miércoles, 24 de diciembre de 2008

CINTACHAYTAM APAKAMUCHKAYKI...



 Qué tal, don Pablo, ¿ viajando?.
 Sí, pues, Arturito, voy un rato a Cabana, a ver la casita.
Desde su partida de Lima a las dos de la tarde del día anterior, el vehículo ha devorado ya muchos kilómetros. La Cooperativa Comunal de Transportes “Niño Víctor Poderoso” de Andamarca está cumpliendo su diario servicio entre Lima y Huaycahuacho.
El cansado pasajero ha ido abriendo lentamente los ojos. El sonido monocorde del motor y el movimiento exagerado por las irregularidades del camino, terminan por despertarlo completamente. Un rápido examen a su entorno le avisa que han pasado Puquio y están en plena subida a Yauriwiri. Va rayando la aurora y el paisaje se le va abriendo con un arrebol de encanto. La luz se va imponiendo paulatinamente, algunas estrellas aún insisten con su esplendoroso brillo desde el cielo. En el toca cassete se escucha bien clarito:
“Andamarca cooperativa, Niñucha Víctor,
Sumaqllatam qaukallatam apallawanki”.
Cooperativa de Andamarca Niñito Víctor,
Llévame bonito y sin sobresaltos …”
Cuando el chofer ha detenido el vehículo para revisar el agua, las llantas y, principalmente, para el reglamentario desayuno, los compañeros de ruta se pasan la voz:
 Qeqaña, don Sera, uraycusunñayá, yacullatapas upiamusunyá.
 (Es Qeqaña, don Sera, bajemos pues, siquiera aguita tomaremos).
Hombres y mujeres han empezado a descender del bus cuidando de abrigarse convenientemente. Algunas señoras insisten en sus recomendaciones:
 ¡Cómo vas a bajar así, ponte el poncho y el sombrero. Hace mucho frío y te puede dar el aire!.
Si algún osado no hubiera seguido las recomendaciones, en poco tiempo estará sufriendo los estragos del soroche y del aire: pálido, sudando frío y con unos vómitos incontenibles.
A casi cuarenta kilómetros de Puquio, siguiendo la ruta hacia Chalhuanca, cerquita ya a Yauriwiri, se ubica la quebradita de Qeqaña. Funciona aquí un Restaurant, obligatoria parada de los choferes, sobre todo de los camioneros en ruta al Cusco. El que algún pasajero se queje por la deficiente atención o porque el arroz estaba frío o la carne mal frita no es razón suficiente para no detenerse. El porqué es comentado por todos: la atención a los choferes es muy especial, los platos son del momento, nada guardado y, - lo más importante: ellos nunca pagan, por el contrario, los gratifican con cigarros y chicles.
Sólo el sueño, a medianoche, ha logrado interrumpir las informales conversaciones entre los compañeros de ruta cabaninos, aucarinos, chipaínos y andamarquinos. El solcito invita a cobijarnos bajo su fraterno manto, ahora que ya hemos acallado el apetito con alguna especialidad de puna.
Hace rato que la serena conversación ha tomado los matices de una abierta discusión.
 Cómo vas a negar que Cabana es el mejor pueblo de esta zona, pues. No te olvides que Andamarca ha sido nuestro anexo. Nosotros tenemos nuestro Colegio Seoane, tenemos nuestro NEC, también el Banco de la Nación va a funcionar y ustedes ¿qué tienen?, apenas están gateando.
 Nuestro Colegio ha sido primero y es el más parado de todos. Pregunta a ver qué fama, qué rango tiene el Ventura Ccalamaqui de Chipao.
 Mira, Arturito, no puedes ser tan cerrado. Nosotros, somos el Distrito más joven y en poquito tiempo hemos hecho carretera, luz eléctrica, tenemos agua potable, tenemos los más grandes locales escolares, todo hecho con nuestro punche, a nosotros no nos han regalado nada como a ustedes. Ahorita también vamos a inaugurar nuestro Instituto. A ustedes sus padrinitos les consiguen cualquier cosa en Lima y con eso se sobran. Mira, hasta nuestros propios carros tenemos, estás viajando por nuestra cortesía en nuestra Cooperativa, ¿cuándo han sabido hacer nada ustedes, por favor?...
 Oye, quesuñiticha, ahorita me vas a contestar. A ver dime ¿cuántos profesionales tiene Andamarca?. Nosotros tenemos doctores, abogados, ingenieros, que han salido de nuestro Colegio, militares que tienen altos grados.
 Chipao te gana, pues. Nosotros tenemos más doctores, que han estudiado en nuestro Colegio, te demuestro con nombres.
Y salían los nombres: el doctor tal, el ingeniero cual, el comandante sutano, y la lista seguía creciendo. El andamarquino estaba listo para la respuesta, pero la parsimoniosa intervención de don Félix se escuchó clarita:
 Muy bien, ingeniero. Cabana, Aucará, Chipao, tienen sus grandes profesionales, doctores. Muy bien. Los felicitamos. Son, pues, distritos más antiguos. Nosotros también tenemos lo nuestro. Ustedes tienen todos esos dignos profesionales, pero nosotros tenemos a uno que los hace arrodillar a toditos sus doctores, ingenieros y generales.
 Estás hablando huevadas, abuelo, ¿quién va a hacer eso?.
 ¿Cómo quién?. ¡Nosotros tenemos a nuestro padre cura que los hace arrodillar a todos, ¿sí o no?!!!!...
La carcajada general ha ido disolviéndose ya en el carro porque el chofer ha encendido el motor y está llamando con la bocina. Dos horas más y estaremos entrando a Andamarca.
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Conversaba don Francisco Tito, Personero de la Comunidad Campesina de Andamarca, con algunos comuneros. Es impostergable activar las gestiones para que de inmediato se solucione el problema de la Escuelita. Les ha sido extremadamente difícil conseguir que desde la Inspección de Puquio designen a la preceptora Valdivia, pero es muy poco lo que puede hacer. Como tiene problemas de salud, sin su familia, se ausenta con frecuencia y la Escuelita permanece cerrada. Hace ya un mes que no está en el pueblo. El comisionado don Isidro Huamaní está partiendo en su alcance y en pocos días estará de regreso y, de seguro, traerá en sus espaldas un regular cargamento de cuadernitos y lápices para los estudiantes.
Todavía muy pocos leen y escriben en Andamarca. El grupo humano que tanta presencia había sabido imponer durante su historia construyendo indestructibles monumentos, sin embargo, se estaba interesando tarde por estos vitales conocimientos. Algunos abuelincos solían referir que en tiempos muy lejanos, desde Sondondo sabía venir un personaje que se establecía por meses con sus familiares. Escribía en unos pergaminos y hacía dibujos bastante claros de cómo vivía la gente. Le gustaba conversar y preguntar. Dijo que preparaba una gran carta al Rey de España, quejándose cómo sus comisionados trataban a la gente. Refirió que su hermano cura le había enseñado a leer y escribir.
Valiéndose de este ejemplo, los andamarquinos convencieron al curita Antezana de la Parroquia de Cabana, para que los días domingos después de celebrar la Santa Misa se dedicara a enseñar a los maqtas. Acordaron pagarle diez centavos por cada alumno. Precisamente, Francisco Tito fue uno de ellos. Algunos años después, por fin se había creado la primera Escuelita de Andamarca. Leandro Tito, hijo de Francisco, recuerda haber aprendido con las dos señoras profesoras que se sucedieron, doña María Calle y la señora Valdivia.
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viernes, 12 de diciembre de 2008

LA FIESTA DEL MAIZ III


Atendiendo sugerencias de buenos amigos vamos a complementar el relato, prestando atención a algunos detalles que si bien parecen nimios, tienen gran importancia.
• El plato central en todos los convidos o banquetes es la sopa de sarapela. El maíz hierve con cal y ceniza vertidas en cantidades proporcionales, hasta desprenderse de su cáscara. Entonces, los líquidos son desechados y se lava el maíz pelado que, entonces, está listo para saborearse en las ocasiones festivas, sazonado con papas, verduras y carne.
• Para preparar la chicha, se tuesta un puñado calculado de jora hasta que quede negro como café. Es el QATUI que se mezcla con la jora molida y cuando están hirviendo con agua suficiente, se les va añadiendo cáscaras de naranja, piña y similares. Luego se tamiza la mezcla y el líquido obtenido se envasa en los cántaros o puyñus o en las maqmas, enormes vasijas de arcilla. Antes del colado, podemos saborear, todavía calientitos, el Seqen y el upi.
• Los mejores granos obtenidos de la parte central de la mazorca son los escogidos para la semilla. Los que salen de la cabecera, como son más pequeños, son tostados para el aco o pito. Por supuesto que la semilla también está clasificada por colores y clase. Así, tenemos las uchu cullu, o las chulpi, o las amarillas o coloradas y negras. Las corontas se guardan para ser enterradas junto a las semillas en los surcos. Si no lo hiciéramos así, correríamos el peligro de una muy pobre producción, las mazorcas saldrían pequeñas y ponqas, ennegrecidas e infestadas de carbón, lo que, al mismo tiempo, sería un aviso de luto en la familia.
• En el rito inicial del tincay y el pagapay, antes de empezar la faena, es necesario que el agua saboree primero la chicha, para que se anime y la tierra de buenos frutos. Para esto rociamos un vaso de chicha a la paqcha o caída de agua y si no hubiera alguna en la chacra, lo asperjamos al espacio, en su dirección, mientras recitamos fervorosas advocaciones.
• En el almuerzo, además de la cancha, del puspu y sus complementos saborizantes, se sirve picante de papas. Cuando las nueras han cumplido con ofrecer el Chucu o doce variedades de platillos propios de la culinaria andamarquina, los suegros les retornarán los platillos llenos de cancha y puspu, en idéntica forma a como los recibieron, o sea unos sobre los otros.
• En el rito de la Qaurama hay que extremar los cuidados para no despegar los dos vasos superpuestos. El primer vaso en quedar vacío pasa inmediatamente a servir de base del segundo. Todo incumplimiento de las formalidades se penaliza obligando al infractor a beber licor en abundancia.
• La anciana que entona los harawis de siembra, no ha cesado en sus imprecaciones a las fuerzas superiores. En el Qaurama, por ejemplo recita:
“Ama mamallay tiyacullankichu,
Apuraullamá otqamullanki. TODOS UAYYYYYY…
Wawallaykim cacullani,
Llakisqachallam kidachcani. TODOS uayyyyyy
Ama mamallay tardamullankichu,
Qori pirwallam suyaycusunki. TODOS UAYYYYYY.
Oh, madre, no vas a quedarte sentada,
Vas a venir rápidamente.
Soy tu hijo
y estoy quedando con mucha pena.
Oh, madre, no vayas a demorar,
Te estará esperando un depósito de oro…”

• Los mayores refieren que, siguiendo costumbres ancestrales, la primera chacra donde se cumplía el Pitucuy era la de los santos de la Iglesia, ubicada en YAYANCHIK QATA, la cabecera oriental del pueblo, a pocos pasos de la plaza de armas. Aquí, los pitucuq eran los Mayordomos, y los Prebistes y varayoq (funcionarios de la jerarquía local), cumplían la responsabilidad de los masas y de las nueras. Los bueyes trabajadores podían lucir las banderitas en sus astas, como lo mostraban los de San Isidro en uno de los retablos de la Iglesia. Cumplida esta obligación, los ayllus iban organizando el sembrío, empezando desde el sector de Aqo, conforme el avance del agua de regadío.
• La responsabilidad del manejo de la taqlla o arado es muy seria: no todos están preparados para ello. Los surcos deben tender una línea paralela a la orilla del andén, continua y sin eses ni curvaturas. La reja se hundirá solamente el tamaño calculado en el arco formado entre sus dedos pulgar e índice, que asegure una perfecta colocación de la semilla. Por eso, después que ha trazado el primer surco, el gañán recoge un puñado de tierra movida desde la cabecera de su taqlla para desparramarla en las ancas de los toros. Al toro mayor le lanza la tierra con la mano izquierda y al menor, con la derecha, mientras les invoca: “Taytallay misti curacha”. “Señorcito, curita mestizo”.
El febril e incansable movimiento de las mujeres con la panta o millwina es acompañado, de igual forma, con emotivos versos entonados por la matrona:
“Yana yacupa llamllancuna,
San Isidro labradorniyoq,
Santa Isabel moqoqniyoq,
San Mateo pusaqniyoq;
Ñam cunanqa qellpuycunchikña
Qori kerauchapi almedonay
Huarmichata; qasallapaqpas, wayrallapaqpas,
Reylla qewa almadayoqta,
Acetona rapi pampanayoqta….. UAYYYYYYY.
Quienes caminamos acompañando al agua:
Con nuestro labrador San Isidro,
Y Santa Isabel la sembradora,
Y San Mateo el guía,
Hoy hemos acobijado
En su cuna de oro a la
Pequeña criatura mujer; no importa si
Es para la helada o para el viento,
Lo hemos acurrucado en su almohadita
De hierbas reales,
Con su colchita de ramas de acetona. UAYYYYYY. “…

martes, 9 de diciembre de 2008

LA FIESTA DEL MAIZ II


Todos hemos retomado la tarea: los aradores con sus yuntas, los pusaq y las sembradoras. El compadre, que también trajo un pico al hombro, está ahora depositando semillas en las esquinas de los andenes. Su esposa, se ha sumado al grupo de mujeres que se mueven sin descanso con la panta o millwina que es un instrumento de labranza elaborado de una tabla semiarqueada, de un metro de largo y 30 centímetros de ancho. Con ella, las mujeres inclinadas, van extendiendo la tierra suavemente con acompasado vaivén, cubriendo los surcos, nivelando el terreno y trazando las eqas, que son acumulaciones de la misma tierra formando líneas divisorias. El andén sembrado muestra ahora pequeñas parcelas con sus acequias surtidoras. El agua caminará con presteza en justa medida y los granos acunados, en pocos días estarán sonriendo a la luz.
Estamos culminando la jornada. El sol anuncia su pronta despedida, es hora de ir liando bártulos. Los gañanes ha desatado las yuntas, las mujeres se esfuerzan un poco más, los portillos de piedra han sido ya fijados. Reunidos en el centro de actividades, estamos participando de la QAURAMA. Las ayudantes, utilizando vasijas de buen tamaño, sirven chicha con sus respectivos y bien pronunciados montículos de pito encima y los ofrecen por pares, alcanzando los vasos uno sobre el otro. Primero los compadres, luego los trabajadores y todos los participantes van cumpliendo el brindis. La bebida sagrada debe saborearse en forma continua y debemos entregar ambos recipientes completamente vacíos. El maíz nos entregará sus mazorcas también por parejas y en tamaños mayores. Como quiera que los brindis se han multiplicado, los dueños están manifestando ya los estragos. El trayecto de retorno se cubre con gran alegría y muchas canciones. Los masas o yernos han cargado con una manta a los pitucuq, mientras los gañanes van improvisando versos que son respondidos por todos los concurrentes con un entusiasmado AJÓ!!!!!. La vena humorística de los cantores se multiplica en las improvisaciones que aluden a la “tacañería”, “pereza”, gordura, etc., de los dueños. Los cargadores se mueven al compás de las tonadas, hacen chocar las nalgas de los cargados, entre ambos o contra las paredes y los postes. El descanso en cada esquina es reglamentario para reponer fuerzas con los infaltables brindis.
Estamos ya en la casa y nos servimos la comida. La bebida circula sin descanso. Los gañanes y trabajadores, aprovechando tamaño despelote han enterrado todas las herramientas utilizadas, en algún ambiente de la casa: patios, corredores o corrales. Al día siguiente, el obligatorio convido o invitación a los compadres tendrá un ingrediente especial: los dueños pagarán el “hallazgo” de sus herramientas con licor. Los trabajadores fijarán tarifas altas, para resarcirse de los sinsabores sufridos en la faena por la tacañería de los dueños, para que aprendan a ser más cumplidos. ¿Cómo es posible que ni siquiera chicha les hayan dado en tanta calor y tantos andenes que han quedado sembrados?...
La alegría es general, la emocionada familia comparte una reunión de incontenible entusiasmo. La satisfacción bulle por los poros. Hemos depositado el grano bendito del maíz, lo hemos encomendado a los cuidados de la amorosa mama Pacha. Hemos cumplido el rito de la siembra también con fervor cristiano, pues el sembrador ha sido San Isidro, el pusaq San Mateo y la sembradora, Santa Isabel.
La alimentación de nuestra familia y la del grupo humano está garantizada. El tiempo pasará raudo… En pocos meses, estaremos reunidos nuevamente, para recibir con enternecido afecto a nuestra mama sara, el maíz bendito convertido ya en juveniles y apetitosos granos de luz y vida.