso origen o factura, de tocuyo con rayas rojas, de franela gruesa, de distintos colores, algunos hasta más allá de las rodillas, en fin. Harto material como en botica, para todos los gustos.

Ese don Fermín, nunca habrá gozado más que cuando relataba este suceso:
 Oiga usted, okey, viera usted a las señoras, las beatas sobre todo, tratando en vano de sostener sus faldas que se levantaban más. En cambio mis paisanitas que estaban con el “qala paiqo”, no tuvieron más remedio que echarse, tirarse al piso.
 O sea, don Fermín, usando una frase de la distinguida dama sanjuanina doña Felícita Calle de Alfaro, las señoras de Andamarca, las de la “crema y nata” como también las del pueblo común y corriente, estaban “chancas al aire exhibiendo la historia”, sin pudor alguno!!!.