domingo, 27 de marzo de 2011

DE CANDIDATOS, CANDIDECES Y CANDIDAZOS


PRIMER ACTO

- ¡Tierra, trágame…!.

Las diez de la mañana, debo irme al paradero y tomar mi bus de retorno. Hoy día lunes ya está perdido, mañana no puedo faltar de ninguna manera… Resulta que recién estoy recuperando el conocimiento. Anoche fue la gran concentración artística y yo, como siempre, vine expresamente hasta Lima: mi grupo musical no podía faltar, como no lo había hecho durante tantos años. Esta vez, mis amigos los organizadores, nos iban a dar un sencillo, que me serviría siquiera para mi pasaje de retorno.

Pero, malhaya mi suerte, el enorme público, el reencuentro con tantos amigos…, ¡y tenía que sucederme a mí: se me presenta un paisano entrañable, que vive allá en el pueblo, me dice que está de paso con su camión, y que se ha quedado para verme!. Motivo para el agasajo y chelas van, chelas vienen. A pesar de mi normal situación recontraaguja, tuve que ponerme siquiera un parcito ante tan noble gesto…

En medio de la negruzca bruma de mi recuerdo, poco a poco veo a mi hermano requintándome y restregándome en la cara el billete que me habían pagado por la actuación. Revisé entre mis bolsillos y efectivamente, allí estaba el dichoso billetito. Era uno de cien soles, y parecía sacarme la lengua, porque era un vulgar recorte de periódico. Resulta que después de la larguísima actuación, como siempre muy aplaudida y aclamada, el vocalista había reclamado el pago a la señora empresaria. La dueña del evento, le alcanzó los billetes. Rapidito, buscó a mi hermano y le entregó el que me correspondía. Claro que éste se dio cuenta al toque de la broma y le devolvió el papel. Por supuesto que ya no le quiso recibir, aduciendo que ése era el billete entregado por la señora y que en todo caso fuera a reclamarle a ella. Algo que mi hermano hizo inmediatamente para recibir sólo una contundente negativa de su parte. Le dijo que ella ya había cerrado esa cuenta, que había entregado los billetes correctos, que cómo se atrevía a pensar mal de ella y que no podía reconocer nada. Mi hermano insistió, y ante la negativa fue a buscarme. Algunos amigos se ganaron el pase, pero no nos quedó más camino que retirarnos.

Y éste es mi drama: ¡si no viajo inmediatamente voy a perder otro día de trabajo, me van a botar!. ¿A quién recurro, de dónde saco el pasaje?... Ya ni quise tomar el desayuno que mi afectuosa madre me alcanzaba con tanto empeño y salí como loco. Estuve dando vueltas, renegando de mi maldita suerte y de mi tonta actitud de estar arriesgando mi trabajo, quedando mal con la familia para nada, ¡como si fuera la primera vez…! La única solución, pensé, es enfrentar el asunto personalmente y me puse en camino a buscar a mi amigo, casi hermano, el organizador del evento. El no conoce el problema, me consolaba, las cosas están ya más calmadas y tendrá que entenderme… Ahora, otro gran problema ¿dónde vive este pata?... Alguna vez me invitó a visitarlo en su nueva casa y recordaba algo de las indicaciones que me hizo de cómo llegar.
No sé cuánto caminé, no sé cuántas vueltas dí, sólo cuando me dijeron que esta era la casa del señor que necesitaba encontrar, me volvió el alma al cuerpo.
La muchachita que abrió la puerta demoró un montón para hacer las consultas y dejarme pasar. Es que los señores todavía están descansando, explicó.

Por fin, en bata y visiblemente incomodado salió el amigo y me pidió ir pronto al grano. Después de saludarlo y felicitarlo por el acostumbrado éxito de su fiesta, le expliqué muy compungidamente que yo debía viajar, que no tenía un centavo en el bolsillo, echándome la culpa de todo y disculpándome por tener que molestarlo, le entregué el billete y le supliqué me lo cambiara. Creo que le repetí también que había viajado exclusivamente por cumplir con él, que yo nunca le había fallado y que por única vez me hiciera este favor, que este billetito no iba a afectar en nada a su economía, para la enorme ganancia que había alcanzado en la noche. Me respondió que no podía atenderme en este asunto, que todavía no habían hecho sus balances y tenía muchos pagos que afrontar y que toda la economía la manejaba su esposa y que volviera en otra oportunidad para conversar con ella.

- ¡Tierra trágame…!

No sé de dónde saqué fuerzas para humillarme tanto, le dije que en todo caso, me hiciera un préstamo que yo le devolvería en pocos días. Tanto le supliqué y, por fin, buscó a la señora. Salió enojadísima a decirme que mi hermano era un malcriado, que la había calumniado, acusándola de darle un billete falso, que ella había entregado todo conforme, que no iba a estar reconociendo todo lo que le reclamaran y, que en todo caso, arreglara con el vocalista. Estaba yo clavado en el piso, no atinaba a nada… Mareado, totalmente atontado empecé a retirarme. Ya en la puerta me alcanzó el amigo, me dijo que con mucho esfuerzo había logrado prestarse de la señora este billete que era un préstamo personal, y que no olvidara de devolvérselo esta misma semana.

SEGUNDO ACTO

- Buenos días, señor, hace varios días que he tratado de comunicarme con usted, soy el director del grupo que le alquilamos su local para la fiesta que organizamos la semana pasada, justamente quería saber para visitarlo a recoger la garantía de diez mil soles que le dejé y devolverle su recibo.

- Ah, mire señor, sobre eso, ustedes ya no tienen ningún derecho a reclamar nada, porque primero, se han pasado de la hora, el contrato era hasta las tres de la mañana y ustedes han estado hasta las cinco, y después han dejado tirado el árbol que han puesto para la yunza, de modo que yo no tengo nada pendiente con ustedes.

- Pero, perdone señor, ¿cómo que no tenemos derecho, si usted a las tres de la mañana ha cortado la luz, ha cerrado sus puertas, ha cortado totalmente la música y no se ha vendido una botella más de nada? …. Si nos hemos quedado un poco más, ha sido porque estábamos recogiendo nuestras cosas, pero eso no ha demorado ni una hora, cómo va a decir eso, además del árbol, ya no está y el mismo guardián nos ha dicho que usted ya lo ha vendido ....

El caso concreto, es que el dichoso personaje se quedó con la plata, así a lo macho.
Resulta que a alguien del grupo musical se le había metido en la cabeza que debiéramos organizar nuestra fiesta de carnavales, siguiendo la moda, que si éramos capaces de llenar locales para otros, también tendríamos una buena concurrencia. Yo era muy poco afecto a estas cosas, pero en fin, entré en la jarana. Y, es un latín de la patada. Que el local, los artistas, las licencias, la cerveza, la propaganda, el personal, etc. Y todos jalan plata. Como éramos tres, teóricamente nos repartimos las responsabilidades y los costos. Teóricamente, porque siendo ciertos, por ejemplo, esas diez lucas de la garantía las tuve que poner yo.

Bueno, algo íbamos haciendo, cuando faltando una semana nos avisaron que el Concejo distrital había clausurado el local de la fiesta. Movilización general: buscar amigos, relaciones, alguien que convenciera al malvado alcalde de que no nos hiciera tanto daño. Inclusive a la política recurrimos, porque era época electoral. El malvado que en los infiernos debe estar, no aceptó nada. El local está clausurado y punto. Yo propuse suspender todo, que ya veríamos la forma de salir. Pero los otros socios: siquiera para recuperar los gastos, que ya no falta nada, que había un local, bastante menor pero que podría servir en la emergencia. Buscar al dueño, hacer los contratos aceptando, sobre todo, sus leoninas condiciones, porque como estaba enterado del problema… Todos los pagos por adelantado, y además la dichosa garantía. Diez mil solcitos nada más. Si no, pues no hay local, así de sencillo….

Como era previsible, la fiesta resultó siendo una reunión de familia, porque quienes iban al primer local se encontraban con la puerta cerrada a machote. Un hermano mío trató de ayudar de alguna manera, puso su microbús en servicio gratuito entre los dos locales, creo que hasta hizo dos viajes… Total, el daño estaba hecho, el malvado alcalde estaba plenamente satisfecho, y una vez más el letrerazo: artísticamente un éxito, económicamente un fracaso…

Y, ahora, ¿cómo hago para devolver los diez mil soles que me presté para lo de la garantía que ahora se enterraba en las fauces de este otro malvado….
Algún tiempo después, le comenté del asunto a mi amigo Larry, quien incrédulo exclamó: ¡Si ése es un asaltante conocido, todos saben de sus artes, cómo no me consultaste!…

TERCER ACTO

No sé por qué, pero no le tenía mucho entusiasmo a este contrato artístico… Uno de esos amigos de oídas me estuvo llamando por teléfono repetidas veces al pueblo. Me pedía aceptar una propuesta para presentar mi conjunto en una fiesta de carnavales. Me hablaba maravillas, que cobrara nomás, que el contratante era uno de esos empresariazos de éxito, que seguramente nos iba a poner a disposición una de sus camionetas 4 x 4 del año, etc. A tanta insistencia, autoricé a mi “representante” en Lima a firmar el dichoso compromiso, recomendándole dejar bien claro que la movilidad corre por cuenta del contratante. El amigo de las llamadas, me informó que el lugar del evento era un pueblecito muy cercano, a media hora de Chincha o San Clemente.

Un día antes del evento, ya en Lima, me comuniqué con los contratantes. La secretaria me informó que el señor empresariazo estaba en el lugar del evento, preparando todo, y que nosotros debíamos estar a las cinco de la mañana en Chincha para tomar los carros que iban por esa ruta y que nos dejarían muy cerca, que era muy fácil llegar. Le manifesté que yo no conocía el lugar, que ni tenía idea de los costos y que de ninguna manera iba a subirme a un camión mixto sobre el ganado. Que en todo caso, les devolvería el miserable adelanto que le habían dado a mi "representante" y que ahí terminaba todo.
Después de repetidas llamadas tratando de convencerme, la secre me informó que el señor empresariazo había contratado un auto expreso y que nosotros solamente deberíamos estar en Chincha a la hora convenida.

Llegamos, por fin, al lugar del evento casi a las 7 de la noche, después de cuatro horas de viaje. No había casas allí, sólo un espacio iluminado, adornos de fiesta y sonaba un equipo; las personas con talco y serpentina estaban ya en pleno juego de carnavales.

- Señor, buenas noches, somos del conjunto musical, acabamos de llegar. Usted nos avisa para iniciar nuestra actuación.
- Ah, ya, bien. ¿Ya comieron?.... Oye, Gumercindo, llévalos a la casa para que coman…

Las tripas ya estaban enviando clarinadas de alerta y no veíamos una tienda, siquiera para engañarnos con una gaseosa. Con nuestro atento guía al frente iniciamos un penoso descenso, los instrumentos al hombro por supuesto, ¿a quién podíamos encargarlos?. Se trataba de unas escalinatas sin fin, porque al fondo de la quebrada se advertía un caserón de la patada y se veían no menos de 8 carrazos esos de 4 x 4. Casa moderna, grande, bien presentada. Desde nuestra ubicación en una sala amplia advertíamos el movimiento de personas que entraban y salían, supongo que serían cocineras, mozos, etc., preocupados en sus afanes. Un largo rato y apareció un caballero mayor con su poncho y sombrero, quien se presentó como el padre de nuestro contratante y el verdadero dueño de todo este caserón y presumiblemente también de toda la empresa. Estuvo contándonos de sus avatares laborales, sus inicios empresariales,hasta en quechua hablamos.
Nuestro amiguito Gumercindo se apareció con una botella de trago sacarronchas que ninguno de nosotros iba a aceptar. Pasaba el tiempo. De alguna manera tratamos de recordarle a Gumercindo que habíamos bajado por algo, volvió a salir y al rato llegó un comisionado a comunicarnos que ya debíamos iniciar nuestra actuación. La fatigante cuesta ahora, con las chivas al hombro y… ¡a chambear!... ¿Y el richi?... No se oye padre, Gumercindo desaparecido.

Apenas bajamos del escenario, el chofer me dijo que debíamos partir, porque ya le habían cancelado. El señor empresariazo, alegrón por los brindis y medio asado, porque estaba entretenido en sus juegos y bailes, me peloteó a la secretaria cuando le recordé que debía pagarme. A propósito, qué característica manera de jugar carnavales en Huancavelica, frotándose con la ortiga entre hombres y mujeres. Es como mis paisanos de Ishua o Huaycahuacho que juegan también frotándose con la tuna. ¡Claro, sobre todo por esas zonas…! No me fue fácil ubicar a dicha señora para continuar con el limosneo. Sacó del bolsillo algunos billetes y me los entregó también con incomodidad, porque le estaba interrumpiendo su fiesta.

- Oiga, señorita, le dije, aquí falta.
- Ah, no sé señor, eso es lo que me ha indicado mi jefe, de dónde cree que puedo sacar plata, ya he pagado también al chofer que les ha traído, es todo lo que tengo.

Y se fue campante, feliz. ¿Quién me iba a hacer caso ahora si ya habíamos cumplido con el trabajo?... Para remate, el responsable, el empresariazo ya estaba borracho, ¡ni para pegarle!.

Por ahí divisé al “amigo” que tanto me estuvo llamando antes del contrato.

- No te preocupes, hermano, tu estás viendo la casaza, los carrazos, él tiene plata, no se va a ensuciar con centavos, el lunes búscalo en su oficina, explícale y vas a ver que todo se va a arreglar, ahora es por gusto, no vas a sacar nada.

Y claro que no iba a lograr nada, yo lo sabía, pero a veces como que nos entra un deseo (supongo que malsano) de conocer los extremos más descarnados de la miseria humana. Fui dos o tres veces a la fábrica, sólo por castigarme. El señor nunca estaba, o había viajado a Buenos Aires o estaba en reuniones con los ministros del Gobierno, parece que todos iban a consultarle o a pedirle permiso. La secre ya no sabía qué hacer, hasta nos ofreció los saldos de mercadería fallada, pero ni eso, porque al señor nunca le dio la gana de pagar. Mi abuelita solía repetir: de los paisanos con plata, sobre todo de esos chuscos, líbranos Señor!...

ACTO FINAL

Tres escenas vividas en diferentes escenarios, un denominador común y la misma víctima. Ya me había olvidado de estas desagradables experiencias, pero acabo de ver en la televisión a uno de estos caballeritos, besuqueando a un cacarrito de nuestras serranías, diciendo que quiere ser parlamentario “para luchar por estos niños y por los pueblos olvidados …” Cómo se dan las coincidencias: estos tres personajes andan también en avatares poíticos, uno de ellos me parece que ya pisó el parlamento. Hace algunos años, el que se adueñó de mi “garantía” candidateaba para alcalde. Me preguntaba entonces si podría recuperar mi platita ofreciendo el recibo que firmó y nunca rescató, a uno de sus contrincantes… Si vemos cada cosa en esta viña del señor…! Pero el empresariazo fue el más pendeivis: no solamente se queda con nuestra plata, sino que nos cochinea ordenando que nos sirvan comida, ¡sabiendo que no nos van a dar nada…!

La vida tiene caminos y vericuetos tan incomprensibles que es posible que alcancen esos puestos. Y como soy tan afortunado, me los voy a encontrar por ahí, y me los van a presentar: el señor parlamentario, o el señor Alcalde, o el señor Ministro. Recordaré entonces la sabia frase de mi hermano Rafael León: “Esos tremendos pendejos son miserables sí ¡PERO LA HACEN, NO SÉ CÓMO, PERO LOGRAN LO QUE SE PROPONEN!”….

domingo, 20 de marzo de 2011

VISITA MINISTERIAL

J
Desde cuando inicié este diálogo con mis amables lectores, me prometí no abordar temas de la actual vida de mi pueblo, porque ingresar a este campo implica discusión y polémica. En tal caso, debería asumir y defender posiciones políticas y esas cosas para mí, no revisten el menor interés. Mantengo mi modesta idea primera: en este rinconcito familiar conversamos de nuestras costumbres, de nuestras experiencias y presentamos escarceos literarios o artísticos, referidos, por supuesto, a nuestra tierra.

Pero, después de un largo espacio, me ha tocado estar en Andamarca y he participado directamente de agitaciones populares vividas en poco tiempo. Creo necesario solicitarles la venia necesaria y contarles un breve resumen de ellas.

Resulta que, como corresponde y en su debida oportunidad, hicimos una visita de saludo y congratulación a nuestro buen amigo el Dr. Juan Ossio, por su asunción al cargo de Ministro de Cultura. El rango de amistad forjada durante sus años de estadía y vivencia en Andamarca siempre ha sido mantenida en estos años, a través de nuestras visitas de consulta y de saludo, ya en su domicilio ya en su centro de labores, la Universidad Católica. Con la afabilidad que siempre le ha caracterizado, el flamante Ministro nos aceptó de buen grado la invitación, pues él mismo tenía decidido visitar Andamarca, antes del cambio de Gobierno. Con el actual Alcalde, le tomamos la palabra y coordinamos la fecha en que tal decisión debiera cumplirse.

El 6 de marzo fue el día escogido y por feliz coincidencia, José Carlos Vilcapoma, Viceministro de Interculturalidad, nos visitaría unos días antes, de paso a Aucará, con motivo de la Declaratoria de su Templo, como Patrimonio Cultural de la Nación. Efectivamente, el día 23 de febrero, Andamarca le brindó un caluroso recibimiento, al señor viceministro. Luego de dos horas de grata estancia, la caravana siguió viaje hacia su destino, guiada por nuestro distinguido coterráneo el Dr. Abel Mejía, Rector de la Universidad Agraria y el señor Barrientos, Alcalde aucarino.

Recordaré que en la década del setenta, se presentó en Andamarca un joven bonachón, que pronto hizo amistad con su gente sencilla y acogedora. Su figura se hizo familiar, se le veía caminando por las chacras y todos nos esforzábamos para procurarle una grata estancia; queríamos colaborar con él, había una intención compartida de ofrecerle todas las facilidades. El día que fuimos a Qellqata, por ejemplo, a la yerra de alpacas, en el fragor de la lluvia, fue algo inolvidable. Después de cabalgar varias horas, claro que su humanidad - un personaje alto y robusto - sentía los estragos, pero él estaba feliz y ni sintió las estrecheces de una estancia de puna, durmiendo sobre las leñas y sobre las caronas. Con todo, la pasamos bien.
En el pueblo, las mujeres que ordeñaban sus vacas, le regalaban “poqoso” calientito que el “docto” acogía con gratitud. Con su libretita en mano y su cámara fotográfica nunca faltaba en los acontecimientos familiares o populares. Estaba en las techas de casa, en los matrimonios “chawachamanta”, en los sembríos del maíz, saboreando chicha con pito, aunque después acusaba algunos malestares estomacales por la falta de costumbre. Pero después, se familiarizó bastante bien con todo el producto nativo. Se dejó sentir su ausencia cuando reasumió sus actividades capitalinas. Claro que en su vivencia andamarquina, le tocó vivir experiencias y anécdotas que compartimos en el recuerdo, cuando sus múltiples ocupaciones le regalan algún espacio.

Entre tantos recuerdos, conoció los documentos personales que don Teófanes Gallegos guardaba de José María Arguedas, su amigo y hermano. Por esas coincidencias de la vida, ahora le toca encabezar el reconocimiento a tan ilustre personaje en el centenario de su nacimiento. El año 75, don Teófanes fue cargonte dansaq mayor de Negromayo en la Fiesta del Agua de agosto. Claro que el Dr. Ossio, como su gran amigo, no podía faltar en el grupo de los cuyaq o amigos visitantes. Durante los días de la fiesta ritual, pudo conocer el desenvolvimiento de la danza de las tijeras en toda su expresión. El posee un testimonio directo de la “Agonía” estación final de esta danza, inclusive debe conservar la versión más pura de su melodía, pues esta demostración le fue ofrecida como una deferencia especial tanto a él como a don Teófanes por el maestro dansaq Albicha. Los que algo sabemos de danza de tijeras, conocemos que los dansaq no acostumbran bailar esta estación, por la connotación radical que tiene. En Andamarca, también pudo recoger la versión del Mito de Inkarrí en el testimonio de Zenén Flores Caballa, nuestro recordado “Buque”, como fruto de numerosas y largas conversaciones. Poco a poco se vencieron sus naturales reticencias y, en este menester, fue asistido por mi hermano Jorge. Yo tuve el honor de ayudarlo en la transcripción y traducción de muchas de sus recopilaciones, labor que cumplimos en su casa de Lima.

Como fruto de sus estudios e investigaciones, publicó varias obras en las que Andamarca figura como centro de sus inquietudes intelectuales y sus sólidas investigaciones. Lógicamente, su nombramiento como Ministro obedeció a la intensa actividad intelectual que venía desplegando, pues, además de sus responsabilidades docentes en la Universidad Católica, los altos niveles de los gobiernos le fueron encargando sucesivas tareas que él cumplió con brillo.

Conocida la buena nueva de su visita a Andamarca, naturalmente que el pueblo ingresó a una enfebrecida gama de actividades preparatorias, en el propósito de brindar una inolvidable bienvenida al Dr. Juan Ossio. Muchos de los personajes que formaron el grupo de amigos en Andamarca, ya no están, pero queda en su memoria espacio para el agradecido recuerdo, como lo hizo notar en el discurso que pronunció a su llegada. En el pueblo, pues, la consigna de volver a vivir esos tiempos fue muy bien entendida por los jóvenes que, si bien no tuvieron la oportunidad de conocer estas vivencias, quisieron no estar ausentes en circunstancias tan especiales e irrepetibles. Son los jóvenes quienes están en la responsabilidad de la conducción del pueblo, ya sea como autoridades o como dirigentes de sus organizaciones. Fue aleccionador ver cómo la población se movilizó en su integridad.

Llegado el día central, el nerviosismo alcanzaba su grado mayor. A las diez de la mañana sólo mirábamos el espacio y aguzábamos el oído tratando de adivinar el lado por el que aparecería el helicóptero. La ciudad estaba vestida de colores, se notaba otra expresión en los rostros, y aumentaba también la cantidad de nuestros visitantes. Los distritos vecinos, con sus autoridades al frente y sus comparsas artísticas también estaban presentes y compartían nuestro nerviosismo. La espera se iba haciendo más larga pues parece que el doctor estuvo también atendiendo funciones propias de su cargo en otros pueblos.

Ver el descenso de la nave en Antara fue para el pueblo una merecida satisfacción. La recepción se fue desenvolviendo conforme había sido programada, pero los eventos deberían acelerarse al máximo porque había cortedad de tiempo, pues los señores pilotos marcaron un espacio muy reducido. Las inauguraciones programadas se cumplieron con agitación, la de la Casa de la Cultura, la Casa del Danzante y la de la infraestructura que el Municipio entrega para la Oficina de coordinación o de la Unidad Ejecutora del Ministerio de Cultura. Los demás actos programados hubieron de suspenderse ipso facto, porque el cielo encapotado y los anuncios de las primeras gotas de lluvia pusieron más nerviosos a los pilotos quienes decidieron la partida. No había forma ya de cumplir pautas protocolares en orden, también los representantes de los pueblos vecinos trataban de hacerse oir y entregar sus escritos y obsequios al señor Ministro, al Presidente del Gobierno Regional y al Director de Agrorural, comisionado especial del señor Ministro de Agricultura, integrantes de la Comitiva ministerial.

Una fortísima lluvia se desencadenó entonces y cuando vimos perderse el helicóptero arreciaba más la fuerza del temporal vestido hasta de granizo. En fin. El pueblo siguió bailando. Las numerosas estampas artísticas costumbristas que habían dado la bienvenida, continuaron su despliegue regalando música, color y alegría a toda la población. Y como habíamos ingresado a carnavales, pues nos trasladamos al Complejo Huáscar donde se cumplía el Concurso de Bailes y Motivos de Carnaval, organizado por la Municipalidad.

Casi borrado por el tiempo conservo en mi memoria el recuerdo de una movilización artística andamarquina así de espectacular: el día en que se inauguró la carretera a Puquio. Todo el pueblo bailó sin descanso en la plaza de armas, salieron todas las “invenciones” que se viven durante el año. Han pasado los años, los protagonistas son otros, pero el espíritu andamarquino prevalece, mantiene su vigencia, pese a la modernidad, el INTERNET y los celulares.

El Carnaval es una fiesta que mezcla los ritmos y juegos del pukllay ancestral con las ideas traídas por los conquistadores y asume diversas variedades locales. Así, pues, bailamos los paseos costumbristas nativos, las wifalas mestizas, el baile de “los vasallos” a cargo de los prebistes dedicados a atender el culto católico acompañando al Mayordomo de un Santo, con sus flautas y tinyas y el cortejo de sus muñidoras. Se baila también el pumpin, heredado de los tiempos prehispánicos, en que los dominios Rukanas Antamarkas abarcaban hasta las actuales provincias de Fajardo y Huancasancos. Y finalmente, el motivo Chimaycha que entró con fuerza desde el norte: de Amayqa, Pampamarca, Chacralla y cautivó sobre todo a los sectores jóvenes. En Andamarca, se baila los tres días con las diferentes estampas costumbristas. Acostumbra llegar mucha juventud desde Lima, Ica o Cañete. Claro que esta alegría y los ritmos de las arpas, violines, tintyas y flautas encontraron descanso sólo el miércoles de ceniza. Pero, eso es papa de otro costal y ya hablaremos de ello.